viernes, 24 de agosto de 2012

Balada triste de trompeta.

No hay nada que acojone más que un payaso con un machete. Así comienza ese peliculón que el gran Alex de la Iglesía nos regala dándonos una perspectiva nueva de cómo dos hombres pelean por una mujer en pleno tardofranquismo. Mezclando acontecimientos magistralmente justo cuando Carrero vuela al patio de los Jesuitas y España se empieza a preparar para una nueva era, la de su destrucción en nombre de la falsa democracia, la inexistente libertad y por supuesto, la hecatombe autonómica. Se avecinan el clientelismo y la politicástria que nos está dejando las escenas memorables y obscenas de representantes del Estado hablando abiertamente de independencia, asesinos confesos manejando documentos públicos bien pertrechados en sus poltronas y pretendidos enfermos terminales a punto de salir a la calle cuando verdaderamente no es prevaricación, sino una risión mayúscula de un partido, el Popular, que traiciona abiertamente a las víctimas y por ende a toda la sociedad española, suceptible de ser un objetivo terrorista tal y cómo hiciera antes otro gran traidos, zETAparo.

Balada.

La película, que adolece de cierta caida hacía la marginalidad de siempre, no es una película más de la guerra civil. Es un alegato hacía el modo en que la deriva del país dió lugar a dos bandos, los mismos que se formaran después de la abdicación de Alfonso XIII y que siguen plenamente vigentes hoy en día. Por un lado está el payaso tonto, el brutote, el feroz, machista, explotador y torturador, ese representante del pueblo más visceral de España. Del que asalta supermercados y ocupa fincas porque le quitan el público, la paguica, la subvención. Por otro lado tenemos al payaso triste. El resto del pueblo, gordo, en su máxima expresión de la mayoría, tonto, imbecilizado, soñador y que al final se vuielve loco. Ésto no es de traslación a la mayoría de hoy en día. Nosotros no estamos imbecilizados más que por el fútbol, el futból y si que da algo más, el fútbol, un negocio millonario que debe más de mil millones de euros a Hacienda pero cómo nos convierte en payasos tristes para que los payasos tontos se sigan llevando el sueldo calentito, pues adelante, perdonaditos y que se vaya España a la mierda.

Es por tanto ésta película del director de otra obra magistral cómo es El Día de la Bestia, en nuestro caso el Veinte de Noviembre, porque salimos de Guatemala para caer en Guatepeor, que nos regala el oido con una música intimista en que la España garrula de los setenta ahora es la España garrula al cuadrado de los primeros dos mil tras el pelotazo y posterior crujido de la Burbuja Inmobiliaria y el petazo de la Crisis Económica que no era tal, sino una desaceleración que, al producirse en un país en la Champion League de las economías mundiales podría compensarse gracias a nuestro super fortalecido sistema financiero. Eso me ha recordado el momento en que el payaso triste secuestra a la chica justamente antes de que Carrero Blanco, cómo nuestra economía y por ende el país, volara por los aires antes de dirigirse a los etarras que esperan en un coche para preguntarles "Y vosotros, ¿De que circo sois?" Ellos no sé, pero el circo que tenemos aquí montado es de todos los politicastros que, jugando a ser amigos de los etarritas no siguen vendiendo lo del fin de la violencia mientras pagan a los jefes de pista, payasos y trapecistas con nuestro dinero.

Triste.

Y no deja de ser penoso cómo, tras desfigurarse la cara, los dos protagonistas sigan meneando su testosterona para conquistar a la chica que finalmente muere brutalmente cómo está muriendo toda la sociedad española. Ya lo dije yo, la sociedad se ha vendido al poder aceptando inconscientemente las paguitas, los subsidios y los Pers y ahora toca devolver. No vomitar, que de eso le da ganas a cualquiera cuando ve la porquería de país que hemos dejado tras heredar algo solvente de nuestros antepasados, sino devolver todo lo bien que han vivido algunos siendo vividores profesionales del sistema para que los que curramos podamos por fin ver aliviadas nuestras nóminas y librados de impuestos aunque sea sólo un poco. Pero es triste, es cómo en la película, los protagonistas inciden en su interés por la guapa mientras su feladad exterior e interior no deja de aflorar en todo momento. Es lo que nos pasa en todo el país, podríamos ser eficientes con menos administración, menos politicastros, menos funcionatas y personal laboral, pero simplemente preferimos que el elefante reviente antes que matarlo.

