Anduve yo el miércoles en la Alhambra. La inmortal Roja que, por el color de sus sillerias y ladrillos es conocida. Una monumental obra erigida por la voluntad del hombre para el placer del hombre que significó, y significa, uno de los espejos donde, con orgullo, se mira la ciudad de Granada en particular y España en general. Un lugar mágico, erigido sobre la conjunción de varias corrientes telúricas que concentran gran cantidad de energía procedente de la tierra dándo lugar a una conjunción eterna de placer en sus múltiples rincones, avenidas, fuentes y jardines. Es un lugar apropiado para mirarse uno dentro sin necesidad de trasponer al Tibet. De pensar sobre todo aquello que uno tiene dentro y que no quiere o no puede soltar. La Alhambra es un excelente catalizador para pensar, lo mismo que éste blog lo es para expresarlo. Es preciso que alguna vez, el que quiera descubrirse interiormente la visite, sólo para cercirorarse de que está vivo y su alma aún reside con él.
Entre jardines y fuentes.
Por ello, cuando estando hasta el moñete de trabajo mi mujer me sugirió pasar un día conociendo un monumento que, pese a estar a menos de cien kilómetros y tener treinta y cuatro tacos aún no conocía no dude en decirle que encantado. Bueno, sí, dudé por el trabajo pero luego me arrepentí, reculé y no dudé en que sería una experiencia única en la que mirarme un poco hacía dentro, ahora que podré dedicarle un poquito menos de tiempo al blog y restringir, en parte, mis aportaciones al mismo. Es por ello que aproveché tamaña ocasión de visitar ese Patrimonio de la Humanidad para vincular un poco su arte a mis ganas de hacer artículos. Ésto que digo lo comprenderá perfectamente quin haya visitado ese monumento y se haya fijado en cuán mimosamente trabajaron aquellos árabes las yeserias que circundan su paraiso terrenal. Digo bien, esos árabes que en nada tienen que er a los que hoy en día cubren el Islámbien de fanatismo en toda su extensión, bien de iniquidad y revanchismo al pisar suelo cristiano.
Pensaba ya así y no me retracto en cuanto a lo de suelo cristiano. Lo mismo que aquellos que veían acercarse los nutridos ejércitos desde la Torre de la Vela a dar cumplido ocaso al mandato musulmán en aquestas tierras, veían el avance cristiano la cosa no ha cambiado sustancialmente. Cuando los árabes, moros, musulmanes miran a Europa, miran al cristianismo, miran a una confesión a abatir, a esquilmar, doblegar, arrodillar y exterminar. En cierto modo es de justicia. El empuje norte-sur es evidente, sustancial y continuo. Conforme pasa el tiempo, ora por el empuje demográfico, ora por el avance armamentístico, las fuerzas religiosas de polo contrario en intensidad variable, bien ha sucumbido hacía el norte, bien ha avanzado hacía el sur. El mundo cristiano que encontró su modo de expresar el simbolismo de la supremacia sobre el arabismo construyendo para privar del sol en su justa medida a los Palacios Nazaríes el majestuoso Palacio de Carlos V y la iglesía de Nuestra Señora de la Alhambra.
Flores y Vergeles.
Eso es la Alhambra, una sucesión de pasos que a través del tiempo han configurado un espacio, antesala de la majestuosa Sierra Nevada que te impele a pensar. A sumegirte en todo lo que la Alhambra cómo conglomerado de piedra, plantas y aguas, fraguado en la cultura morsca y ungido por la Historia que representa lo que la corona que se eleva sobre la Vega nos ofrece por cada uno de sus rincones. Esa historia que nos habla de la decadencia de los árabes en favor de los cristianos o lo que es lo mismo, el inicio del despertar Occidental. La Alhambra fue el último bastión de la civilización islámica en Europa y cómo tal, cómo punto de inflexión, cómo una esquina que por un lado supone el mundo antiguo y al torcerla se transforma, sorprendentemente, en la tierra, la cultura y la historia de la que gozamos hoy en día y que no debe ni, ponerse en tela de juicio ni de la que debemos, por mucho que se nos machaque con argumentos tan sólidos cómo un castillo de naipes, avergonzarnos.
