Manifestaciones que se echan en falta.

Hoy ha sido el día grande en el que el abertzalismo ha dado un paso más en post de justificar su caracter asesino. Puesto que ni catalanes ni vascos y algunos gallegos no se consideran españoles, creo que no cabe en la cabeza de más o menos cuarenta millones de españoles que, primero, la Policía vasca ( a sueldo de los abertzales que en sí, manipulan todo lo vasco) no haya cargado contra esos indeseables y, segundo, que no haya en España las mismas y equivalentes manifestaciones por lo contrario en todas y cada una de las localidades de las que fueran oriundos víctimas de la banda de hijos de puta de eta. Así pues, España sigue hundiéndose en su propio cinismo mientras, allá, en Guipuzcoa y Donostia el abertzalismo sigue moviéndose cómo pez en el agua. Agua turbulenta removida convenientemente por un sucialismo que ha generado escombro a más no poder cómo contraprestación a fin de perpertuase en un poder del que, gracias a Dios, los españoles de bien le hemos apeado.

Acoso.

Mientras nuestros medios, nuestros mierdosos medios de comunicación siguen haciendo programas para desenmascarar al enésimo negocio irregular no comulgante con la izmierda, se remueven conciencias con el millonésimo centro irregular de atención a ancianos o simplemente se siguen invirtiendo ingentes cantidades económicas en lobotomizar a la población con programas en los que inútiles y analfabetos funcionales se hacen populares y se forran a costa de la telemierda, nuestro inefable izquierdísmo radical vasco gana posiciones en pos de una escisión del estado. Escisión que parece, se controlará en Cataluña mediante el control presupuestario por parte del Estado, algo que a los nazionalistas polacos ya les va produciendo sarpullidos. En Vasconia por el contrario, Bildu ya está clasificando a la población entre pueblo elegido (vascohablante) y elementos a eliminar (castellanoparlante), todo ello en un descontrol estatal por la carencia del único elemento que entienden y temen, la Guardia Civil.

El acoso es evidente. En cualquier punto de la geografía española donde el sucialismo que pretende renovar Chacón (empezando por los más gilipollas de todos, los que le jaleaban en Olula del Río, provincia de Almería, muy lejos de la sede del PSC de la que se supone es secretaria general) ha ollado el pie, la pobredumbre, la miseria y el descontrol fraudelístico es la tónica dominante. Si a ello añadimos la presencia del nazionalismo la cosa va a cotas cercanas a los tiempos de la  desmembración del Imperio Español. En aquellos tiempos el enemigo procedía de fuera. El masonismo británico y la traición de personajes cómo San Martín o Bolivar hicieron que el Imperio cayera. Ahora el enemigo está dentro, profesa la izquierda y se llena la boca de palabaras cómo democracia, unidad o diversidad, pero su único objetivo es reproducir, en el estado autonómico, lo mismo que los secesionistas criollos, dispuestos a arrasar América Latina masacrando a la población han llevado a cabo hasta el día de hoy.

Derribo.

El mejor puñetazo es el que no se da. Enardecer el abertzalismo mediante la difusión de la bazofia que van soltando por la boca es hacerles el juego. Por ello cualquier difusión de noticias de esa gente debería ser considerado colaboracionismo con banda armada. Justo después de pasarse por al piedra judicial a todos los que, empezando por legalizar a Bildu y permitir que Amaiur llegara a las instituciones. Una limpia total y absoluta al estilo hebreo. Llegar al agujero, sacar la basura y cauterizar la herida. Lo demás no sirve. Ni la democracia garantiza la igualdad ni proteje los valores nacionales a los que prostituye cada vez que uno de esos mamones de la judicatura no prohibe, vía leyes inmundas aprobadas por nuestra clase politicástrica una manifestación de los que defienden a los animales que, en su día, cercenaron la vida de inocentes por la única obsesión de conseguir un estado independiente en el que perpetuar la dictadura del marcismo que tanto propugnan. Un fin que a todas luces nos repugna y envilece.

Nos envilece por el hecho de permitir que esos enemigos de España sigan atentando contra ella de manera incólume amparándose en una libertad de expresión que ya no podrán ejercer aquellos que sepultados o incinerados fueron enviados al más allá por los asesinos que ahora se pudren (por desgracia no eternamente) en prisión. Se reclama, por miles de voces, que se legalice una situación, que se entrege legitimidad a una banda terrorista en una vulneración del orden lógico que debe regir todas las relaciones y bases legislativas humanas, el derecho a la vida. Hoy, una vez más, los asesinos siguen riéndose de una sociedad española adormecida que es incapaz de apoyar vivamente a las víctimas, que es incapaz de clamar no por lo que el abertzalismo reclama tan vivamente sino por todo lo contrario, por alejarlos, incomunicarlos y condenarlos al ostracismo al que ellos condenaron, via tiro en la nuca o bomba lapa (formas de indudable valentía que nos muestra la valentía de esos valerosos Gudaris) a los que hoy yacen en una urna o bajo una lápida.

El último que apague la luz.

Mientras el pueblo español afronta un futuro incierto, inmerso en una crisis sin precedentes por la cual todas las estructuras heredadas y modificadas que no refundadas del franquismo se resquebrajan, el abertzalismo coge carrerilla financiándose abundantemente con nuestro dinero. Se permiten el lujo de disgregar al español del vasco de puro Rh y los maketos estamos, hoy más que nunca, en el punto de mira de la eta que, agazapada y reorganizándose, está esperando el punto de inflexión para volver a matar. Mientras, sus más fervientes valedores, aquellos que vociferaban el "eta mátalos", vociferan ahora por traerse esa mierda a casa. España se juega su futuro y es el único país del mundo donde la secesión no sólo tiene voz y voto, sino que es financiada, apoyada y valorada cómo si de representantes de pleno derecho de todos los españoles se tratara. Hoy España ha perdido un poquito más, cómo pierde cada vez que esa chusma sale a la calle sin encontrar su contraprestación en el resto del Estado. Patético y real. Cómo la vida misma.

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