Es mi intención, pues así la siento, mostrar a todos mis visitantes cuantos lugares pueda visitar en ésta corta pero intensa vida que a todos se nos otorga y por la que estamos obligados a avanzar. Abro esta nueva faceta del blog con un sitio por el que he pasado montones de veces y cuya singularidad y especial misticismo por cuanto representa y muestra no deja indiferente a nadie.
El Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza está enclavado en un monticulo peñascoso que, por sobresalir de forma evidente de los restantes montes aledaños recibe el nombre de El Cabezo. Este montículo o cerro alberga en su cúspide, de manera ostentos y elegante un edificio de talla ferrea a base de fuertes sillares de granito que sin embargo no impidió que durante la Guerra Civil Española se viera mermado y derruido a fuerza de bombas y obuses del Ejercito Repúblicano.
Aún así durante el franquismo el Santuario fue reconstruido y hoy en día goza de un importante flujo de personas durante todo el año que se acercan para ver a la Virgen, que por el nombre del cerro se denomina "de la Cabeza" y que es la Patrona de la Diócesis de Jaén.
En este primer artículo relativo al lugar que ocupa en Sierra Morena el Santuario y que nos ocupa tanto en el lugar del mismo cómo sus aledaños, me centraré en el primer sitio que llama nuestra atención y que no es otro que el Mirador del Peregrino.
Este lugar no exento de cierto misticismo y un indudable encanto está enclavado a unos diez kilómetros del Santuario. Se encuentra al final de una leve pendiente descendente que cierra en una curva justo despues de las Viñas de Peñallana.
Es en este lugar donde por primera vez se divisa el Sacro Lugar y tal bendición queda señalada con una enternecedora escultura que, aún amputada en la mano del guia que nos señala, nos muestra nuestro destino que, si bien es sobrecogedor de día, de noche, en tal paraje a la luz de la luna nueva y con el Santuario encendida cómo una tea es simplemente increible.
Refiero en primer lugar éste paraje por ser, durante muchos años algo que me ha gustado por su misticismo. Es cómo una comunión con la naturaleza y la trascendencia que supone el peregrinar por esos campos hasta llegar al camarin de la Virgen. Durante mi infancia y adolescencia, el día de la Romería, a la sazón el último domingo de Abril era un acontecimiento esperado por toda la familia. Ese domingo, muy de madrugada, salíamos con dos o tres coches cargados hasta los topes para acudir a la cita anual. Despues de la procesión todos salian en masa hacia los merenderos situados en las riberas del rio Jándula. Al final de la jornada regresábamos sucios, sudados, cansados y henchidos de orgullo de haber cumplido con la Tradición.
Es por ello que éste punto era especial. Aqui se iniciaba, ya sin perderlo de vista, el tramo que nos quedaba al Santuario y por la noche a la inversa, con lo que se convertía en una suerte de principio y final de una prueba que nos llevaba de satisfaccion, de un camino lleno de maravillas entre parajes inconmensurables por un camino infernal, relleno de curvas y lleno de estrecheces que culminaba en el llano del Cabezo con el Santuario en alto, dominandonos orgulloso y altivo al lado de aquella enorme antorcha votiva en la que miles de peregrinos arrojaban velas que la mantenían ardiendo durante todo el tiempo que duraba la romería. Os dejo aqui algunas fotos de tan singular lugar que me trae tan bellos y lejanos cómo cercanos y henchidos recuerdos del ayer y del hoy.
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