La flor que supone España, tan representada en nuestra queridísima Alhambra y digo bien, nuestra, pues la ganamos a sangre y fuego, se marchita por las ignomínias de aquellos que la manchan. Esos sentimientos me embargaban mientras paseaba por vetustos pasillos llenos de admoniciones islámicas que se mezclaban con orgullosos y barrocos blasones de antiguo esplendor monárquico y las sempiternas "Y"y"F" con sus correspondientes yugos y flechas. Antigua Gloria que puso a España en el mundo mientras con al bota pisotaba la cabeza de sus enemigos. Enemigos que ahora, en forma de sediciosos animales se toman la revancha apuntando directamente al corazón de la nación aprovechando todos los mecanismos de la democracia pra terminar, justamente con ella. Esa Alhambra que supone nuestra España y que se desangra por las desavenencias que volcamos desde cada punto del país ora atacando el Partal, ora profanado el Generalife o simplemente volviendo a arrasar sin contemplaciones el palacio de los Abencerrajes.
El Ocaso más bonito del mundo.
Desde la Torre de la Vela, principal baluarte de la Alcazaba que protegía La Roja de los ataques se ve toda la vega granadina. Vergel de un reino que ya no es, de una tierra que ya no está. Al lado de la espadaña con su gran campana que salvaguarda la lápida que commemora la caida de Boabdil en enero del año de los Descubrimientos, cuatro astas, con cutro pabellones, uno por administración entre las que nos movemos hoy, se situa el punto más estratégico para ver morir al Rey Sol cada atardecer. Dicen que es el atardecer más bonito del mundo, aque por el cual el tono de la sempiterna muralla hace que aquello que guardó se encame con la nostalgia y el esplendor de una mísitca que nunca perderá mientras no sea destruida. Y no lo hará mientras la mano de la Puerta de la Justicia no alcance la Llave que se resguarda sobre el portón de madera recubierto de hierro que afrontó al enemigo hasta que pérfida mano la abrió desde dentro dejando pasar la marabunta que cambió el ayer por el hoy.
Pensaba ya así y no me retracto en cuanto a lo de suelo cristiano. Lo mismo que aquellos que veían acercarse los nutridos ejércitos desde la Torre de la Vela a dar cumplido ocaso al mandato musulmán en aquestas tierras, veían el avance cristiano la cosa no ha cambiado sustancialmente. Cuando los árabes, moros, musulmanes miran a Europa, miran al cristianismo, miran a una confesión a abatir, a esquilmar, doblegar, arrodillar y exterminar. En cierto modo es de justicia. El empuje norte-sur es evidente, sustancial y continuo. Conforme pasa el tiempo, ora por el empuje demográfico, ora por el avance armamentístico, las fuerzas religiosas de polo contrario en intensidad variable, bien ha sucumbido hacía el norte, bien ha avanzado hacía el sur. El mundo cristiano que encontró su modo de expresar el simbolismo de la supremacia sobre el arabismo construyendo para privar del sol en su justa medida a los Palacios Nazaríes el majestuoso Palacio de Carlos V y la iglesía de Nuestra Señora de la Alhambra.
Flores y Vergeles.
Eso es la Alhambra, una sucesión de pasos que a través del tiempo han configurado un espacio, antesala de la majestuosa Sierra Nevada que te impele a pensar. A sumegirte en todo lo que la Alhambra cómo conglomerado de piedra, plantas y aguas, fraguado en la cultura morsca y ungido por la Historia que representa lo que la corona que se eleva sobre la Vega nos ofrece por cada uno de sus rincones. Esa historia que nos habla de la decadencia de los árabes en favor de los cristianos o lo que es lo mismo, el inicio del despertar Occidental. La Alhambra fue el último bastión de la civilización islámica en Europa y cómo tal, cómo punto de inflexión, cómo una esquina que por un lado supone el mundo antiguo y al torcerla se transforma, sorprendentemente, en la tierra, la cultura y la historia de la que gozamos hoy en día y que no debe ni, ponerse en tela de juicio ni de la que debemos, por mucho que se nos machaque con argumentos tan sólidos cómo un castillo de naipes, avergonzarnos.
La flor que supone España, tan representada en nuestra queridísima Alhambra y digo bien, nuestra, pues la ganamos a sangre y fuego, se marchita por las ignomínias de aquellos que la manchan. Esos sentimientos me embargaban mientras paseaba por vetustos pasillos llenos de admoniciones islámicas que se mezclaban con orgullosos y barrocos blasones de antiguo esplendor monárquico y las sempiternas "Y"y"F" con sus correspondientes yugos y flechas. Antigua Gloria que puso a España en el mundo mientras con al bota pisotaba la cabeza de sus enemigos. Enemigos que ahora, en forma de sediciosos animales se toman la revancha apuntando directamente al corazón de la nación aprovechando todos los mecanismos de la democracia pra terminar, justamente con ella. Esa Alhambra que supone nuestra España y que se desangra por las desavenencias que volcamos desde cada punto del país ora atacando el Partal, ora profanado el Generalife o simplemente volviendo a arrasar sin contemplaciones el palacio de los Abencerrajes.
