jueves, 8 de septiembre de 2011

Estados Unidos y la madre que los pario. España.

No soy, cómo muy bien sabrán los que me siguen, muy valedor de la historia estadounidense. A ver si nos acostumbramos a llamarlos por su nombre, pues lo mismo de norteamericanos son los mexicanos y los canadienses y nadie se refiere a ellos así. No soy valedor de los yanquis porque son malos hijos y son malos hijos porque uno de los padres de su independencia fue España a la que trataron con la punta del píe en cuanto tuvieron ocasión. Algo que yo, personalmente les reprocho cuando, dos tercios del territorio actual era parte de la Corona de España. En fín, es cosa de refrescar la mente pues la Historia tiene cositas buenas y malas, pero lo que más gusta es las cosas que poquito a poco salen a la luz y lo mismo que los gringos usaron el real de ocho y se basaron en el para crear su dólar, se sirvieron de nuestros simbolos y nos mandaron al carajo con el tema de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guám, bueno es que se sepa que la epopeya americana se inició con plata española, mucha, en cantidad y sin vuelta, que es lo peor.

Retomamos así un nombre olvidado de todos, un soldado escrito con letras olvidadas pero que tuvo que ver mucho en que los Estados Unidos llegaran a existir y que se hizo, cómo no podía ser de otra manera, en la creencia de que, expulsando a los británicos del continente americano, se rechazarían incursiones del tipo de Cartagena de Indias en 1741, donde dicho sea de paso, les dimos, de manos del magnífico Blas de Lezo y olivarrieta, una buena somanta de palos en lo que fue el segundo mayor (y fracasado) desembarco después del de Normandía. Pero me voy del tema. Fue uno de los detonantes éste hecho pero a parte era muy jugoso que otros echaran a los británicos por nosotros. Lo malo es que algo más de un siglo después, el gato nos saldría gata y haríamos las maletas para, quizás nunca más volver. Esa fue la misión de Bernardo de Gálvez, apoyar desde el sur, todas las maniobras del Ejército continental suministrando bienes y pertrechos y fastidiando, en lo posible, los movimientos británicos en la zona sin declarar abiertamente la guerra.

George Washington, a la sazón general y primer presidente de Yanquilandia sería agradecido en su día para con los benefactores españoles. Cosa que no se le da mucho bombo (¿Habeís visto alguna referencia a nosotros en películas cómo "El último mohicano" o "El patriota"?, en cambio bien que nos ponen a parir en "Amistad") pero sin la cual no se podría haber hecho nada. Tengamos en cuenta que en aquella época España abarcaba toda la costa oeste hasta Alaska y todo el medio oeste nos pertenecía, si bien andaba reivindicado pero, por falta de fondos, no estaba explorado. También teníamos la Luisiana, con la desembocadura del Mississipi y la Florida. El Caribe era el gran lago español. Por contra las trece colonias representaban un territorio muy reducido, en comparación, en la costa este. Nosotros llevabamos en el barrio varios siglos y ellos eran los recién llegados, que se habían rebotado con sus profes y querian empezar una nueva singladura por su cuenta. Ahí fue donde la cagamos.

Básicamente, España apoyó a los rebeldes porque les venía bien, el enemigo de mi amigo es mi enemigo. Lo que quizás a nadie se le pasó por la cabeza es que la sangre era la misma y el amigo al final salió pichi pichá. No nos volveriamos a llevar bien hasta la conjunción planetaria que nos dió a nuestros grandes estadístas Negrito y Felón. El apoyo fue encubierto desde antes de la Declaración de Independencia en 1776 hasta 1779, momento en el cual nos soltamos el pelo y viendo que La Fayette iba a quedar mejor en la historia estadounidense, decidimos dar el paso aunque claro, cómo todo lo hacemos tarde, pues nos quedamos a la sombra. A tal fin el Conde de Aranda negoció sin paliativos el apoyo a la causa de la Independencia y la Libertad (risas), entrevistandose con Lee, Arthur y Franklin y vendiéndoles la moto de lo geniales, chachis y simpáticos, a la vez que potentes por apoyarlos desde México, Cuba, Santo Domingo y la Florida.

