A pesar de lo que muchos crean sobre mí, escribir no me da de comer. Estoy en vías de lograrlo, pero es un camino arduo y por supuesto, en el que es preciso superar trabas por la misma naturaleza de la literatura y de personas que sin éstar directamente vinculadas a ésta, te fastidian igualmente. Es por ello que, al no poder vivir de ésto cual Pedro Rowling y no tener un exitazo tipo Jarry Petas, pues tango que pluriemplearme en la medida de lo posible pues yo también me endeudé en tiempos de vacas gordas y ahora, con las vacas flacas, el dinero entra conmenos presión pero la ejercen los acreedores es la misma o peor.
Así las cosas y no por cosa de la crisis, que también, yo trabajo los festivos que puedo de camarero. Es un trabajo que bueno, no es que sea mi gran pasión pero ayuda, vaya que si ayuda. Y en mi caso, siendo camarero de salón te ayuda a conocer y "calar" a la gente. Un camarero de salón, por norma general, sirve bodas, comuniones, cosas así. No se circunscribe mi experiencia a ésto. También he estado detrás de una barra, sirviendo terrazas de verano, en restaurantes, en burger, poniendo copas... Una experienca completa que he podido ir dirigiendo hacia la faceta de bodas, bautizos y comuniones, más sencilla, más regulada y por supuesto; mucho mejor remunerada.
Ahora, tras una Semana Santa que se ha dilatado por cosas del calendario lunar, me veo imbuido en una nueva campaña de "extras" que comienzan con unos siete fines de semana a piñón de sábado y domingo. Píñón que tiene como consecuencia que cuarenta críos y crías pasan por el altar al más puro tipo bodorrio de primera clase. Las comuniones están en boga a pesar de la insistencia de nuestros gobernantes por atacar a la Iglesia. A diferencia de las bodas, que cada vez se celebran más por el proceso judicial en vez de por el estamento eclesiástico, la Primera Comunión no tiene más sentido que realizarlo por éste último. Supongo que habrá sitios en que nohacerla empiece a ser normal. No hacerla en cualquier pueblo de Andalucía o España es tanto cómo quedar señalado para los restos. Y además no basta con hacerla y celebrarla, sino que hay que hacerla con toda la pompa, gastándose un riñón y dándole la máxima envídia a los vecinos.
Así pues, tras catorce o quince días haciendo comuniones te das cuenta de la inmensa hipocresía que rodea cada una de las acciones que, de manera ritual, llevamos a cabo los humanos. Cuando Jesucristo languidecía en el stipes de la cruz, seguro que no pensaba el inmenso negocio y la sucesión de hechos que desemboca más que en inculcar a los infantes la moral cristiana en permitir a los padres demostrar, aunque se endeuden hasta las cejas, el potencial economico que merece tal situación para no ser defenestrados por el "¿Que diran?". El Mesias se repensaría dos veces quedarse a verlas venir si viera cuanta escoria rodea a su Grey.
Que conste que no soy antiesclesiástico. Tampoco ateo. Hay días que me levanto más creyente y días que lo mando todo a paseo. Cómo todo hijo de vecino de clase media-baja que tiene que doblar la bisagra más que un baúl para pillar un plato de lentejas. La verdad es que es una cosa que me la bufa bastante. Soy muy liberal y cada cual puede creer en lo quequiera, a quien quiera y del modo que lo quiera. No estoy criticando que los críos hagan la comuniónpara pillar una Play Station 3 y una bicicleta. Estoy criticando una costumbre que ha surgido de una tradición. Tradición que por otro lado surgió de algo que no está muy claro que surgiera realmente cómo nos cuentan, que fue la institución de laEucaristía en la Última Cena. Dudo mucho que ninguno de éstos críos, salvo que sean de familia conservadora, muy vinculada a la Iglesía y de misa regular, recuerden de la Comunión el verdadero espíritu que la fundamenta. Más bien recordaran los regalos, la comilona y poco más. Los padres sólo recordaran el pastizal que se dejaron y que una vez hecha ya pueden respirar tranquilos hasta el día que casen al zagal o zagala y casí que tampoco deberían preocuparse más allá de que el niño o la niña se saque así mismo las castañas del fuego.
