Fiestas y Empresarios.

Dicen nuestra gran casta de empresarios que uno de los grande problemas de la productividad y en consecuencia del mercado laboral en España es que tenemos muchísimas fiestas. Yo pienso que nuestros empresarios hacen buena la máxima de que el que no llora no mama y así, van metiéndole una cosa y otra y otra y al final les pasa cómo a los nazionalista. Se hacen odioso. Muchas veces, cómo currito que soy, al escuchar las noticias y las pretensiones de esos entrañables personajes que son el empresariado español y que miran cómo todo hijo de vecino por su interés no puedo por menos que esbozar una mínima y satisfactoria sonrisa. En su día también actué cómo empresario en una larga trevesía que algún día os narraré y sé que un negocio es duro de esbozar, llevar a cabo y sacar adelante. También sé que ser empresario comporta un riesgo y una serie de responsabilidades que muchas veces los empleados no vemos lo suficientemente bien y que en suma, serlo es parte de la solución de la economía nacional.

Empresarios.

Por ello es de comprender que nuestros empresarios anden preocupados por la productividad de sus curritos. Productividad que, por cierto, anda por los suelos según ellos pero, que a mí, sin ir más lejos, me supone echar cada día laborable nueve horas a todo meter para dejarme el trabajo terminado. No obstante eso a mi me da igual porque me remito al principio del artículo y el sobrenetendido y muy sabido "el que no llora no mama". Ahora bien, tambien es cierto que andan tirándose de los pelos porque tenemos muchísimas fiestas, puentes y acueductos. Y yo me pregunto ¿Donde está el problema? Dicen que la solución para levantar la productividad pasa por quitar puentes, pasar fiestas a los lunes y ya puesto empezar a suprimirlas. En suma, les falta pedir que volvamos a los inicios de la Revolución Industrial, hacernos trabajar quince horas por una miseria de sueldo, ponernos unos grilletes para que no nos escapemos y ya puestos tatuarnos un código de barra con la que controlar la propiedad laboral que para ellos suponemos.

Hablando en serio y lo digo por mi propia experiencia, las fiestas, puentes y días de asuntos propios de los que yo gozo me vienen otorgados no por el capricho del calendario sino por el convenio por el cual se rije mi empresa. Así pues, en dicho convenio se especifica los días correspondientes a los festivos nacionales, autonómicos y locales, días de ajuste de calendario y días de asuntos propios y vacaciones. Sabiendo ésto lo que no llego a entender es que pretende el empresariado con esa mamada de cambiar fechas festivas a los lunes puesto que los convenios seguirían regiendo los días correspondientes a los festivos que tendríamos derecho a gozar, las horas serían las mismas y los días de asueto en consecuencia los mismos que ahora. Por ello esa petición, de la mísma índole de pedir el abaratamiento de un despido que cómo hemos visto lo único que hace es facilitar aún más los despidos, sólo crea incertidumbre en una clase trabajadora que ve cómo sus derechos se van transformando poquito a poco en papel mojado por obra y gracia de unso sindicatos inoperantes, unos empresarios crecidos y un gobierno sin un objetivo claro.

Curritos.

El empresario español, hoy por hoy, se asemeja poco a sus adláteres europeos. Al menos el de la mediana y pequeña empresa. Más preocupado por su cuenta de resultados, obvía que el trabajador es un ser vivo racional que necesita de estímulos y por tanto precisa de los mismos para evolucinonar no sólo ya cómo trabajdor sino cómo valedor de la empresa en la que desarrolla su labor. No digo que nos pongamos a nivel de Finlandia, pero sí que el empresario piense de una puñetera vez que no tiene esclavos, sino trabajadores remunerados que agradecen cobrar en tiempo y forma, que desean ser tratados cómo seres humanos y desarrollar su labor no sólo para la empresa sino para sí mismos. Lo que se dice reinvertir beneficios en la masa que los produce sin caer en el tenebroso y comunista "La Fábrica para los que la trabajan". Creo yo que eso incentivaría la productividad mucho más que pasar un festivo a un lunes y tocarle un poquito más las gónadas a ese ser empleado cómo mano de obra.

Yo, que cómo antes dije, he sido lo mismo empresario que ahora empleado, he comprendido que una empresa no se debe tanto al cliente que compra sus productos cómo al empleado que los elabora. Es de cajón que un empleado contento, motivado y sustancialmente cubierto a nivel económico, rinde muchísimo mejor, pone más empeño en realizar su cometido y la calidad de su producto es sustancialmente superior a  la de un empleado que sólo mira su reloj para saber a que hora se sale del curro. Los empresarios deberían empezar a pensar que el problema no son los derechos de los trabajadores sino nuestro tejido productivo, poco industrializado, polarizado a las auxiliares de empresas multinacionales y, en suma, empresas con muchas más carencias que las propias y achacables a los sufridos trabajadores. Deberían hacer un estudio de porque en España una empresa encuentra tantísimas trabas para ponerse a trabajar y no andar intentando cargar el muerto siempre al mismo, al que sólo intenta llevar un jornal a su casa.

Pringados.

Me parece en suma de una superficialidad somera el hecho de que una organización empresarial sobre la que recae la mayor parte del trabajo de sacar a España de una crisis laboral sin precedentes anden haciendo proclamas populistas sin fundamenteo cómo estas. Me hace mucha gracias ver cómo, en lugar de arrimar el hombro todos en la misma dirección los empresarios de movilizan para dar la puntilla, los sindicatos se hacen los machotes cuando nadie cuentan con ellos y Cayo Lara se las da de importante porque ha sacado once escaños con los que según dice va a incendiar la calle. Todo un compedio de "Quitate tu para ponerme yo" que no lleva a ningún sitio. Dejemos las fiestas en paz, hagamos propósito de enmienda y veamos porque durante veinte años estuvimos creciendo exponencialmente a nivel económico y ahora nos hundimos tangencialmente en un pozo del que ninguno de esos genios, empresarios, gobernantes o sindicatos, son capaces de sacarnos en el pozo sin fondo de la barbarie económica.

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