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En mil setecientos dos, ante el fallecimiento de Carlos II sin descendencia, estalla sin remedio la Guerra de Sucesión Española que duraría once años, hasta mil setecientos trece. Durante éste largo y desgraciado episodio de la Historia de España, Gaztañeta se empleará a fondo en distintos cargos ligados siempre a la construcción naval, contribuyendo de tal guisa a la causa del pretendiente borbónico al trono de España. En ese primer año de la Guerra sería nombrado Superintendente de Fábricas y Plantíos de la Costa Cantábrica, quedando de tal modo bajo su mando y responsabilidad la gestión y control de los astilleros y plantaciones madereras al efecto de Cantabria. Durante sun mandato centralizaría la construcción de la región en el astillero de Guarnizo que trasladaría a una ubicación cercana a la primitiva pero mucho más eficaz. En ese nuevo emplazamiento surgiría con el paso del tiempo el pueblo de El Astillero, que surtía de mano de obra a Guarnizo y cuyo fundador, por accidente podría ser considerado el mismo Gaztañeta.
Traslados en Guerra.
Marcharía después al País Vasco donde dirigiría sin descanso la elaboración de numerosos navíos en Zorroza, Pasajes y Oria. De todas las obras en las que dejó su impronta, destacaría el galeón El Salvador, de sesenta y seis cañones, construido en Zorroza de cuyo dique seco saldría para, paradójicamente no llegar a navegar nunca. Revolucionaría el concepto de construcción naval gracias a seis navíos que incorporaría a la Armada y que serían los primeros de una serie que llegaría a preocupar seriamente a las potencias rivales de la época. Cómo curiosidad se puede añadir que Gaztañeta llegó a ser alcalde de Motrico empeñándose a fondo en el reconocimiento y reforzamiento de las defensas de los puertos vizcainos ante la amenaza de invasión existente por la contienda en la que en aquellos momentos se encontraban inmersos. Sería así mismo en aquellos años cuando redacta su segundo gran tratado de construcción navaly que se publicaría en mil setecientos doce: Proporción de las medidas arregladas a la construcción de un bajel de guerra de setenta codos de quilla.
Terminada la Guerra de Sucesión en mil setecientos trece con el tratado de Utrecht que tardó en redactarse casi dos años, España acomete una nueva contienda merced a los intereses de Felipe V, muy influido por su esposa Isabel de Farnesio en la recuperación de los territorios italianos cedidos en el Tratado en que España perdía Gibraltar. La idea era crear estados satélites de España para mantener la hegemonía hispánica en el Mediterraneo Occidental arrebatando los territorios cedidos a las casas de Austria y Saboya. Dichos estados satélites estarian gobernados por los descendientes de Felipe V. En mil setecientos diecisiete tropas españolas ocupan Cerdeña y dan lugar a la Guerra de la Cuádruple alianza, movilizando fuerzas británicas, francesas, holandesas y austriacas que se unieron para forzar el cumplimiento de Utrecht. En mil setecientos dieciocho España ocuparía la isla de Sicilia que debía pasar a Saboya.
Las Guerras de Italia.
Gaztañeta tendría en éstas contiendas un papel fundamental. En el mes de octubre de mil stecientos diecisieta sería nombrado Comandante General de los Jefes de Escuadra de la Armada y del Ejército del Mar Océano con el objetivo fundamental de hacer frente a la logística para desembarcar las tropas que debían acometer la recuperación de Italia para el trono español. Por ello inició su cometido con un viaje a las Provincias Unidas a fin de adquirir navíos para la Armada, habienda cuenta de nuestra carencia de los mismos al estar recien salidos de la Guerra de Sucesión y tener aún la práctica totalidad del Imperio intacto y a defender. A su regreso le sería confiado el mando de la escuadra que, en cuarenta navíos de guerra y cuatrocientos de transporte deberían llevar a treinta mil infantes bajo el mando del Marques de Ledé a la conquista de Sicilia. Últimada ésta misión, la escuadra mandada por Gaztañeta esperaba en el Cabo Passaro, siendo atacada por el almirante Byng. Una acción por sorpresa que se llevó a cabo a traición sin mediar declaración de Guerra.