El salón en que yo trabajo durante éstas comuniones que nos asolan los meses de marzo a Junio, según caiga la Luna de Parasceve, es de un cierto caché. Buen servicio, calidad y tal que se traducen en pasta pro un tubo. Dinero fresco y abundante el que se mueve entre los asiduos a los fogones del mismo. Por tanto se puede uno imaginar que se espera de la clientela. Muchas veces gente sin demasiada clase que, eso sí, le sale el dinero por las orejas. Es de rigor decir que muchos son buena gente, del campo, sencilla, con unos ingresos someros pero en cierto modo, fuertes. Añado que no faltan los que sique tienen dinero, para lo que es tener dinero en un pueblo que, por elmero hecho dehaber triunfado en la vida, ricos de pueblo insisto, te tratan cómo la porquería que supone que es tódo aquel que no éste a su nivel dinerario. No sólo eso, sino que para compensar, supongo, algún tipo de carencia afectiva para con sus vástagos, les montan la de Dios es Cristo sin ningún tipo de lógica ni límite, convirtiendo un evento de integración cristiana enun escaparate de las vanidades cuajado de dispendios, regalos caros, comida aglutinante y un compedio de mal gusto de padre y muy señor mío.
Todo ésto lo comento a modo informativo de lo que uno ve y siente. No pretende ser una crítica, Dios me valga, pues perdería mi trabajo de fin de semana. Sólo pretende ser una ilustración de la eterna paradoja que une la Religión con el negocio. Paradoja que nos muestra que hacemos cosas por la diversión de hacerlas sin saber cual es su fundamento. Es lo mismo que casarse por el rito católico por que las fotos en el templo quedan muy bonitas o cazar por el gusto de matar y no por comer. Son cosas que no merecen la pena ser pensadas, seahcen por inercia más que por creencia, porque todo el mundo las hace y Ay de aquel que no las haga, será criticado por los siglos de los siglos, Amén. En mí me da igual que se haga, cómo y por qué. Es un trabajo bien remunerado no exento de alguna mala experiencia que, si embargo se olvida al poco, por lo que me da mucho igual las circunstancias que cada uno emplee en hacer de su niño/a el principe/princesa en ese día. Todo ello sin saber, casi contoda seguridad, que la Comunión es una integración más profunda de la persona en una comunidad a la que ya accedió de manera superficial con el Bautismo.
Por ello culmino diciendo que, sea tradición o costumbre, seguramente en su día yo haría lo mismo. Lo haría gastándome lo que notengo y terminaría dando un ejemplo patético de beodo inconsustancial cómo tantos padres a los que he servido estos años. Cada uno debe de ver sus limitaciones y hacer lo que tenga que hacer. Yo, por mi parte, espero que sea durante muchos años. Y que no falte.
1 comentario:
Con tantos escritos que has ido poniendo y que aún no he podido leer, hoy me he quedado con este último, pues me ha llamado la atención el dibujo y el tema.
Ahora parece que está de moda ser ateo o decir que se es ateo no sé, y está mal visto el ser religioso. Yo estoy como en una postura intermedia, necesito de lo espiritual y me asusta un poco pensar en la nada, este mundo está lleno de sufrimiento para todos, pero en especial para muchas personas que lo pasan realmente mal en unos lugares más que en otros, y no digamos para los animales... y sólo aunque fuera para "ellos" para los que lo pasan tan mal en este mundo, ya sería justo que hubiera algo mejor.
Es curioso pensar en ese mundillo que se monta en nuestras relaciones con los demás, en ese afán de querer darle lo mejor al vástago de turno en esos días de celebración tan especiales y ese funesto "qué dirán."
Esa hipocresía de la que hablas parece que la tenemos todos en mayor o en menor medida, cuesta tanto ser auténticos, es tan valioso y tan mal visto...
Creo que tienes madera de escritor por como enfocas tus escritos y me alegro de que esta profesión que ejerces en la actualidad te resulte positiva en los aspectos necesarios y en los de conocimiento y observación de las personas.
Iré leyendo tus escritos. Saludos.
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