Juanelo Turriano, también conocido por su nombre italiano, Giovanni Torriani, nació en la ciudad italiana de Cremona, en pleno Milanesado en mil quinientos uno y fallecería en Toledo ochenta y cuatro años después, en mil quinientos ochenta y cinco, después de mostrar su valía cómoc ientífico e inventor. Juanelo era ingeniero y conocía de primera mano las Matemáticas y la mecánica. De ahí que Carlos I lo llamara a España cuando tan sólo tenia veintiocho años. Corría el año mil quinientos veintinueve cuando ascendia al cargo de Relojero de la Corte, un cargo de relativa importancia que le supuso el honor de costruír el famoso Cristalino, un reloj astronómico que se hizomuy famoso en la época y que le concedió gran renombre, tanto por su exactitud y precisión cómo por la capacidad del ingenio para señalar, mostrar e interpretar, tanto a nivel astronómico cómo astrológico, algo a lo que eran aficionados los primero monarcas de la Dinastía de los Austrias, el movimiento de la esfera celeste.
Científico de la Corte de Carlos I y Felipe II.
Juanelo se encontraba ya muy insertado en la vida de la Corte española cuando fue llamado por Carlos I durante su retiro en el Monasterio de Yuste. Allí, tuvo el honor de construir parte del palacio del Emperador anexo al recinto monacal. No obstante la maledicencia indica que no todo fueron parabienes para el italo-español, que habiendo construido los estanques ornamentales en los que el Rey gustaba de relajarse, no debió de tener en cuenta ni el clima veraniego ni el hecho de que los estanques no renovaran el agua, llegando a darse tal acumulación de mosquitos que el Emperador fue picado por ellos, conduciéndole a la muerte tras un mes de larga e insoportable agonía debida a las fiebres por el Paludismo. Aún así, su hijo, Felipe II le tomó también bajo su mando y lo nombró Matemático Mayor. Estando ya elevado a esa dignidad, es llamado a Roma por el papa Gregorio XIII, con quien trabaja para la reforma del Calendario Juliano. A su regreso a España, Juan de Herrera le encargaría el diseño de las Campanas del Monasterio del Escorial.
Juanelo Turriano vivió en toledo desde mil quinientos treinta y cuatro hasta su fallecimiento el trece de junio de mil quinientos ochenta y cinco. Moriría, a pesar de haber ocupado altos cargos en la Corte en la más absoluta de las Indigencias. Debido principalmente a su fama, se recuerda que construyó un autómata de madera que se llamó Hombre de Palo. Según la tradición popular, dicho autómata estaría pensado con el fin de recolectar limosnas y podría mover piernas y brazos. Las habladurías más extendidas inciden también en que era capaz de hacer una reverencia al que le daba limosna, si bien entra más en la Leyenda que en la realidad. Toledo tiene una calle que recuerda tan rudimentario robot. Dentro de su inventiva entra también una ametralladora muy simple que no llegó a funcionar, pues en caso de hacerlo los Ejércitos Españoles habrían sido aún más terribles y alguna que otra maquinas voladoras que diseñó y contruyó emulando a Da Vinci.
El Artificio de Juanelo.
Sin embargo, Turriano es más conocido poruna máquina hidráulica que el diseñó y contruyó. La misma tenía el cometido de suministrar agua a Toledo subiéndola desde el río Tajo. Dicha maquina es conocida cómo el Ingénio de Toledo o Artifício de Juanelo en clara alusión a su inventor. La maquinaría no obstante ha sido durante siglos objeto de estudio llevando a controversia su forma de funcionamiento. No obstante la máquina conseguía salvar los cien metros de desnivel entre el río y el Álcazar, punto más alto de la colina sobre la que se asienta la Ciudad Imperial. El sistema era complejo y se basaba en el aprovecahmiento cinético del agua para mover una gigantesca noria que tomaba el agua depositándola en un depósito de recepción. De dicho depósito una serie de cucharas o brazos de madera, magistralmente dispuestos, iban tomando el agua y pasándola de unas cucharas a otras en un movimiento vasculante, ascendente y descente, salvaban determinado nivel para soltar el agua en otro depósito, así sucesivamente, se iba elevando el agua hasta llegar a la ciudad.
