La Iglesia parroquial de San Juan Evangelista, situada en Mancha Real, provincia de Jaén fue declarada cómo Monumento de Bien Cultural el cuatro de mayo de mil novecientos ochenta y trés. Es el principal monumento de la localidad y tiene una importante historia y especial arraigo entre los mancharrealeños que la ven cómo el máximo símbolo de la población, siendo una iglesia de perfil muy estilizado y carácteristica su torre. En mil quiniento treinta y siete, el Emperador Carlos I de España tiene a bien fundar la población de La Manchuela en los aledaños del monte llamado Peña del Águila y tomando su nombre de una espléndida mancha de vegetación situada en la margen del referido monte. Su situación quedaba en el extremo más oriental del término de Jaén, justo donde éste lindaba con el de Torres. El proyecto de la fundación venía no obstante de la madre del Emperador, Doña Juana, siendo un enclave dependiente del Cabildo Jiennense, del cual se emanciparía en mil quinientos cincuenta y siete.
En mil seiscientos treinta y cinco, el Rey Felipe IV pasa por la población que ya había adquirido el título de Villa a Felipe II tras el pago de cincuenta y ocho mil reales con el objetivo de hacer peso para dejar de pleitear con la Ciudad de Jaén en el anteriormente referido año de mil quinientos cincuenta y siete. Felipe IV concedería el título de Real por su posada en la población pasando a adoptar el actual nombre en lugar del de La Manchuela. Por entonces la iglesia de San Juan Evangelista ya existía. En un plano realizado por Juan de Reolid en mil quinientos cuarenta y ocho ya se puede apreciar la planta del templo a erigir, en la plaza pública. Así, según el proyecto, la traza del edificio es de tres naves con cabecera plana, soportes en columnas y sacristía. Dicho templo duró poco, siendo tirado al suelo y levantado otro con una nueva fábrica de cantería traida de canteras cercanas a la población, posiblemente de los aledaños de la Torre del Moral y aprovechando el mismo solar.
Según consta en uno de los Libros de Acuerdos del Concejo de Mancha Real, el mismo Rey Felipe II seria el ordenante de sacar los cimientos del templo tras delinearlo, acomodándolo a la planta inicial, si bien plantearía algunas modificaciones de la estructura con el fin de colocar una torre en una de las esquinas, un coro en alto y una capilla lateral que sería la que hoy ocupa la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. No se puede decir mucho sobre el procedimiento constructivo del conjunto al no haber prácticamente documentación del mismo. Si se puede decir con conocimiento que la fábrica que hoy se contempla es una mezcla fruto de los siglos XVI al XVIII casi de modo ininterrumpido. Sería en mil quinientos cincuenta y seis, año de la proclamación cómo Rey de Felipe II el arranque de las obras, estando a su frente, casi con total seguridad, el maestro de obras de la Catedral de Jaén, Juan de Vandelvira, el cual tenía al cargo el control de todas las edificaciones eclesiásticas de la Diócesis de Jaén.
Si bien, Andrés de Vandelvira respetó el planteamiento incial de la primera obra se dice que la misma se replanificó para servir de una suerte de maqueta para la edificación posterior de la Catedral de Jaén, con la que, a menor escala, guarda muchas similitudes. Entre las muy pocas y relevantes referencias en documento escrito sobre la intervención del maestro en la iglesia mancharrealeña, se reseña un informe que tuvo que levantar para indicar la conveniencia o no de permitir la construccíon de una capilla para el enterramiento de Don Miguel de Quesada. Fallecido Vandelvira en mil quinientos setenta y cinco, el templo ya andaba cimentado y construidos los basares de las columnas, así cómo construidos en muy avanzado estado los muros del templo. Se habia edificado también la portada erigida en el lado de la epístola. Fue en aquellos años cuando se daría a Alonso Barba la responsabilidad de continuar las obras al tiempo que sumia las de la Catedral de Jaén.
Francisco de Huete, visitador del Obispado, certificaría éste termino y el otorgamiento de la obra aldiscipulo más aventado de Vandelvira tras una visita a las obras en mil quinientos setenta y nueve. En mil seiscientos veintiocho, la fábrica del techo quedarúia culminada cómo queda certificada en la inscripción de la bóveda central: "“Acabose en 1628, reinando Felipe IV, siendo Sumo Pontífice Urbano VIII, Obispo D. Baltasar Moscoso y Sandoval, Prior Martín Yáñez de Ávila, y Maestro de obras Antonio Cobos”. Tras éste cerramiento quedarían la fachada principal, la estética torre y el coro, otorgándose las obras a los maestros mayores catedralicios Juan de Aranda Salazar y Eufrasio López de Rojas. A lo largo del siglo XVIII y bajo la dirección del arquitecto Ventura Rodríguez se culminaría por fin las obras haciendo algunas restauraciones y acentuando el ornato del Templo. A pesar de la escasa documentación sobre la intervención de Vandelvira, se puede aseverar que el interior del templo es, típicamente y sin lugar a dudas, de su factura.
Su mano y la de su escuelan se dejan apreciar en los detalles de una planta de salón amplia y dominada por estilizadas columnas que soportan bóvedas esféricas en la nave central y vaídas en las laterales planteando una similitud pasmosa con la iglesia de Villacarrillo. Además, la portada sur, fechada en mil quinientos setenta y cinco corresponde a un modelo valdeviriano ensayado con éxito en la sur de la Catedral de Jaén y en las de San Míguel, actualmente situada en el museo provincial y en la fachada de la iglesia de San Nicolás de Úbeda. Las bóvedas del templo, tanto las laterales cómo las centrales estarian pintadas con un laborioso programa pictórico ultimado en mil seiscientos veintiocho, habíendonos llegado con mala conservación y muy diezmado. Así, en la Bóveda del Crucero nos representaría a los Evangelistas, los Padres de la Iglesia y una inscripción que reza "Acabóse Año de mil seiscientos veintiocho, siendo Sumo Pontífice Urbano VIII, reinando Filipo IV, siendo Obispo de Jaén el Cardenal Sandobal i Moscoso, prior el Doctor Martín Láñez Dávila y obrero El Mº Antonio Cobos".
Por su parte, en la Bóveda Central se puede apreciar el escudo del obispo Benito Marín, San Benito, Santa Úrsula, San Atonio Abad y Santa Clara. En la Bóveda izquierda del crucero, San Antonio, San Sebastián, San Luís, Santa Lucía, San Estebán, San Lorenzo y San Nicolás. En la bóveda derecha apreciamos a Santo Domingo, Santa María Egipciaca, Santa Inés, Santa Teresa, Santa Catalina, San Francisco de Paula, María de Magdala y San Ildefonso. En ambos laterales quedaran completados los referidos santos con otros anónimos o desconocidos. Los retablos de los que consta el templo son posteriores a la Guerra Civil por lo que se ve la mano de Palma Burgos tras ellos. En la sacristía se conservan los restos salvados del expolio al que fue sometido el templo durante la Segunda República. Hay una importante colección de platería con una custodia de sol del siglo XVII, un aguamanil del XVIII, los libros corales, un escudo tallado del obispo Andrés Cabrejas y Molina y algún que otro objeto más de cierto valor.
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2 comentarios:
Bonita construcción, donde deja clara nuestra civilización occidental.
Doramas, una de las más importantes muestras del renacimiento andaluz en la provincia de Jaén, ordenada construir exprofeso por Carlos I primero y Felipe II después en un pueblo de nueva raigambre.
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