Por ello la película exhala una tristeza extrema en cada punto, en cada golpe de humor que, de forma macabra se transforma en una crítica feroz al sistema, a la Iglesia y a aquella España que parió otra en la que ahora nos encontramos y que va soltando lastre de lo malos que eran aquellos tiempos, lo malo que era el Régimen, lo malo que era todo y lo que hemos ganado ahora. Estamos tan bien, un país arruinado, anclado en el pasado, sin ni siquiera un sistema agrario decente. Estamos atados de pies y manos con Europa, con un sistema obsoleto que seguimos manteniendo con el dinero que al populacho tanto nos cuesta ganar. En sí es una visión atípica de una época tan empalmada con el principio del dislate autonómico que la secuencia en la que se encuentran en las pretendidas cuevas bajo la Basílica de la Santa Cruz de los Caidos muestra tan a las claras con cientos de miles de huesos de españoles masacrados en la guerra civil. Cómo si fuera un episodio vacuo que el Payaso Triste soluciona pegándole una patada a un cráneo y diciendo, "lo mismo hasta este es mi padre".

De Trompeta.

Es una película atrayente, inquietante, tan a las bravas que da miedo. No me he sentido incómodo al verla pero si me he emocionado. Al final los dos payasos son detenidos y pierden su amor. Nosotros, el de arriba y el de abajo, perderemos al final a la chica, España, para quedar sumidos en la desesperación del furgón que nos transportará a la prisión europea, donde perderemos todos nuestros derechos, nuestra soberanía y todo por nuestra única culpa. Por acomodarnos a chupar de la teta en vez de ordeñarla y vender la leche. Por entregarnos a la lasciva lujuria de la paga de turno, de vivir del cuento, del todo gratis y de los efectos llamada manteniendo las ingentes ayudas y recursos que ingieren determinados colectivos inmigrantes que no trabajan en A porque les sale mucho más rentable hacerlo en B mientras cobran toda una serie de subsidios con los que los españoles natales no podemos ni soñar. Me ha hecho pensar y valorar que todo lo hecho antes nos ha traido hasta aquí, sin dudas ha sido peor el remedio que la enfermedad y lo que te rondaré morena. Ya toca que suene otra Balada Triste de Trompeta.

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2 comentarios:

Vicente Rubio dijo...

CS Peinado, he entrado en tu blog porque hacia un mes que no entraba prácticamente en ningún blog y en esta semana he comenzado a hacerlo y me ha sorprendido que hables de esta película, no he visto y que no veré, pues no soy aficionado al cine y menos al español. Desde Calabuig y Bienvenido Mister Marsall no he visto cine español, ni lo vere.
Pero te saludo con mucho cariño y te comentare que ahora lo grave esta en los asaltos a los supermercados de todos estos hijos de la grandisima puta de la extrema izquierda, lo que era y es el Frente Popular del 36.
Asi de claro amigo. Muy buenas noches y muy cabreado porque este PP no hace nada para pararle los pies a estos mal nacidos y te aseguro que asi comienzan los desmanes en un Pais, no habiendo justicia.
Un abrazo.

Unknown dijo...

Vicente, vamos en caída libre y sin paracaídas... Lo peor es que aún no se vislumbra el suelo, con lo que habra que ir apretándose los machos y comprarse una recortada, ya que está visto que hoy a quien protejen son a los delincuentes... Ya sean porque se ponen en huelga de hambre, atracan un supermercado o directamente te rayan el coche... Es triste, pero no se sabe hasta donde vamos a llegar con el desgobierno que tenemos...

Darle Caña a ésto: