Soy una persona que se considera pragmática en todo cuanto me pongo a hacer. Tomo siempre mis decisiones en función de la información que recibo y ésta por norma general suelo contrastarla lo suficiente cómo para que no me vendan la moto a destiempo. Es por ello que hoy escribo con bastante gusto éste artículo sobre mis compatriotas de la esquina nororiental del Reino.
El Conde de Barcelona, a la sazón título de mayor rango que rije en Cataluña es el que ostenta, con orgullo, Su Majestad el Rey. Y lo ostenta con el orgullo de aquel que es Rey de todos los españoles, catalanes incluidos. Y son los catalanes tan españoles cómo lo son los andaluces o aquellos que, en ultramar se sienten cómo tales aún sin poseer un Documento Nacional de Identidad expedido por nuestro Ministerio del Interior. Hago hincapié en ésto pues estoy bastante molesto de la libertina forma en que se manipula el sentimiento catalanista en favor de algunos nacionalistas radicales aka independentistas o separatistas.
Tengo buenos amigos que son catalanes. Gente trabajadora cuyas preocupaciones son las de cualquier persona normal. Un trabajo, no enfermar, salir, la hipoteca... Gente que sabe hablar catalán tan bien cómo castellano. Que en su círculo íntimo podrán o no hablar en su lengua pero, que cuando están con gente que no sabe le hablan en castellano, pues esta es la lengua de todos los españoles y más que un derecho, es un deber conocerlo. Es por ello que no entiendo que pintoresca polémica hay de un tiempo a ésta parte de joder la marrana con esa parte de las costumbres catalanas. Entiendo que los políticos catalanes, que en su amplio espectro, de derecha a izquierda son nacionalistas, con la excepción más que loable de Cidudadanos no nos llamemos a engaño, pretendan engatusar a la población con el concepto España= todos nuestros problemas.
Me gusta mucho ver cómo unos imbéciles con trajes carísimos que pagamos entre todos y que se supone que nos representan se enfrentan siempre en el hemiciclo del Congreso a cuenta de una polémica fragmentaria que no nos creemos ninguno. Yo al menos no puedo creer que los votantes de uno u otro partido deseen una escisión del país, su empobrecimiento o simplemente su destrucción. Creo más bien que esos políticos, malos administradores por sistema no tienen ni pajolera idea de cómo sanear los agujeros de las arcas públicas que han creado entre todos y deciden tirarse esos trastes que entretienen a una población que, cada vez tiene menos interés en las crisis identitarias y más en llenar el frigorífico.
El Presidente de la Generalidad es el Representante del Estado ante el pueblo de Cataluñay a la inversa. Debería pensar en cuán flaco favor hace a esos españoles que viven en su región si va por el camino de la confrontación. No debe saber que al resto de los pobladores de éste país nos da igual quehablen catalán o castellano, que lo quenos importa es lo mismo que al padre de familia de Mataró, que al fin y al cabo, si ésta en el paro y lo llaman a trabajar en Málaga va a hablar en castellano cómo el que más. Señores y señoras catalanes/as, les muestro toda mi solidaridad y apoyo en el continuo sufrir que tiene que ser aguantar a unos especímenes que, a parte de hincharse a trincar del erario público, no cejan en su empeño de ponerles en contra del resto del país. En un momento en que la unión debe de hacer la fuerza y en verdad, a pie de calle se hace, pues las exportaciones al resto del pais son mas del cincuenta por ciento del PIB de la Comunidad, todos nuestros políticuchos se dedican a darse palmaditas en la espalda en los pasillos del Congreso mientras en la tribuna hacen el paripé sobre su ruptura con el resto de España.
Yo creo firmemente que los nacionalismos se curan viajando. Conociendo otras gentes, otros lugares. Otras realidades. El amor a otros pueblos se consigue indagando, estudiando su historia propia y la común con todos los demás. Sabiendo que los catalanes de hoy son hijos de los andaluces del ayer y que en verano acuden en masa a sus pueblos cómo antaño hicieran sus padres. Entonces no se piensa en identidad, en idiomas, en política. Se piensa en la hermandad, el disfrute de la familia y en dar lo mejor de cada cual. ¿Por qué éste sentimiento no se puede dar entre nuestra sobreremunerada e infrapreparada casta política? Simplemente por que si todos somos iguales sus privilegios cantan demasiado y todos ellos y aquellos que están chupando del bote bajo el alón ya sea con la excusa catalana o española podrían verse abocados a la guillotina.
Desde éste blog me comprometo a dar cuenta de todos aquellos aspectos de la cultura catalana por cuanto el desconocimiento en el resto de España provoca el rechazo al que nos tienen acostumbrados y que les favorece para mantener su feudo y privilegios. Cómo la catalana todas aquellas idiosincracias que puedan darse en nuestro país son bienvenidos y las exponcré de lamejor manera posible. Cataluña construye España de igual modo que cualquier otra comunidad, cada uno de sus ciudadanos contruye una vida en común en conjunción con todos los demás de nuestra vieja Piel de Toro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario