En éstos días infaustos e inciertos, golpeada España por la desidia, la dejadez de una clase politicástrica a la deriva, reventados los frenos de la corrupción y olvidados completamnete nuestros errores con la consiguiente condena a repetirlos, quiero hacer un pequeño y sentido homenaje a aquellos que aún así, continuan, hoy cómo ayer, interpérritos ante la desazón y el nefasto destino. Se interponen hoy cómo ayer ante la desgracia y el desastre y prestan su pecho a la Muerte si con ello logran salvar otra vida. Es en éstos días en que se celebra la onomástica de su Patrona, la Virgen del Pilar cuando hay que volver la vista a un lugar, mudo y pétreo testigo de lo que hicimos, de lo que fuimos capaces de hacer y a lo que nos volvemos a encaminar sin remedio por ser cómo sómos y no saber o no querer ver donde está el límite entre lo estúpido y lo inevitable. Aún así, hoy cómo ayer, sabemos y podremos estar seguros de que seguirán ahí, para defendernos, para protegernos. El Benemérito Instituto de la Guardia Civil.
Y fue en las lunares tierras de Jaén, en las agrestes piedras de la Sierra Morena, en el cerro que por su altura y soledad, perféctamente distinguible de los que le circundan, se derramó sangre de guardía civil. De mujer, de esposa, madre e hija. La sangre que impregnó aqueyas peñas fue de hombre, de anciano, de derecha y de izquierda. Durante aquella guerra que desangró España, que la hizó arrodillarse ante sí, que hizo matar a hermanos por hermanos hubo un punto de resistencia en el Cerro del Cabeza a manos de un puñado de Guardías Civiles, sus familias y algunos paisanos que sabiendo cómo se la gastaba el enemigo, no los republicanos, sino su ala más radical y asesina determinaron que era mejor morir en un santuario que en la pared del cementerio más próximo. Aquel hecho, el Asedio de mil novecientos treinta y siete son recordados en un monumento compuesto por una inscripción bajo un águila monumental que custodia la espada y las fasces, símbolo de la inmortal Guardia Civil.
Águila que monta guardia amenazadora contra quien ose entrar con el arma en lugar de con el alma en semejante lugar, Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza y monumento inmenso a la valentía de unos pocos hombres que sin apenas armas, ni munición, sin pertrechos, ropa o alimento, resistieron la acometida del ejército repúblicano durante casi un año, siendo precariamente abastecidos por Carlos Haya, aviador del Ejército Nacional que, jugándosela, a la noche y sin temor, enviaba comida, munición y pertrechos siempre en calidad escuálida. Tan hecho recuerda el bajo relieve del Rokisky del Ejército del Aire que se asienta en un lateral del Monumento a los Caidos. Un pétreo y sin desvastar altar sobre el que una enorme Virgén de Piedra sostiene aquella Laureada que fuera concedida a Santiago Cortés, capitán y jefe de los defensores y que ahora luce "la Morenita" cómo recuerdo eterno de lo que allí se gestó, muerte, sangre y miedo en los albores de la peor Guerra Fraticida que nuestro país ha conocido.
Hoy, un pequeño cementerio compuesto por una pequeña capilla, algunas losas anónimas y un muro con el nombre de todos los fallecidos en la Defensa del Santuario, recuerda el hecho que allí sucedió a las generaciones venideras que, por desgracia, sólo se acercan al lugar para romerías y picnis. La Guardia Civil encontró en aquel lugar un altar en piedra en el que inmortalizar su eterna lucha contra el mal que nos aqueja y que no es otro que el de no saber ver más allá de la ambición y la estulticia. Pequeño homenaje el que rindo con éstos textos y fotografías a aquellos que siguen penando bajo los luceros, sobre la calzada ardiente, con lluvia, viento, nieve o granizo. Que salvan vidas, protegen haciendas y mueren con la mejor recompensa que es la íntima satisfacción del Deber cumplido. Nunca falte una plegaría para loshombres del tricornio, los de la capa y el fusil y la bota desgastada de tanto patear los caminos del tiempo en pos de una sóla consigna, pues el Honor, es su divisa.
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3 comentarios:
Has realiazado un emocionante homenaje a los defensores de aquella peña en plena guerra civil.
Buenas imágenes.
Un homenaje, Javier, que se hace grande y eterno en aquellos parajes en los que la desdicha obró el derramamiento de sangre en la lucha de hermanocontra hermano.
Muy bueno el articulo sobre el asedio al Santuario de la virgen de la Cabeza y la defensa por parte de miembros de la Guardia Civil . Gracias amigo y las fotos muy buenas, la pena es que no este en las condiciones que tendria que estar.
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