En ello jugó una importante baza Gálvez. Un tipo simpático y malagueño, que cómo amante de la mar asentó sus reales en Nueva Orleans asegurando el paso de suministros hacía el norte. Ya recibia correspondencia vía Pollock de parte de Adams y demás confabulados por la lucha contra Inglaterra, por lo que se puede decir que, de su mano, andábamos metidos en el ajo bastante tiempo antes que el papelito que hoy se considera la base de la Nación más poderosa de la Tierra (Y endeudada), se tuviera siquiera en mente. El malagueño los tenía bien puestos y conquisto entre tanto la Florida Occidental para Carlos III, que andaba haciendo chapuzas para adecentar Madrid (lo mismito que Gallardón) con un golpe de mano que dejo a los bretones chalados perdidos. Además los atosigo por todo el arco caribeño mediante órdenes que buscaban impedir el suministro a los ejércitos reales desde el Sur.

Para los estadounidenses, la victoria sobre el inglés no hubiera podido ser posible sin el apoyo de Francia. Nada más lejos de la verdad. sin España que cubriñó todo el franco sur, suministro más de ocho millones de reales en material, armas, medicinas, alimentos, personal experimentado y libró entre el 76 y el 79 más de diez mil libras de pólvora, los continentales se hubieran quedado viéndolas venir. Sin el apoyo estratégico y militar de España Estados Unidos no existiría por mucho que los franceses les regalaran después la Estatua de la Libertad. Prueba de ello es la correspondencia que Gálvez intercambió con los futuros Padres de la Patria. El mismo Patrick Henry contestó tres veces reiterando el agradecimiento por sus esfuerzos, por los que el Rey de España le encargó hacer y por los que se desvivió a Bernardo de Gálvez, persona prácticamente desconocida entre los que tanto les mola presumir de las barras y estrellas.

En 1779 España declara formalmente la guerra a Inglaterra. Era hora de cobrarse lo de Cartagena de Indias, ellos se lo cobrarían despues en la independencia de nuestras colonias. Gálvez se apura aún más en su apoyo a Washington. El verano fue prolijo en victorias para el bando continental sobresaliendo Baton Rouge, Natchez y alguno más cómo Fuerte Fute. Jefferson en persona escribiría a Gálvez para demostrarle su agradecimiento eterno por la ayuda que en prestancia daría a las futuras tropas estadounidenses. Enero de 1780 se estrenaría con buena estrella para nuestr héroe, enarbolando la cruz de San Andrés con las reales armas del pendón de Mobile. Al año siguiente haría lo propio con Pensacola. Galveston se fundaría por aquellos años en honor al malaguita.  Unos meses después compartiria brindis por los Reyes de las naciones benefactoras de la Independencia, España y Francia. En octubre del 81, el dominio británico en Yanquilandia era historia y el propio Washington escribiría una carta de agradecimiento dirigida al mismo Carlos III.

Gávez cabalgaría, con el pabellón español junto al primer presidente de Estados Unidos en el desfile de la victoria. En 1784 el Congreso de los ya Estados Unidos agradeció, formalmente, su ayuda a España, al Rey Carlos III y a Bernardo de Gálvez que se retiraría cómo Virrey de Nueva España el año siguiente, muriendo un año más tarde siendo olvidado rápidamente por los estadounidenses a los que ayudó a emanciparse y por los Españoles que sómos expertos en enmierdar nuestra historia y olvidar a los héroes que la forjaron. Es en ese momento cuando, conjurado el enemigo inglés que aún se partiria la cara con el francés por la zona de Cánada, los Estados Unidos comienzan a urdir su Historia que, cómo todos sabemos, se iniciaría con un nuevo enemigo declarado suceptible de ser expulsado de sus dominios. Tiene gracia que al final, ese enemigo fuera España.

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2 comentarios:

Viriato dijo...

Me ha encantado esta entrada y me gusta bastante el tema que tratas.

Saludos.

Unknown dijo...

Me alegro que te guste, espero ir incluyendo varios artículos de éste tipo para los que nos apasiona la historia y los recovecos de la misma, se aceptan sugerencias.

Darle Caña a ésto: