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El Invierno más crudo.
Todo ésto lo digo a resultas de un almendro enorme que, apostado al lado de la carretera que da acceso al pueblo en el que resido, mostraba cómo pavoneándose la simpar majestuosidad de sus ramas en flor mostrándose cómo singular luz blanquecina rodeada de un contorno verde aceituna. Hace unos días, al pasar en medio de los recién recuperados fríos, pude ver cómo las flores, apenas una semana antes orgullosas, habían marchitado en su glorioso tronío y caían sin remedio condenando al árbol a no tener frutos éste año. Cómo hace ya unos cuantos, la floración de los almendros viene demasiado adelantada cómo adelantada fue Salgado cuando enunció aquello de los "Brotes Verdes". Así, puede ser que la buena señora los viera, pero los vería en una suerte de veranillo de San Miguel en plena crisis pues desde aquellos tiempos hasta hoy la cosa no ha hecho más que degenerar. La soberanía a tomar porculo y la intervención de facto hecha carne.
De cómo hemos llegado a ésto lo sabemos todos. Mucho mirar para el otro lado y preguntar "¿Qué hay de lo mío?". Mucho exigir al Estado que nos resuelva los problemas y permitir que éste diversificara riesgos sociales a base de expandir lo público y criminalizar los privado. No niego que lo público es bueno, siempre y cuando se pueda mantener, pero tampoco podemos decir que lo privado es todo malo porque es precisamente el sector que produce crecimiento. Además, con la ventaja añadida que el que tiene la suerte de caer en lo público podrá dedicarse a la mediocridad a tiempo completo pues de ahí no lo echaran ni con aceite hirviendo. Ahora, el que caiga en lo privado o vale, aprieta el culo y defiende su puesto cada día con uñas y dientes o se come un mojón llendo al paro a las primeras de cambio. Sólo hay que ver lo que digo en la Administración USA, donde lo privado supera con muchísimas creces a lo público.
La Primavera más lejana.
Seguimos inmersos y me temo que lo seguiremos estando por mucho tiempo en una suerte de Invierno nuclear en el que lo viejo no termina de desaparecer y lo nuevo, lo que nos debería empezar a sacar del hoyo no empieza a aparecer. Obviamente hablo de mentalidad. Seguimos obcecados en que lo público es la panacea de todos nuestros males, que no hay que tocar nada, que hay que seguir manteniéndolo cómo está y ello a pesar de la ineficacia de las cuentas públicas. Un cambio de mentalidad que no se producirá, me temo, en tanto en cuanto no seamos capaces de recuperar la cordura, pensar por nosotros mismos y avanzar hacía un horizonte en que los politicastros no existan y donde los gestores de lo público sean pocos, estén bien formados y den respuestas a las inevitables problemáticas de un país que, supongo, querremos seguir manteniendo cómo Occidental. Ni las izquierdas ni las derechas cómo tales existen ya en éste país.
Así las cosas, cómo mi pobre almendro que floreció confiado a las primeras de cambio con la primera mejoría del tiempo sin sospechar, llevado por su falta absoluta de capacidad mental y razocinio, nuestro país se embarcó en un crecimiento desaforado sin sentar unos cimientos sólidos que permitiera asentar ese crecimiento en algo sólido. Obviamente la construcción no era el mejor ejemplo. Nunca lo es el hecho de convertir algo de primera necesidad en pura y dura especulación. Lo mismo que cuando se especula con el trigo o el petroleo hay paises enteros que lo pasan terriblemente mal, en España jugamos a sacar la floración de golpe en forma de miles de viviendas que, ante la falta absoluta de demanda hoy se ven decrépitas, abandonadas, en ruinas y sin un futuro lógico inmediato, justo del mismo modo que el resto del país. Toda una enseñanza procedente de la Naturaleza que nos dice que la cocción de determinadas cosas debe de hacerse a fuego lento y sin presión.
El verano que vendrá.
Es indudable que a pesar del bodrio de país que estamos creando entre todos, los de arriba por acción y los de abajo por la omisión de apedrearlos cómo sería lo común en un país decente, el verano volverá a hacer crecer los frutos de los almendros. Puede ser que dichos frutos sean más grande o más pequeños, más fuertes o débiles pero el fruto volverá a nacer en función de lo que a partir de ahora hagamos. Es sencillo hacer la valoración pues España empezó a irse verdaderamente al carajo el día que los partidos politicástricos se dieron cuenta que podían tejer una red clientelar y administrativa de suerte que el Pueblo era lo último y sólo había que contar con él para dos cosas, procurar la alternancia en el Poder para que todos pudieran mamar y ser el paganini de los frutos podridos de la desidia, el mal gobierno, la corrupción y la mediocridad. El almendro floreció demasiado pronto en enero, ¿Seremos capaces de abortar y regenerarnos para no seguir su camino?
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10 comentarios:
Muy lejana veo la llegada de ese verano floreciente por causa de una población amembrillada.
Javier, la esperanza es lo último que se pierde. Aún así estamos en un punto en que cuesta tantísimo mantenerla...
Buena metafora la de los almendros, que seguramente como siempre lo hace la Naturaleza, encontraria una forma de adaptarse y fortalecerse. Puede que parezca algo optimista pero pienso que con mucho tiempo, los almendros volveran a florecer y dar frutos concorde con un nuevo orden climatico.
Igualmente el abrumador dominio del sector privado y empresarial encontraria un equilibrio con el publico para poder evitar un hecatombe para ambos.
Un abrazo
Edwin
La naturaleza no se equivoca, sus motivos tendrá, lo mismo nos esta presentando la realidad política española y cual va a ser su fin.
Yo creo que lo que pasó a ese almendro, les está ocurriendo a todos nuestros políticos. Primero fue Helena Salgado que vio brotes verdes en pleno invierno. Y algo similar le está ocurriendo a Rajoy et company.
Un abrazo
Almendros no veo muchos, pero alcornoques...para dar y tomar.
maskfighter23, la primavera llegará en breve pero sólo para unos pocos, los demás tenemos invierno nuclear para siglos...
Doramas, esa es la esencia del artículo, comparar esa salida de madre al florecer antes de tiempo con nuestro país, que tanto quería la democracia que tenemos que el sólo se suicidó.
José Luis, tengo mis serias dudas sobre si vieron los brotes o se los fumaron encondiéndolos con billetes de quinientos...
El último, lo peor es que no sirven ni para extraer corcho...
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