La batalla del Cabo Passaro supondría la destrucción casi al completo de la escuadra española que apoyaba la ocupación terrestre de Sicilia. Gaztañeta luchó con bravura pero la realidad era dramática. Tras verse con su navío desarbolado, doscientos hombres de la tripulación muertos y él mismo herido en una pierna, tuvo que rendirse siendo apresado por el enemigo. Al verse las tropas de tierra aislads y unido éste hecho a la invasión del norte del territorio peninsular, se forzaría la firma de un tratado, en mil setecientos veinte que, ésta vez sí y de forma definitiva, pondrían fin a las pretensiones españolas sobre territorios italianos. Una vez liberado, Gaztañeta regresaría a España siguiendo su servicio en la Armada, al considerarse que, pese a su rendición, la pérdida española no fue negligencia sino traición deshonrosa británica. Recuperado de las heridas infringidas, continuaría con sus tareas de constructor naval y publicó su última gran obra Proporciones de las medidas más esenciales para la fábrica de navíos y fragatas, publicada en mil setecientos veinte.
Flota de Indias y muerte.
Ascendido a teniente general de la Armada, en mil setecientos vientiuno ve uno de sus grandes logros realizados al hacerse pública una Real Cédula por la cual se debían observar en la península y en ultramar las reglas para la construcción de bajeles dadas por Antonio de Gaztañeta. A partir de esos momentos los navíos españoles de combate se fabricarían en función de las normas que él había estudiado y aplicado dando lugar a una nueva seríe de navíos de guerra casi insuperables en los siguientes ochenta años. Sus últimos años de vida estuvo al mando de la Flota de Indias, cosechando el éxito que se le negó en Cabo Passaro. Entre mil setecientos veintiseis y veinti siete logró traer a España unos treinta y un millones de Pesos, logrando en toda regla burlar a las avanzadillas británicas. Así lograría incluso pasar entre las líneas enemigas en plena noche conduciendo la flota a salvo hasta Galicia, lo que le valdría una renta vitalicia de mil ducados para él y mil quinientos para su hijo. Renta que no llegaría a disfrutar falleciendo de improviso en Madrid el cinco de febrero de mil setecientos veintiocho.
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4 comentarios:
Has ido a tratar uno de mis personajes favoritos. Gaztañeta fue el innovador del sistema de navegación de la época y además sus naves de guerra eran muy superiores a todas las restantes del Mundo. Los británicos le copiaron.
En Trafalgar los navíos españoles eran los mejores existentes y auqnue fueron derrotados por culpa del mando dejado en manos de un gabacho inepto, los de Nelson sabían que tenian todas las de perder si hubiera habido un mando adecuado. Por ejemplo el almirante Gravina o el almirante Churruca.
Pues que me gusta tu blog y te he incuído en el mío en 'Blog's que sigo.
Encantado
Javier, ya a principios del XIX la masonería se había aliado para atacar todo lo que no fueran sus intereses fuera de Gran Bretaña. Por extensión, ello conllevaba la caida de España. De ahí que los grandes "libertadores" de iberoamérica estuvieran apoyados por la masonería, la Pepa estuviera inspirada por los masones cómo constitución liberal cuya propugnación concatenaba con los intereses masones en américa y consecuentemente nuestras fuerzas en Trafalgar estuvieran comandadas por franceses, incapaces cómo Villenueve, puestos al mando de una flota por Dios sabe que oscuros dedos. Sea cómo fuere España perdió se hombría en Trafalgar a pesar de sus buenos buques y mejores comandantes, al mando de no menos soberbios navíos fabricados bajo los diseños de Gaztañeta.
Javier Marco, espero que el gusto sea recíproco y poder ir acudiendo de uno a otro blog en armonía para ir compartiendo, opinando o consultando según sea menester.
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