El Ocaso más bonito del mundo.
Desde la Torre de la Vela, principal baluarte de la Alcazaba que protegía La Roja de los ataques se ve toda la vega granadina. Vergel de un reino que ya no es, de una tierra que ya no está. Al lado de la espadaña con su gran campana que salvaguarda la lápida que commemora la caida de Boabdil en enero del año de los Descubrimientos, cuatro astas, con cutro pabellones, uno por administración entre las que nos movemos hoy, se situa el punto más estratégico para ver morir al Rey Sol cada atardecer. Dicen que es el atardecer más bonito del mundo, aque por el cual el tono de la sempiterna muralla hace que aquello que guardó se encame con la nostalgia y el esplendor de una mísitca que nunca perderá mientras no sea destruida. Y no lo hará mientras la mano de la Puerta de la Justicia no alcance la Llave que se resguarda sobre el portón de madera recubierto de hierro que afrontó al enemigo hasta que pérfida mano la abrió desde dentro dejando pasar la marabunta que cambió el ayer por el hoy.
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12 comentarios:
Precioso articulo,Donde haces un merecido homenaje a Granada y esa maravilla que es La Alhambra.Yo conozco bien Granada.pues pase mi infancia en un colegio de Jesuitas,muy cerca de esa joya que es la Alhambra.un calido saludo.phesmsm
Bonito articulo igual que la Alhambra, que te pone piel de gallina, yo me imaginaba el resonar de los cascos de los pura sangre y esos tíos con sus sedas y turbantes. Como vivían los cabronacos, sabían como hacer un palacio y la vida a pleno confort con las ultimas novedades en tecnología y arquitectura.
Saluditos.
Ver y reflexionar sobre lo que fuimos en su dia y en lo que ahora nos hemos convertido como país y nación, mueve a la melancolía y a la tristeza.
De todas formas, no hay que perder la fe y la esperanza, por que mientras haya un sólo justo en Sodoma, mientras haya quién crea en nuestra nación, en España, en lo que representa, en sus esencias y valores, merecerá alzarse para defenderla donde sea preciso.
Lo primero, Natalia estoy contigo.
Lo segundo, qué decir de la Alhambra, he perdido la cuenta de las veces que la he visitado, aunque la verdad que la última fue hace bastantes añitos, y me gustaría ir de nuevo y disfrutarla con la madurez que no tenía antes.
Cierto es Agustín, pues dice el refrán aquello de "Dale limosna mujer, que no hay peor desgracia que ser ciego en Granada". Para mi es una ciudad hermosísima que no hay que dejar nunca de visitar.
Por otro lado resulta que eres casi paisano. Y estás en Nueva Zelanda, que cosas.
Zorrete y las mejores medidas de seguridad, sino mira las pedazo murallas y los fantasmas de los guardianes de los muchísimos tesoros que se dicen escondidos por todo el recinto, que se aparecen al que quiere ahondar más de la cuenta.
Cosas de Granada...
Dios te oiga Natalia y por mí, aunque sea vía blog que no quede, que siempre habrá alguien que comentando o escribiendo pueda dar o quitar justo castigo a los que defenestran con su ignomínia la nación.
Pues ya tardas en venirte de nuevo Viriato, eso sí, no lo hagas antes de enero que hasta entonces tienen los leones del Patio homónimo en restauración. Yo, lo único que ví, fue andamios, telas de obra y material de construcción a tutiplen.
Se nota que te ha impactado; estupendo tu relato, has hecho una combinación de historia e impresiones personales magnífica.
Besos
No conozco ese prodigio arquitectónico, pero tu artículo me ha echo sentir unas terribles ganas de ir a visitarlo.
Un abrazo.
Maria, en mi fuero tento interno cómo externo, el ordenado desorden que son las múltiples dependencias, pasaos y jardines hace que la Alhambra se muestre cómo esa parte dl alma en la que nos senimos más agusto y protegidos. Es un compedio de sumo gusto arquitéctonico en forma de libro de Historia de la propia fundación de España.
CasasReales, te lo recomiendo visitar si aún no no las hecho, es cómo ver un gran museo cargado de sensaciones y al aire libre con una visita mucho más llena de acicates que un museo normal.
Y lo que aprendes...
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