Cuando yo era un chaval, no hace tanto de eso, no os vayais a pensar, mi madre me ponía en pie a las ocho y media, me metía un bollo de cacao o un bocata en la cartera y me facturaba con diez kilos de libros y material escolar variado a la escuela. Por entonces no había tanta mariconada cómo hoy. Los críos íbamos sólos a la escuela, aunque estuviera en la otra punta del poblacho. Comiamos cosas que hoy estarían catalogadas cómo armas de destrucción masiva y no hacíamos tanta mamarrachada después de clase. Los idiomas nos la traían floja comenzando a estudiar inglés a partir de sexto de la EGB. De informática, judo, música y pajeos varios ni hablamos, porque éramos niños y cómo tales, después de la escuela nos íbamos a jugar a la calle, hasta las tantas que iba nuestra madre a buscarnos y con un pescozón nos enviaba a casa, para cenar, hacer los deberes y acostarnos, que al día siguiente había de nuevo mandanga.
Éste suele un tema recurrente para los que ya vamos entrando en la segunda juventud. En mi caso me viene a la memoria porque con la cantidad de calles que tiene el pueblo, me fueron a poner una puñetera escuela de idiomas dos puertas más arriba y con las cien generosas plazas de aparcamiento que tienen las madres a cuarenta metros, totalmente gratuito, se meten con los coches en todos los huevos que pillan. Se las suda que sea cochera, que se quede serjado o que haya un paso de cebra. El niño no debe de saber andar y hay que meterle el coche en los huevecillos. Y es que de buscarnos las castañas para progresar en la vida (todas esas que van con el Mercedes, el BMW o el Audi son de mi quinta), hemos pasado a imbecilizar a los críos por sistema. Hay que llevarlos y traerlos, no se si porque no se mezclen con los mortales más desfavorecidos o porque no saben andar, hay que cuajarlos a idiomas, a ver si con diez años hablan hasta polaco, llevarlos a karate, música, ganchillo y fontanería. Además hay que impedir que se ensucien, se coman los mocos y esterilizarlos contra todo. Crear un guiñapo ostiable, sobresaturado, traumatizao, agobiado y sin defensas naturales. Lo que en mis tiempos era un puñetero desgraciado.
Yo no digo que la gente no se prepare con vistas al futuro. Pero es que lo que hoy se hace con los críos es de juzgado de guardía. Estamos creando engendros programados para ser infelices, aislados con videojuegos, ordenador y todos los caprichitos que quieran, agobiados hasta la neura aunque claro, luego tenemos al otro extremo, los Ninis, que no es que ni estudien ni trabajen porque no ven el futuro claro, es que sus padres no les dejaron las cosas claras cuando debieron y punto. A tal efecto ayer casi me llevo por delante con el coche uno de éstos, con chanclas, pantalones cortos, enseñando los calzoncillos KK, con más piercing que un muestrario de joyeria y un peinado cenicero que, te juro que si pones un cubalibre encima, se mantiene por si mismo. Una pena. Creo que antes no éramos ni tanto ni tan poco, de ahí que seamos tan felices y sepamos arrostrar la mierda de futuro que tenemos en éste país, éstos que vienen, por sobrepreparación o infrapreparación no serán felices nunca porque o se pasaran de competitivos o de perros muertos. Al final va a ser cierto el refrán, el que mucho corre (o le hacen correr= pronto para.
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