miércoles, 14 de noviembre de 2012

Historia. El Sitio de Cartagena de Indias de 1741(3)

Wikipedia. Flota británica atacando Cartagena de Indias (1741)

El día treinta de abril, tras las primeras escaramuzas que servirían tanto a españoles cómo a británicos a comprobar que clase de enemigo tenían enfrente, se produjo un canje de prisioneros. Las noticias llegadas de los españoles y granadinos liberados eran alentadoras. Así, según palabras de los liberados, los británicos habrían sufrido grandes pérdidas ante las primeras escaramuzas. Vernon habría acentuado así la importancia de hacer una campaña rápida a fil de restallar la moral de la tropa, proyectando la inmediata y contundente toma del Castillo de San Felipe o de San Lázaro, cómo también era conocido. No obstante, habienda cuenta de la sangría producida entre los Casacas Rojas, la tropa se había negado a secundar a sus jefes en lo que consideraban una tamaña locura y se prodeció al reembarque de la misma ante el empuje de los españoles. No obstante, los jefes británicos procedieron al fusilamiento de cincuenta de sus hombres por desobediencia manifiesta ante el enemigo.


Asestamientos letales.

Para cumplir con la costumbre española de dejarlo todo escrito y reseñado, de ahí que nuestra Historia Militar sea de la más documentadas del mundo, se instalaron Diarios del sitio y bloqueo en los castillos dependientes así cómo de la misma Cartagena de Indias. Así, un autor desconocido reseñaría en uno de ellos la noticia del desistimiento sobre la nueva intentona británica para tomar por la fuerza el bastión de San Lázaro. Serían confirmados éstos extremos a posteriori por otros testigos que certificarían que en aquella noche del treinta de abril, los oficiales británicos recibirian la orden taxativa de pasar por las armas a los cobardes que se habían negado a participar en una nueva acometida contra el complejo amurallado. Quedaría también confirmados los aprestos para reembarcar las tropas, pertrechos, heridos y en suma a todos aquellos que habían participado en las primeras escaramizas a fin de abandonar el campo y permanecer embarcados en lo que sería el final de su trágica aventura ante de Lezo.

"A las 5 de la tarde -escribiría con buen tino el diarista que tenía al cargo la labor de dejar bien constatado lo sucedido en su posición y que tendría lugar el veinticinco de abril- , se pasó a esta plaza un desertor y dijo que había el enemigo embarcado el tren de artillería y la mitad de los morteros y tropa, que esta noche se embarcaría el resto, y que según había oído en su campo intentaban poner sus ataques en una legua de tierra que hay del Castillo Grande a la Plaza, y que esta retirada se había determinado porque el día veintitrés habiendo formado su gente, preguntó ésta dónde los llevaban y dícholes que a dar nuevo asalto al Castilllo de San Lázaro echaron todos las armas al suelo diciendo que no lo harían si no le desmontaban primero su artillería pues ya habían visto los muchos que habían muerto con más de ochocientos heridos por lo que había determinado su comandante embarcarlos antes de mayor rebelión'."


Sucesión de Catátrofes.

Cuando no se tiene el día lo mejor es estarse quietecito. Algo así debió de suceder a los británicos pues en todo momento parecía que la desgracia se había cebado en ellos. Al ocurrir la acción más decisiva de todo mil setecientos cuarenta y uno, siendo ésta el referido asalto al Castillo de San Felipe de barajas con todo lo que les quedaba a eso de las tres de la mañana del veinte de abril del referido año, hacía más de un mes, concretamente treinta y cinco jornadas con sus treinta y cinco noches que, sin apenas césar más que a los intercambios de prisioneros y recogida de heridos, los cañones británicos disparaban sobre las defensas y defensores de la ciudad y sus bastiones de defensa. Según las crónicas que se consulten, podemos encontrar cifras tan dispares cómo los dos mil que citan algunos a lo largo de la Noche Infernal, de unos veintrés mil británicos desplazados a la zona a otras cifras más modestas que corren entre ochocientos y mil. Esa fecha cambió para siempre la percepción indolente sobre los españoles y eficaz sobre los soldados británicos.

Los encarnizados combates que siempre fueron en favor de los españoles arrojan escalofriantes cifras en torno a las muertes que se producirían en el bando de su Graciosa Majestad. Habría que hablar de una pinza entre tres mil y cuatro mil sólo en los combates de Bocachica, en los navales en los que la voz cantante iría de los cañones hispanos bien protegidos por el cordón de fortalezas y murallas, los acaecidos en el interior de la bahía de Cartagena, entre fuego cruzados de fuertes que se intentarían tomar sin demasiado buen resultado, llegando a la hecatombe fatal una vez intentado tomar el castillo de San Felipe de Barajas en el que la fractura de salud y moral inglesa era total. Todo ello sin hablar de la merma que la epidemia de cólera traida por los ingleses en sus buques empezaba a producir al final de los combates en Cartagena. Aún así y desconociendo la enfermedad, los españoles no cejaron en ningún momento en la defensa de la ciudad mientras los británicos sucumbían a la enfermedad.

Los buques británicos cómo foco de infección.

En lugar de retirarse de inmediato a sus posesiones en Jamaica para la inmediata evacuacióbn y cuarentena, Vernon hizo permanecer otros treinta días más en la zona a toda la flota, embarcada y sin objetivos claros, toda vez que intentar emprender otra acción contra Cartagena era un error. La misma arrogancia del almirante inglés hizo que en ningún momento solicitaran ayuda médica a los españoles, reconociendo su inferioridad y rindiéndose. En ningún momento se solicita ayuda ni se aprestan a partir en los treinta días siguientes al último fracaso en tomar San Felipe. Se dedican a esperar y eso hace que la epidemia se cebe en la tripulación, tropas y auxiliares causando una enorme mortandad en aquellos infectos ataudes flotantes en que se convirtieron los barcos británicos. Si bien la malaria afectaba a ingleses y españoles, éstos últimos podían surtirse de productos frescos gracias a las guerrillas que rompian los bloqueos británicos al mismo tiempo que los impedián abastecerse haciendo uso de los canales y acequias que bordeaban Cartagena cómo línea de defensa mientras el escorbuto acechaba al maremagnún de enfermos británicos.

Continuará>>>


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2 comentarios:

Urdanautorum dijo...

Interesante entrada amigo.

Unknown dijo...

Urdanautorum, una de tantas que nos deberían ayudarnos a aprender cosas fundamentales sobre nuestra patria.

Darle Caña a ésto: