Foto de Internet. Pánfilo de Nárvaez, gobernador de La Florida. |
Entre los españoles que acudieron prestos a la conquista del Nuevo Mundo, recién descubierto por Colón, no podemos dejar de referirnos a uno de los Adelantados y primeros Gobernadores de la Florida que, cómo conquistador, saltó el trecho Atlántico para ejercer sus labores de Conquistador. El mismo es Pánfilo Narváez, nacido, casi con toda probabilidad en la segoviana localidad de Navalmanzano, on las lógicas suspicacias, en el año de mil cuatrocientos setenta. Habría fallecido relativamente joven, sin haber cumplido los sesenta en mil quinientos veintiocho en plena Florida. Su origén, según historiadores, podría estar también en Valladolid. Sin embargo de los pócos que se hace eco de ésta procedencia es Bernal Díaz de Castillo, situándolos todos los demás en Tierras de Cuéllar en general y más particularmente en la localidad referida de donde era oriunda la familia Narváez en aquella época, merced a los estudios que situan a bastantes parientes prominentes y protagonistas de la Carrera de Indias en la zona segoviana.
Al Caribe de Cabeza.
Pánfilo de Nárvaez y a las órdenes de Juan de Esquivel, se fogueó contra los indios que poblaban la Isla de Jamaica en su primera fase española. A posteriori, en mil quinientos nueve, sería ascendido a segundo del entonces gobernador de la Isla de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar, colaborando en todo su posible en la españolización del nuevo enclave. Sería protagonista de un fatídico hecho por el cual protagonizaría la matanza llamada de Caonao, una aldea situada en el centro de la Fidelísima. Se supone que Narváez y sus hombres pasaron a cuchillo a mujeres, hombres y niños que se acercaron con alimentos para saludarles. Éste hecho sería uno de los puntales de la posterior Leyenda Negra, ya que el fraile Bartolomé de las Casas habría sido testigo del frenesí en el exterminio de una partida indígena que ni tan siquiera habría hecho por defenderse. Posteriormente, y uniéndoseles también Juan de Grijalva, otro expedicionario, se alcánzaría la punta más occidental de la isla en mil quinientos catorce.
Uno de los episodios por los que se hizo famoso Narváez, sería por su intento de aprensión de Hernán Cortés. Éste se embarcaría rumbo a occidente en mil quinientos dieciocho desobedeciendo los mandatos del Gobernador General de Cuba, Velázquez, que encomendaría a Pánfilo la misión de traerlo de vuelta vivo o muerto. De lo infructuoso de éste hecho, proviene el dicho "hacer o ser un pánfilo", ya que no sólo pudo bajar del burro a Cortés, sino que al final quedaría en su poder y hecho prisionero por dos años. Todo porque el prestigio de Cortés iba en aumento mientras su estrella se iba poco a poco opacando. Así, al tomar tierra en tierras mexicanas y más concretamente en el primer enclave en el Nuevo Mundo continental, Veracruz, muchos de sus hombres decidieron jugar apuesta segura pasándose de inmediato a las filas de Cortés. Entre ellos, quizás el más conocido, un tal Sancho de Barahona, apodado el viejo por las cargas que ya llevaba en la conquista y que sería antepasado del primer presidente centroamericano, Manuel José Arce.
De Veracruz a Florida.
Pánfilo Narváez conocería finalmente la derrota en Zempoala, en las inmediaciones de Veracruz, el día veinticuatro de mayo de mil quinientos veinte, unos días antes de la conocida Noche Triste. Sería herido en la contienda en su ojo por el atino en el uso de la pica de Pedro Sánchez Farfán, soldado de Cortés y quedaría así, herido y derrotado en su posesión, siendo trasladado a la Villa Rica de la Vera Cruz donde quedaría recluido durante algo menos de dos años. Según los datos que a posteriori daría el mismo Cortés, en junio de mil quinientos veinte y estando Narváez convaleciente aún de su herida, se dió un caso que prueba la ferocidad de los residentes mesoamericanos, al caer la caravana en la que viajaban y que estaría compuesta de unas cinco centenas y media de expedicionarios en manos de Texcoco. Sufrieron canibalismo ritual y se conoce por los últimos estudios que al menos veinte españoles, siete negros y dos mulatas estarian plenamente identificados entre el grueso de la expedición que sería sacrificada a sus dioses en rituales guerreros y cómo advertencia a Cortés ante lo que acontecería de continuar adelante.
Pasados los dos años, Narváez sería puesto en libertad y retornaría, con el rabo entre las piernas, a España. Así tuvo conocimiento de que el Emperador Carlos I le había puestoen comisión cómo Adelantado para conquistar La Florida para la Corona de España. Cómo no podía ser de otro modo, la empresa, que se antojaba peligrosa, farragosa y cuajada de peligros le otorgaría el título de Gobernador de todas las tierras que descubriera desde los límites marcados por el Río de las Palmas hasta el confín de la extensa península. Embarcó al frente de una flota en la desembocadura del Guadalquivir, Sánlucar de barrameda el diecisiete de junio de mil quinientos veintisiete, aventurándose de nuevo en el Atlántico con cinco navíos y seiscientos hombres. En arribando a Cuba las tormentas y deserciones fueron la tónica dominante no pudiendo arribar la expedición a Florida hasta casi un año después, en Abril de mil quinientos veintiocho. Serían finalmente unos trescientos infantes los que desembarcarían para remontar la Península.
Expedición de la florida y fín de su vida.
Su primer cometido en la exploración fue la búsqueda de oro. Para lo cual envió a los barcos y parte de la tripulación a un puerto destacado conocido por sus pilotos en el entorno de río Las Palmas. Internóse así en la espesura de los manglares y pantanos hasta encontrar una tribu, cercana a la bahía de Tampa donde trabó amistad con un cacique local llamado Hirrihigua. Allí esperó a sus buques y tras hacer aguada, continuó la expedición hacía el norte. Cómo las envidias estaban a flor de piel, no tardaría en ser envíada una expedición para capturar a Narváez desde Cuba, momento en el cual el cacique consiguió engañarlos para que desembarcaran, pudiendo aprisionar a cuatro. El resto huyó pero para el indio aquellos desdichados eran suficientes para labrar su venganza. Ésta sería cruel y consistiría en hacerlos correr alrededor de la aldea desnudos, mientras sus arqueros disparaban sus flechas sobre lugares no vitales con el objetivo de matarlos poco a poco y entre tremenda agonía.
Por su parte, Pánfilo, que se habría zafado de sus perseguidores, continuaría algo más su exploración del interior de La Florida, hasta que astiado de luchar contra los indios y no encontrar las riquezas que anhelaba, decidió dejar el interior y alcanzar la costa hasta poder reembarcarse. Su idea sería costear todo el golfo de México hasta llegar a Nueva España. La empresa se vería frustrada de manera brutal por una portentosa tormenta, un huracán que, en el entorno del Delta del Mississipi haría naufragar las debilitadas embarcaciones. Nárvaez perdería pues la vida en dicho naufragio, salvándose sólo cuatro hombres, Andrés Dorantes de Carranza, Alonso del Castillo Maldonado y Álvar Núñez Cabeza de Vaca, amén de un esclavo bereber llamado Esteban. Álvar relataría su viaje hasta Culiacán, Sinaloa y su increible periplo a través del sureste de lo que hoy es Estados Unidos a lo largo de ocho años y a pie hasta encontrar un enclave español. Por su parte, el cadáver de Pánfilo Narváez continuaría desaparecido en las aguas del Caribe para la eternidad.
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4 comentarios:
Es increíble que pudiéramos hacer nada allí. Los peores enemigos de los españoles eran los españoles mismos. Quiza esa indisciplina y personalismos es lo que hizo que como Cortes se jugaran el triunfo o la horca.
Saluditos.
Describes la historia de un FRACASADO y como tal pasó su vida de militar-político-oportunista.
Cortés murió en Castilleja de la Cuesta, Sevilla, en una de sus propiedades, muy respetado. Aunque su gran fortuna en tesoros americanos se lo habían robado muchos años antes.
Zorrete, el caso es que lo hicimos y es más, eso era una ventaja, pues la indolencia y la indisciplina eran facilmente dirigibles contra cualquier objetivo enemigo. Así los mariscales lo aprovechaban para enfocar la furia española en las ciudades de Flandes sobre las que dejaban caer a las tropas con el ánimo de saquear cuando la soldada se retrasaba demasiado.
Javier, unos crian la fama y otros caldan la lana, cómo se dice en mi pueblo. Pánfilo caldó la lana mientras Cortés, merecidamente, ganaba la fama. Por mucho que nos lo quieran poner ahora de genocida.
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