jueves, 1 de diciembre de 2011

El pastelon Europeo.

Llevo varios meses meditando sobre ese enorme pastel que es Europa, cocinado a fuego lento desde que los romanos dijeron adiós muy buenas y que a base de torats, puñaladas traperas y guerras muy, pero que muy sanguinarias ha llegado a la actual configuración que tiene hoy. No debemos confundir Europa cómo continente con Europa cómo entidad económica. En la primera acepción es algo enorme, en la segunda se va empequeñeciendo a medida que la Crisis económica, la prima de riesgo y la debilidad del Euro nos demuestran cómo, algo que puede ser muy buena idea al principio, se va pervirtiendo en una serie de sinrazones que culminan en un gran país, cómo Alemania, tirando de las economías de otros que fueron grandes paises que, a su vez, están acaparando las ayudas que harían que los terceros en discordia, los paises más débiles de la Unión llegaran a ser grandes paises. Todo ello en un puchero tipo olla expréss en la que se anda cocinando algo cuyo sabor no gusta a nadie.
Miccionar Aceite con Agua.

Cuando la Segunda Guerra del Copón llegó a su fin, las grandes potencias ganadoras de la contienda, decidieron que permitir a Alemania volver a las andadas que habían provocado las dos Guerras Mundiales era cuando menos, suicida. Más aún para la URSS que no veía con buenos ojos que las otras tres potencias (verdaderamente había sido Gran Bretaña y USA, pero Francia tuvo la suerte de ser considerada Potencia cuando había sido miserablemente ocupada por los nazis sin casi oponer resistencia) anduvieran tan cerquita controlando lo que ellos hacían con "su" mitad de la Germania. Así que la solución Salomónica fue la de convertir a Alemania en una suerte de granero de Europa. Un país eminentemente agrícola, con las industria justa para atender éstos menesteres y sin capacidad de crear armas ni mucho menos de manufacturalas a gran escala tal y cómo había hecho Hitler. Además Francia quería quitarle un cachejo por aquello de recuperar algo más que la dignidad que había perdido cuando Adolf ordenó volar la Torre Eiffel.

Obviamente, el tema agrícola no cuajó. Alemania era, de siempre una potencia industrial al nivel de Gran Bretaña, con cuantiosas reservas de carbón  e hierro y además era la frontera con la nueva amenaza que ser cernia sobre el Viejo Continente. El Comunismo. Asi que las tornas se volvieron y ambas Alemanias se pusieron a la labor de ser potencias industriales. Una para garantizar que la ideología de Lenín llegara hasta el corazón de Europa, la otra para evitarlo, ambas, una frente a la otra, al mismo ritmo, lo que daría, tras la reunificación, una de las primeras potencias mundiales a nivel económico. Alemanía es, por tanto y con diferencia el motor de ésta unión económica que adolece de tantos fallos que amenaza no sólo con caer per sé, sino con llevarse por delante a los germanos, su industria y por su puesto, su economía. Es lo que tiene hacer las cosas mal, deprisa, mezclando churras con merinas y sin valorar suficientemente con quien te le la juegas, pues ese eje Franco-Alemán que ésta dándola con la crisis es el mismo que lleva dándose de hostias desde que Napoleón cruzó el Rhur.

Pasando por la piedra.

Fueron esos dos génios los que, juntándose con los británicos y el Benelux los que engendraron ésto que ahora se va yendo, de poquito en poquito, a tomar por donde amargan los pepinos. Se creó cómo una especie de club para explotar el negocio del carbo-yerro y degeneró en una gran unión económica donde no se tuvo en cuenta ni los carácteres de los que lo formaban ni si los intereses comunes eran compatibles con los intereses de cada cual. Así se obtenía algo que desde Roma no se había logrado sin derramamiento de sangre. Ni los españoles, ni el Imperio Romano-Germánico, ni la Francia post-revolucionaria, había logrado que los españoles pudieramos llevar pepinos hasta Polonia sin tener que pagar aranceles. Eso sí, nuestros amiguetes gabachos no deben saber que somos de la misma unión, que estamos en el mismo barco, porque nos siguen volcando camiones en cuanto salen de la Junquera. Cosa que no parece suceder con los camiones marroquies. Sera que es cierto que los francofónos se entienden mejor que los gabachos con los demás.

No les tengo demasiadas simpatías a los franceses por cuanto son más traicioneros que una víbora. Eso deberían saberlo los alemanes que, al fin y al cabo son los que andan haciendo manitas con ellos para salvar una situación que sólo tiene dos salidas, o se restaura el equilibrio o se va todo al carajo. Y el equilibro no se puede restaurar con joyas cómo zETAparo, el Mamonópulos o Guarrolosconi. No, el equilibrio se restaura no queriendo ser más de lo que se es, cediendo soberanía a un bien común y superior y, por supuesto, trabajando, no para llenarse los bolsillos, sino para sacar al país del agujero en que ésta. Y por país me refiero a Europa, pues es verdaderamente esa nueva realidad territorial en la que debemos pensar, sobre todo desde que el Bufón Mayor del Reino, negando la mayor, nos dejara con el culo al aire dejando que las cosas de casa se negociaran desde Bruselas.

Tortas hasta en el cielo de la Boca.

Es lo que tenemos que ir esperando. Palos a tutiplén, pues la Unión es tan fuerte cómo el eslabón mas débil que, por cierto, ya ha ido cayendo con Portugal, Irlanda y Grecia. Italia está a punto de caramelo y España cojea del mismo píe que todas las demás. Así que, ¿Por que preocuparnos? Las expectativas del veintitrés por ciento de paro nunca han sido tan reales y, aunque el PP pudiera hacer algo, el sucialismo ya se ha encargado de forrarse, dejar la caja vacía y darle el poder a los foráneos de la ciudad del Atomium. No tenemos nada más que hacer que desear todas nuestras fuerzas pertenecer a la Unión, sentirnos orgullosos de la bandera azul con las doce estrellas amarillas y rogar que eso sea suficiente para conjurar el mal de la prima de riesgo. Aunque viendo als cosas tal y cómo están creo que sería más fructífero congarse un escapulario, ponerse el sambenito y subir a alguna ermita remota flagelándonos la espalda, porque ésto ni lo arregla Merkel ni lo arregla Dios bendito así bajara.



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4 comentarios:

candela dijo...

Ni contigo, ni sin tí, tienen mis males remedio.

La situación es kafkiana y nosotros solo podemos actuar en nuestra pequeña parcela para poder pagar la deuda y que no se nos merienden.

Gracias, socialistos, habeis conseguido que España sea una sucursal de Francia y Alemania. Como contrapartida, deberían ser todos desterrados a Tierra de Fuego o, algo más abajo. En el Polo Sur, que dicen que está aumentando su superficie y necesitará colonos.

Lin Fernández dijo...

Son demasiados los contraste.que nos dividen a los europeos y no solo a nivel economico,Tenemo el aspecto religioso y cultural.Mas lo mas ridulo querer imponer una moneda unica.un saludo.

Unknown dijo...

Candela, todos montados en una nave experimental a Marte y nada, si se estrella, no se pierde nada. Es más, pienso sinceramente que habría que meterle algún sistema de autodestrucción del mismo rango que la que ellos han producido en España.

Que vergüenza.

Unknown dijo...

Agustin, es que entra dentro de la lógica. Dicen en mi pueblo que las medias (partes) no son buenas ni para las mujeres. Mucho menos para veintisiete que, en lugar de remar hacía adelante, se pelean por ver quien marca el ritmo.

Patético del todo.

Darle Caña a ésto: