viernes, 30 de noviembre de 2012

Caracter Hispanico. El Tribunal de las Aguas de Valencia.

Foto de Internet. Tribunal de las Aguas de Valencia.
Una de las grandes curiosidades que alberga la Ciudad del Turia es, sin duda su famoso Tribunal de las Aguas. Sin duda, una de las más antiguas instituciones aún en activo de España y que, conocido tambíen cómo Tribunal de la Vega de Valencia, es un Jurado de Riegos encargado de dirimir, juzgar y dar solución a los conflictos surgidos por el uso de  la siempre tan necesaria agua de riego para la fértil vega. Dichos conflictos, que suelen surgir entre los agricultores quedan al amparo del Tribunal cuando parten de las comunidades de regantes de las acequias de Quart, Benàger i Faitanar, Rovella, Mislata, Tormos, Mestalla, Rascanya y Favara. Las mismas son las que pertenecen a la denominada Vega de Valencia y que junto a la Acequía Real de Moncada, uno de los sistemas hidráulicos más antiguos de la Península Ibérica aún en uso, forman la afamada Huerta de Valencia. Su antigüedad se remontaría a la época musulmana y en septiembre de dos mil nueve lograría integrarse en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Funcionamiento del Tribunal.

El Tribunal de las Aguas de Valencia, es un tribunal consuetudinario y por tanto formado por varios representantes. Éstos representantes, en número de ocho, son denominados síndicos, siendo titulares en el tribunal por cada una de las Comunidades de Regantes que lo conforman. Uno de ellos, tradicionalmente se han alternado el síndico de Favara o el de Tormos, son elegidos, por cierto tiempo, presidente del Tribunal con voto de calidad. Así, cada jueves del año a excepción de los festivos y los que caigan entre las festividades de la Natividad y la Epifanía, desde su fundación, se reune el tribunal con sus asesores en la denominada Casa Vestuario de la Plaza de la Virgen, en la capital Levantina. A las doce del mediodía, cuando el Miguelete marca el cambio de septentrión, el Tribunal se constituye formalmente en la Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia. Es en ese momento cuando el alguacil del Tribunal con la vénia del presidente inicia el llamado de los denunciados de cada una de las acequías sobre las que posee jurisdicción con la frase "denunciats de la sèquia de...!"

En ese instante se inicia un juicio que se desarrolla de forma ágil y rápida, siempre de manera oral y totalmente en lengua valenciana. El sistema es sencillo, el denunciante, que casí siempre es el guarda de la acequia a la que pertenece aquel a quien se le reclama por la infracción expone los motivos de la misma ante el Tribunal. Tras ser escuchado por el mismo, pasa a ser el turno del denunciado que expone su defensa y responde a todas las preguntas que por parte del Tribunal se le formulan. Una vez escuchado, el Tribunal deliverará sobre la culpabilidad o no del acusado con la particularidad de que el Síndico de la acequia a la que pertenezca el mismo no podrá intervenir en la deliveración pero sí será, a posteriori y en caso de resultar culpable, el encargado de imponer la correspondiente sanción. Dicha sanción se impone en función de las Ordenanzas fijadas por la propia Comunidad de Regantes y, cómo en la época medieval de la que procede el Tribunal, la misma se sigue inponiendo en sueldos, correspondiendo cada uno de ellos al dinero correspondiente al sueldo diario del guarda de la Acequia.

Uno de los Tribunales más antiguos en activo.

Según sus normas, serán objeto de su jurisdicción los miembros del Tribunal, sometidos a sus leyes internas, las Comunidades de Regantes de la Vega Valenciana, los atandadores o reguladores de los turnos de riego, las personas jurídicas cómo pueden ser las Cámaras Agrarias sitas en el radio de acción, los arrendatarios en cuanto beneficiarios de las avenidas de agua, los concesionarios de aguas, regantes, los denunciantes y terceras personas vinculadas, de una u otra forma, a aquello sobre lo que ejerza autoridad el Tribunal. Ante él pueden denunciar los síndicos, los elets o miembros de cada una de las juntas de las respectivas Comunidades de regantes, el guarda que actuará a modo de fiscal y las terceras personas que, en un momento dado, se vean afectadas por algo que suceda dentro de su ámbito de actuación. Éste Tribunal tan particular es, no en vano, uno de los más antiguos del mundo que aún sigue en vigor. De hecho, su origen se pierde en la Noche de los Tiempos siendo, en la actualidad, totalmente desconocido. Lo que sí que parece ser seguro es su procedencia de algunas tradiciones andalusíes anteriores a la Reconquista.

Algunos historiadores van aún más lejos y lo situan directamente en época romana. Ya en mil ochocientos trece, Francisco Javier Borrull, diputado en las Cortes de Cádiz, se hacía eco de una tradición que sin embargo adolece de falta de fundamento la cual situaría el Tribunal en la época de la dominación de Roma en la Península Ibérica. Dicha hipótesis aseguraba que existiría un antecedente del Tribunal y se esgrimía cómo prueba para evitar su extinción. Los datos más fehacientes expuestos por el diputado lo situában, no obstante en novecientos sesenta, entre los reinados de los califas Abd al-Rahman III y al-Hakam II, de donde procedería su estructura actual sin explicar de ningún modo de donde saldría esa fecha. Borrull aduciría su falta de documentación justificando que en esa época, Al- Andalus vive un periodo de completa paz donde florecerían los proyectos de infraestrucutra hidraúlica y por ello en ese momento sería el más propicio para que el Tribunal hubiera echado a andar.

Mas de mil años y lo que te rondaré morena.

Durante el año mil novecintos sesenta se celebraría, basándose en las afirmaciones de Borrull, el milenario del Tribunal de las Aguas, impulsdo por el asesor jurídico del Tribunal en esa época y por ende el principal defensor de la teoría andalusí de su fundación Vicente Giner Boira. Tenemos pues una fecha inicial y oficiosa pero Borrull no se quedaría ahí, seguiría adornando la tradición asegurando que su continuidad, una vez reconquistada Valencia por los cristianos, según el Fuero XXXV dado por el rey Jaime I el Conquistador allá por mil doscientos treinta y nueve. Un fuero otorgado a las acequias para que sigan rigiéndose según lo establecido por los tiempos en los que gobernaron los sarracenos. Para asentar su origén de una vez por todas se asevera que, primero, se celebran los juicios en jueves, víspera del festivo musulmán del viernes, segundo, se celebra a las puertas de la Catedral, antigua mezquita y ágora o núcleo principal de la ciudad en época prerromana y que la palabra es otorgada por el presidente señalando con el píe, tal y cómo hacen los hombres sabios en las tribus nómadas norteafricanas para dar la palabra a los reunidos en torno a él.

La realidad no obstante del Tribunal de las Aguas de Valencia, con todo lo misterioso, ritual y atrayente que nos pueda parecer, es que no existe ninguna documentación que hable expresamente de él, su instauración, funcionamiento o composición hasta bien entrado el siglo XVIII. Ello no quiere decir de ningún modo que no existiera una institución basada en los derechos y funcionamientos de las acequias de la Vega. Se sabe que los Fueros de Valencia otorgan la jurisdicción sobre los regadíos a los sequiers de cada una de las Comunidades de Regantes y que a principios del siglo XV ya se convocaban a los denunciados por abusos sobre el agua los jueves en la plaza de la Seu, o de la Catedral, aún así, no queda demostrado la existencia del Tribunal con la estructura que posee hoy día, siendo cosa de una muy larga evolución cómo asevera Thomas Glick, profesor de historia medieval. De hecho, en un país cómo España, con un fondo documental de todos sus hechos históricos tan extenso, no figura nada sobre el Tribunal, concluyendo así que lejos de ser invención de un califa o un rey, simplemente no tenía un estatus en nada legal.

El Tribunal de las Aguas.

No tenía estatus legal en definitiva pues no parecía tener más importancia que la de delegar la jurisdicción de las acequías en manos de los sequiers. Asi, podríamos hablar de que en sus comienzos empezaría cómo una reunión de éstos mismos sequiers con el ánimo de compartir, discutir e intercambir impresiones entre los máximos y principales valedores de la Huerta de Valencia y de la gestión de la misma y por supuesto de los caudales hídricos para la mejora y mantenimiento de los cultivos. Es por ello que no se puede imaginar que el Tribunal fuera eso inicialmente sino una evolución de esas reuniones entre labriegos y gestores hacía un Tribunal regulado que emanaría precisamente de la interpretación, basada más en la tradición que en hechos contrastables, que hiciera el diputado Borrull durante su exposición en las Cortes Gaditanas con el objetivo de salvaguardarlo y adaptarlo a las nuevas leyes que emanarían del recién creado Estado Liberal. Sea cómo fuere, el Tribunal sigue reuniéndose cada Jueves en la puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia y parece ser que lo seguirá haciendo para, cómo cada semana, regir el destino de las aguas que deberán regar las huertas valencianas.


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6 comentarios:

Unknown dijo...

Haces bien en traer estos conocimientos a Internet porque mucha gente ignora la existencia del más antiguo tribunal de Justicia existente en Europa, y además formado por labriegos.

Yo tengo una entrada tratando este tema en mi anterior blog por lo que no voy a cmentarte más.

Buena descripción del asunto.

PEPE LASALA dijo...

Yo soy uno de los que ignoraba la existencia de dicho Tribunal, bueno sí que sabía de él, pero no tenía ni idea de que era el más antiguo ni de cómo funcionaba. Muchas gracias. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

si, bwana dijo...

Todos los valencianos se sienten orgullosos, con razón, de la pervivencia de esa Institución. Y hace Vd. muy bien en definirla en este Blog.

Unknown dijo...

Javier, la ignorancia es atrevida y temas así no hacen sino elevar la culturilla, tan necesaria en nuestra desarraigada capa social.

Unknown dijo...

Pepe, se bien venido y espero que el artículo haya despejado algunas dudas y atraido un poco más a las rarezas de nuestra historia.

Unknown dijo...

si, Bwuana, creo que, para respetar a España hay que respetar sus peculiaridades y todas ellas no son, por supuesto, el catalán y toda la mamadurria de neomitología formada a su alrededor.

Darle Caña a ésto: