miércoles, 31 de octubre de 2012

Desastres Militares. La Batalla del Cabo Passaro.

Foto de Internet. Batalla del Cabo Passaro. Richard Paton.
Durante el siglo XVIII, la decadencia española tendría por fin su acometida principal viéndose claramente que el ocaso del Imperio corria inexorable hacía su fin de manos de los nuevos actores europeos, entre ellos Inglaterra y Francia. Una de las muestras que empezaron a hacer creer que el fin estaba cerca, aunque en realidad la supremacía Naval Española era aún ostensible y nos quedaría un siglo largo de demostrar que estábamos a medio fuelle pero no hundidos, fue la Batalla del Cabo Passaro o también Passero. En la misma, España, capitaneada ya por el Borbón Felipe V y cuya flota en aquella ocasión se encontraba capitaneada por Don Antonio Gaztañeta y Fernando Chacón, se enfrentaría a la flota británica bajo el mando del almirante Sir George Byng. El incidente, en el que nos darían para el pelo preparándonos para las grandes batallas que unos años después nos harían entrar en la leyenda tendría lugar con los calores del once de agosto de mil setecientos dieciocho.


La Cuádruple Alianza. 

La batalla  del Cabo Passaro fue una derrota en toda regla para España y podría encuadrarse en el marco de las hostilidades de la Guerra de la Cuádruple Alianza. Guerra donde Francia, el Imperio Romano Gérmanico, Provincias Unidas, Inglaterra y el Reino de Sicilia presentaron batalla contra España por las pretensiones territoriales de Felipe V sobre territorios italianos. Eso sí, cómo es tradicional a su falta de honor y acorde a su carácter pirata, los ingleses atacaron sin mediar declaración de Guerra. Todo ello ya llevaba un tiempo cociéndose con el caldo de la ambición. España e Inglaterra mantenían una tensión diplomática tal que si fuera una cuerda de guitarra en su máxima extensión. Cómo España insistía en reclamar para sí los territorios italianos a los que suponía tener derecho merced a las tradicionales pretensiones españoles sóbre Nápoles y Sicilia. De resultas de la falta de reculo de España, Inglaterra meneó sus hilos y el dos de agosto de mil setecientos dieciocho la Cuádruple Alianza se firmaba en contra de Felipe.

La excusa sería el desembarco de tropas por parte de los españols en la isla de Córcega y Cerdeña y su posterior invasión. La primera operación de respuesta por parte de los británicos fue un despliegue monumental de su flota, la que unos años más tarde les finiquitariamos en Cartagena de Indias, en torno a Messina, para hacer bulto y arrebatarles la plaza despues, de asediarla , a los soldados de Felipe. No obstante, no había declaración de Guerra de por medio, por lo que el despliegue naval inglés, a parte de aparatoso, no parecía revestir ningún tipo de amenaza. Por ello Don Antonio de Gaztañeta, a la sazón general de la Armada destacado en Sicilia partió desde Messina con la creencia firme y sincera de que que los Ingleses estaban allí no en plan chusco sino cómo una especie de excursión estival. En sí, incluso uno de los purpurados cardenales españoles había empeñado el honor en que los británicos no iban a darnos la del pulpo cómo al final sucedió.

Traidores y por tanto chasco declarado.

No considerando la amenaza plausible, Gaztañeta continuó la travesía sin ningún tipo de precaución ni dió la orden de posicionarse en orden de combate. Al no haber orden de batalla y no incorporar navíos artillados ni fragatas en vanguardia, la carne de cañón estaba servida. Así transcurriría la tarde noche del día diez y pasaría toda la madrugada hasta el día once. La flota española parecía estar de paseo, dispersa, sin orden definido y agrupada en unos tres conjuntos de naves. Mientras, los ingleses, que sí sabian a qué iban, mantuvieron posiciones y adoptaron en todo momento el orden de combate con sus batería perfectamente posicionadas. Ésto hizo a Gaztañeta desconfiar pero, por desgracia, ya era demasiado tarde y la flota española estaba definitivamente vendida. Cuando quiso plantar batalla adoptando la posición de combate el inglés ya estaba posicionado con ventaja y a Barlovento. De nada sirvió el intento rápido de maniobra e incluso el remolque de los navíos más pesados a galera.

Bying por su parte acometió por retaguardia con el viento a favor. Fiel a su carácter británico atacó por la espalda a los elementos más atrasados y desprotegidos. Así el inglés hizo pedazo al navío Real, al Águila de Nantes, la Tigre y la San Isidro, todas fragatas y algunos buques auxiliares y de transporte. Ante la tesitura, el Marqués de Mari, comandante de grupo ordenó embarracar los barcos y prenderles fuego ante el atosigamiento de los seis navíos británicos que se habían ensañado con ellos. Sólo un buque pudieron reflotar los ingleses, dándose por perdidos todos los demás en la cercanías de Avola. Quedando éste grupo fuera de combate, Bying puso proa al resto de buques dispersos en la mayor de las confusiones ante lo sucedido. Casi siempre en proporción de dos buques británicos a uno español, fue cayendo el resto de la flota, siendo el primero el Real San Felipe, acosado por siete buques enemigos e hiriendo en la pierna a su comandante, Gaztañeta.

Negra página para la Historia Naval española.

La masacre continuaría con la Volante al intentar ayudar al Insignia. El principe de Asturias resistió lo que pudo y se rindió a punto de hundirse. La Santa Rosa aguantó la embestida de cinco buques británicos durante tres horas y así casi toda la flota. Muchos de los navíos se salvaron entendiendo que era más factible la huida que presentar batalla y las galeras salvaron el pellejo pegándose todo lo posible a tierra donde los buques británicos, de mayor calado, no podían arrimarse. En suma fue un castigo enorme para toda la flota basado en el pecado de haber sido demasiado confiado de Gaztañeta. Simplemente los ingleses se mantuvieron todo el tiempo en orden de combate y en su momento sólo tuvieron que acometer partiendo la flota española por la mitad. Unos meses más tarde delas hostilidades, el diecisiete de diciembre de mil setecientos dieciocho, los restantes paises de la Cuádruple declaraban la guerra a España de la manera formal que no había tenido Inglaterra.

Tras dos años de hostilidades de gran entidad en la que hubo cuantiosas pérdidas personales y materiales, la Guerra de la Cuádruple Alianza se dió por concluida con el Tratado de La Haya. Por el mismo, España aseguraba renunciar a todas sus pretensiones sobre los territorios italianos. En sí, no hubo demasiadas pérdidas ni modificaciones territoriales por lo que España, salvo por la flota salió relativamente bien librada. Con datos en la mano, al mando de Antoñio Gaztañeta, que tras éste episodio fue bastante menos condescendiente con los británicos, estaban un navío de setenta y cuatro cañones, ocho de sesenta, cuatro de cincuenta, tres de cuarenta, dos de treinta, tres de veintiseís, uno de catorce y trece embarcaciones menores. Al mando de George Bying estaban un navío de noventa cañones, nueve de setenta, siete de sesenta, dos de cincuenta, uno de cuarenta y cuatro y seis barcos menores, fundamentalmente transportes de tropas. Un día negro para las armas españolas.

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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen relato y muy bien contado. Te felicito y agradezco que traigas a Internet estos sucesos históricos.

Deben de conocerse, tanto los favorables como los contraris.

Norma dijo...

Gracias por contarnos la historia. Me gusta mucho la historia antigua y medieval. Ja ja, en otra vida debo de haber vivido en ellas. Lo que cuentas no deja de ser apasionante, más para los hispanoamericanos. Sería lindo viajar en el túnel de tiempo, un día ser Cleopatra, otro día Napoleón.
Es un gran placer leerte.
Te cuento que hace 5 meses me caí en la calle y me fracturé el fémur, mucho tiempo de cama, y, ya tenía operaciones en ambas caderas, hacen que mi recuperación sea extremadamente cuidadosa, estoy caminando con andador y progresando a diario. Leer los blogs me hace muy bien. Gracias por publicar. Besitosssssssssssssssss

campoazul dijo...

Me has hecho recordar esta parte de la Historia que de alguna manera se va quedando almacenada en mi mente y apenas sale. Me gusta la historia pero esas guerras que tantas vidas se ha llevado me parece absurdas y sin embargo nosotros tenemos y somos lo que ellos han conseguido… una contradicción por mi parte. Pero reconozco que por lo menos luchaban por algo no como ahora que luchan porque se aburren algún mandamás y muere gente por nada o por ideologías demasiado severas. En fin… guerras = muertes.

Besitos.

Unknown dijo...

Javier, cómo ves mi compromiso por demostrar la grandeza de la historia de España sigue siendo firme, ya sea en lo bueno o en lo malo.

Unknown dijo...

Norma, gracias por dejarte caer por aquí. No sabía que había estado accidentada. Siempre es bueno saber que vas en un buen camino de recuperación. Gracias por pasarte por aquí, siempre eres una visita de excepción...

Unknown dijo...

campoazul, la guerra es inevitable que conlleve muertes. Ahora bien, piensa que las guerras siempre existirán y que llegará el momento en que inevitablemente te veas en la tesitura de elegir entre tu muerte y la del que viene a arrebatarte la vida. Es un enorme juego de ajedrez en el que todos sómos peones y el arte consiste en comer o dejarse comer.

Darle Caña a ésto: