Cuando lo gratuito nos sale caro.

Llevo viendo en todos los debates electorales, mítines y programas eso tan manido que es el Estado del Bienestar. ¿Qué es eso? Pues creo que es algo con lo que nos venden la moto. Una cosa intangible por la cual tendremos mejor educación, sanidad, pensiones, servicios gratuitos, de calidad y sin coste adicional salvo para aquel que aporte dinero al sistema. Descartando políticos, inmigrantes, parados, caraduras e inútiles eso se tradece en un tercio de la población española que soporta, cómo machotes, al resto de ese engendro nacional que es el referido Estado de Bienestar. Algo muy de politicastro sin programa que nos venden cómo una pensión asquerosa, unos servicios sanitarios saturados e ineficaces y un sistema educativo donde los profesores trabajan cada vez menos, entre bajas psicológicas, huelgas y días de asuntos propios.

El Estado del Malestar.

En un país donde los habitantes de paises más desarrollados cómo el Reino Unido vienen a operarse de todo, donde ser inmigrante es tener un chollo bendecido por la Alianza de Civilizaciones y nuestros politicastros cada vez se van más a un mundo imaginario, el sistema de bienestar comienza a fallar por la base. Cada vez hay más parados, que se mantienen con las prestaciones que alegremente pormeten los que mandan y que nos sajan a los que aún seguimos dando el cayo. Cada vez más jubilados y prejubilados chupan del bote sin contraprestación alguna. Cada vez más, cuando vas a firmar la nómina te preguntas sino sería mejor quedarte acostado, pues ir a trabajar es ir a malvivir mientras otros que no han doblado la espalda en supuñetera vida se pasean por el pueblo con su buen coche, cobrando sus buenas pagas por los más variopintos conceptos o tal y cómo dice Durán y Lérida, viviendo del Per, que aunque no lo hacemos todos, algo de razón tiene y en lo que pagamos justos por pecadores.

Seamos coherentes. Ésto no es Finlandia, Noruega ni Suecia. Aquí no tenemos la conciencia de ser productivos cien por cien. La cultura del escaqueo está demasiado arraigada y al que trabaja, cada vez más porque estimo que es mejor trapichear que cotizar, se le dan más palos que a un saco de boxeo. Es así y no hay que rasgarse las vestiduras. El estado del bienestar con todo eso que nos venden los de arriba sólo es sostenible con un circulante económico inmenso que sólo pueden aportar las sociedades industrializadas. Sociedades a las que por el momento España no pertenece. Lo nuestro era más de construir viviendas para esos señores del norte que pagaban en Libras o Marcos y que al final empezaron a soltarnos la gallina en euros y el negocio se fue a tomar viento.

Desanizados.

Así nos encontramos con el hecho plausible y comprobable de que vamos a unas urgencias por un corte profundo en el brazo y no nos atienden hasta pasadas las cinco horas porque entre inmigrantes, mamones con proncipio de catarro y abueletes hipocóndriacos lo nuestro es menos grave, o más atrasable. Es fácil que no mueras pero si que te cisques en sus muertos más frescos de manera continua y escándalosa. Máxime cuando contemplas el erial de una sala de urgencias y te das cuenta de que de cada veinte, dos sostienen el sistema cómo buenos pagadores y uno de ellos eres tú, que además haces lo imposible por no tener que hacer uso de ese servicio para no perder días de trabajo. ¿Qué sentido tiene eso?¿Qué tu contribuyas a una sanidad universal de la que se aprovechan muchísimos que nohan trabajado ni tienen intención de hacerlo?

Es normal pues, que los asalariados de cierta posición, que el que sea ligeramente boyante termine por coger y pagarse la sanidad privada. Esa que tanto denostan los mismos politicastros que se han encargado de poner la pública a la altura del estiércol. La sanidad pública no necesita más recursos, sino mejor administración. Sólo hay que ver un centro de salud cualquier mañana, plagado de ancianetes que, aburridos, se dedican día sí y día también a ir a pedri recetas con el que matar el rato y sajar las cuentas de la seguridad social que, vía comunidades autónomas, se ve negra para cubrir el gasto farmaceútico. De seguro que aplicándose el pago de un euro por receta, los centros de salud se irian quitando la saturación que genera todo eso.

Deseducados.

Otro de los caballos de batalla de nuestra administración, es la educación. Polofacética, carente de recursos, politizada, inutil y con el fracaso escolar más alto de Europa. Cosa normal si en ella se invierten ingentes cantidades de dinero para adoctrinar con asignaturas cómo Educación para la Ciudadanía mientras se descuida la educación en sí. Así es normal que nos surjan miles de perrofalutas dispuestos a acampar en Sol sin saber cuantos días llevan allí incapaces de hacer un cálculo básico. Tenemos un sistema educativo que está en las erróneas manos de las Autonomías cuando debería ser unitaria de todo el territorio nacional. En su lugar tenemos adoctrinamiento de gudaris en el norte, de terralliureses en el flanco nororiental, de cuñados ávidos del pelotazo en el sur y de no se sabe bien qué en el resto del territorio.

Lejos de querer resultar catástrofista, aprobar a un mamón que sabe que la ley lo ampara por tener trece años si le mete una paliza del quince al profesor con siete suspensas es lo más seguro para un profesor tipo de los que nos marean con sus manifestaciones. Tenemos pues un gran problema de autoridad que se agrava con el problema de la educación, la consecuencia inmediata es tener una caterva de delincuentes en ciernes doctorados en el consumo de estupefacientes y botellón con ansias de protagonismo en Mujeres, Hombres y Viceversa o Gran Hermano, siendo admirados por toda una generación perdida. Perdida por su falta de formación, su falta de ganas de trabajar y, gracias a la cultura del conseguir todo sin esfuerzo perdidos cómo seres productivos de una sociedad que se desangra.

El último que tire de la cadena...

Ésto es el estado del bienestar. Ago carísimo que no nos compensa y que vamos a tener que revisar los próximos años. O reducimos los beneficiarios o apretamos en las condiciones para acceder a los mismos, sólo así lograremos una estabilidad presupuestaria que nos permita mantener el sistema y optar, cómo currantes, a cobrar una pensión misérrima cuando menos, tras toda una vida de trabajo malremunerado y peor valorado. Es lo que tiene vivir en un país cómo ésto, que cuando ves toda la escoria que surge cómo setas al amparo del que se esfuerza te dan las ganas no de marcharte, sino de empaquetarlos a todos y enviarlos en misión no tripulada y sin retorno a Marte.

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