Las cucharas ejercían su movimiento vasculante merced a otro sistema, contrapesado, que movía otra noría movida a su vez, por el agua del río. Por tanto era una bomba que dependía únicamente del caudal del río y de los contrapesos que la permitían girar más o menos deprisa. La máquina se mantuvo en funcionamiento hasta que se cayó a trozos, allá por mil seiscientos treinta y nueve. Su rendimiento en su mejor momento era de unos 16 metros cúbicos por día, perdiendo rendimiento al irse desgastando sin apenas rendimiento. Según las crónicas, se llevaron a cabo dos ingenios. Ambos contratados por el ayuntamiento. El primero debía subir el agua hasta el Alcázar para su posterior ditribución, por gravedad, al resto de la ciudad. No obstante, el Ejército, una vez acabado el aparato se negó a distribuir las aguas y el Consistorio contrató otro que, de nuevo Juanelo ejecutó. Aún así, el primero de los aparatos no lo cobró, pues el Ayuntamiento aducia que no recibía el agua y el Ejército que no había contrato firmado.
Un genio harto desconocido.
El pleito puesto por el primero de los ingenios fue finalmente causa de su ruina y fallecimiento, quebrando su salud hasta llevarlo a la muerte en la más absoluta de las miserias. Con ello, fue enterrado modestamente en uno de los innumerables conventos de Toledo. Juanelo se dedicó en cuerpo y arma al desarrollo de su faceta cómo ingeniero, escribiendo muchos libros y tratados que, por su contenido y por tratarse de asuntos que afectaban directamente al Ejército no se publicaron sino hasta muchos años después y casi nunca en su totalidad. El genio cremonés falleció después de haber saboreado la gloria de servir primero al Emperados y después al Rey en cuyo Imperio no se ponía el sol. Muchos años después, en el siglo XX, los contrapesos de sus artifícios fueron recogidos y trasladados desde Toledo hasta Cuelgamuros, donde se erige la Basílica de la Santa Cruz de los Caidos. En la carretera que conduce a la misma se emplazarón sobre pedestales dos y dos a cada lado del camino. No sabemos si cómo dudoso reconocimiento al cremonés.
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10 comentarios:
Juanelo Turriano, ese gran desconocido... incluso para los propios toledanos...
Hace poco se exhibió una recreación del artificio en una de las exposiciones de la Imperial Ciudad.
Muy buena esta serie de artículos sobre científicos españoles.
Un abrazo.
No tenía ni idea de la existencia de ese ingeniero brillante llamado Turriano.
Es muy interesante lo que relatas y enriquece el conocimiento.
La de hombres brillantes de este estilo que moran en el más absoluto desconocimiento popular.
Buen Post.
Impresionantes los "juanelos" de la entrada al Valle de los Caídos. Su transporte hasta ese emplazamiento, cruzando Madrid, fue todo un acontecimiento.
Gracias por toda esta información, que en buena parte desconocía.
Un buen post, Peinado, con un personaje desconocido e interesante.
De Juanelo solamente recuerdo el reloj de sol que construyó en el Monasterio de Yuste (Cuacos de Yuste, Cáceres)para Carlos I.
Un saludo.
Buenas Peinado.
Da gusto saber que en nuestra Historia existen eruditos de este nivel de los que, por supuesto, no tienen noticia nuestros jóvenes en sus estudios de dicha materia. Es imperativo impulsar el reconocimiento a figuras de este tipo, toda vez que el sistema educativo se empeña en que reconozcamos a sabios y pensadores de todas materias de otros países denostando a los patrios que los hubo y de sobresaliente nivel como el que nos refieres.
Un saludo.
Alawen, gracias por tu comentario, sólo pretendo dar a conocer un poquito más ese patrimonio humano y cultural que nos hace grandes y eternos cómo españoles. Juanelo, a pesar de ser italiano, era también un hijo de éste país que más allá de los límites peninsulares, marcaba el ritmo del mundo de su época.
Javier, Turriano sería uno de esos Da Vinci que la Historia y nuestro sistema educativo se ha encargado de sepultar en el olvido popular. De todos modos, habrá que seguir luchando por reivindicar su memoria y obra y la de tantos que, cómo él, hicieron grande a España.
Un saludazo.
Rafael, y su buen trabajo que costó desplazarlos, pues lo quebradizos que eran, así cómo su longitud y peso eran un importante handicap para las infraestructuras de la época. Aún así, ahí están, cómo mudos testigos de la Historia de España.
Jano, yo me interesé por Juaneloal leer sobre el Valle de los Caídos y siempre quise escribir algo sobre él. Cómo con tantas otras cosas, la ocasión me ha llegado, paradójicamente con el Blog. Espero arrojar así un poco más de luz sobre esos grandes desconocidos de nuestra Historia.
Wittmann, fueron muchos y en todas las materias. De hecho nuestra Armada y nuestros descubrimientos en todo el siglo XVII y XVIII fueron fruto de una excelente plantilla de científicos así cómo nuestros fuertes e ingenios azucareros en el nuevo mundo fue mano de muchos y buenos ingenieros y arquitectos. Ciertamente España no recuerda en sus jóvenes su pasado esplendor, cosa que habrá que ir resucitando poco a poco.
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