Cómo buena tierra Celta y por tanto influenciada hasta el tuétano por los ritos, leyendas y tradiciones ancestrales, Galicia es una tierra en la que las supersticiones y las historias de Brujas proliferan por todos los rincones. No es un misterio que la tierra de Castelao es un pago de meigas y trasgos, duendes y todo tipo de historias que concentran en sus bosques y montes, valles y prados temores y leyendas de forma más concentrada que en cualquier otra parte del mundo. Una de esas leyendas, si acaso la más conocida, es la que nos introduce en cualquiera de esos bosques tupidos y húmedos donde, en cualquier claro, en cualquier rincón un aquelarre dedicado al maligno o si acaso a cualquiera de los dioses ancestrales a los que entre sangre y hierbas desconocidas los celtas se encomendaban. Es Galicia tierra de oscuros misterios, de fantasmas, encrucijadas señaladas por mistéricos cruceiros y sobre todo de ella, la tenebrosa leyenda a la que me refería y que no es otra que la Santa Compaña.
Almas en Pena.
Corren los vientos húmedos que calan los huesos por las cuatro provincias gallegas. Tierras azotadas por la lluvia y la niebla que se adentra, en función del camino que se tome, hasta el centro de las más profundas creencias humanas. Dicen que la Santa Compaña es tan real cómo cualquier árbol con el que nos podamos empotrar con el coche en sus sinuosas carreteras. No obstante, no son casos aislados que suceden muy de cuando en cuando en el tiempo. Es un fenómeno que se repite con ciertas pautas. Siempre en lugares en que la luz escasea, donde la presencia de luz eléctrica es deficiente o testimonial, en sitios donde el asfalto aún no ha cubierto la tierra ancestral cruzada durante siglos, en los alrededores de encrucijadas o cruces de caminos y sobre todo y cómo un mantra, ante un único testigo, uno impresionable, por lo general poco creyente y que, a la postre, ejerza de relaciones públicas dando a conocer la visión de tan tétrico grupo al resto de sus vecinos.
Pero la Santa Compaña, que es conocida también cómo "La Güestia" es conocida cómo el fenómeno cultural y social en que se ha convertido a lo largo de los tiempos y que compete en su ego interno las esencias más ancestrales de Galicia. La leyenda, el misterio y el respeto a lo desconocido se unen en esa procesión de almas en pena que, cubiertas con una gran capa blanca deámbulan por los caminos más oscuros sin mostrar un ápice del rostro, ni del cuerpo. Cómo antes comentaba, una de las carácteristicas primordiales es que se mueven por terrenos oscuros o poco iluminados, ya que otra de sus señas característcas son sus velones. Velones elaborados con huesos de humano recubiertos de sebo, de dudosa procedencia con el que alumbran su tétrico y eterno deámbular en el que en alguna ocasión se le ha visto caminar portando un cadáver. Dicen que en alguna ocasión conminan a abandonar el camino con la frase "Andai de día que la nuoche ye mía"...
Portan una campana que hacen sonar cómo muñidores de la muerte. Parece ser que ese es su principal cometido en el deámbular por el mundo. Avisar del fallecimiento de alguien con el que se habrían cruzado o en torno de cuyo domicilio pasarían ineludiblemente. Se dice y se comenta que, bajo la capucha, sólo se encontraría una calvera impoluta, sin restos de carne, brillante y de oscuras cuentas vacias. Oir su campanilla es oir la sentencia de que tu vida ha llegado a su fin. Aún así, la comitiva guarda otra esencial carácteristica. No camina sólo compuesta por cadáveres que, en dos filas van haciendo sonar la campanilla mientras se alumbran con el sebo de los muertos, a su frente va un vivo. Éste parece ser que procesiona en estado catatónico y sería incorporado a la comitiva al encontrarse con la comitiva. Incorporado a ésta, portará una gran cruz y cargará con un caldero de agua bendita abriendo camino y mostrando la senda al resto de los espectros.
Éste vivo cumplirá tal tarea ad eternum, hasta encontrarse con otro vivo que, ineludiblemente, tendrá que tomar la cruz y el caldero y ocupar su lugar. Si no lo encontrara, el pobre hombre ira mermando su salud día tras día sin recordar nunca nada de lo que hace por la noche. Su espíritu se irá apagando al mismo tiempo que su vida hasta convertirse en un muerto más, en un espectro que alimentará una de las dos filas que componen la Santa Compaña. Así, la procesión renueva su caminar eterno noche tras noche por los páramos, prados, montes, aldeas y bosques. Según la tradición, su cometido es simple y rutinario, caminan reclamando al alma de algún moribundo para lo cual sonará su campanilla alrededor del domicilio del futuro finado. Tienen, según otros, un aspecto también penitencial, asomando las faltas a los vivos que los vislumbran. También, si de pronto te topas con ella, pero no te fichan para la comitiva, te andarán avisando de la muerte de algún ser querido. En última instancia también pueden ser heraldos de una autoridad del más allá que les encomiendan cumplir alguna impuesta impuesta a algún vivo.
Bosques húmedos, sombríos y de desaconsejable visita nocturna.
Las noches gallegas son misteriosas. Al caer el sol, aquellos enormes bosques, al menos los que se han ido librando de los incendios forestales, no conviene, si se es foráneo, adentrarse por parajes desconocidos. Son miriadas los senderos que entre altos pinos, chopos y otros árboles de fuerte factura y ancestral enraizamiento, entre los que no faltan los sagrados robles de los druidas, transcurren entrecruzándose, conduciéndo al despistado ora adelante y ora detrás. El hecho de encontrarse con la Santa Compaña es escaso, pero no está de más tener las precauciones de saber librarse de los castigos eternos que nos pueden convertir en pasto de la comitiva. Lo más lógico al verles es intentar que ellos no te vean a tí, perdiendo el culo para no caer en sus garras. Lo más socorrido es hacer cómo que no se les ve, si ello no funciona y ellos te miran, hay que hacer una estrella de Salomón o una cruz dentro de un círculo en en que entraremos rezando para noe scuchar su voz cavernosa. Ayuda sobremanera llavar algún objeto sagrado, unos ajos o castañas de indias. En última instancia, loq ue hay que hacer es tirarse al suelo boca abajo y esperar que no pasen por encima.
La Santa Compaña es de un acervo inconmensurable y su leyenda vuela sobre territorios y sobre el Tiempo, hundiéndose en sus procelosas, oscuras e invislumbrables noches. Aún así, la misma se ha mantenido aunque en los últimos tiempos, con una mejor iluminación de las zonas rurales, ha perdido fuelle y parece ser que los avistamientos se van reduciendo cada vez más. En mil novecientos cuarenta y seis el intelectual un intelectual gallego publicaría un artículo sin desperdicio en el que incluiría el nombre que se daba a la Santa Compaña en distintas poblaciones gallegas. Así, en el Sur de Galicia y más concretamente en la parte de Orense sería la Procesión de las Ánimas, el nombre de Santa Compaña sería más usado, sin embargo en la parte Norte. Hoste o Hueste sería en la parte central en clara alusión a la mesnada que formarían los espectros. Hostilla, del latín "enemigo" que quizás sería una contaminación del término. Estadea sería otro nombre que variaría de "estadal" o vela usada en los velatorios para dar luz a los difuntos.
Cómo todo en la vida, la Santa Compaña no ha sido ajena a la evolución del mito. Si bien se intenta buscar razones lógicas a su existencia, cómo las fiestas patronales, la Comitiva es carácteristica de cada pueblo. Lo más normal sería pensar en las apariciones tradicionalmente cómo partidas de maleantes, traficantes, mariscadores o cualquier otro tipo de grupo de personas que se arrastran en la noche. En sí la Santa Compaña es tan compleja que auna en sí misma distintos aspectos que desde el Neolítico han ido mezclando los ritos celtas en la creencia de la vida más allá de la muerte con determinadas corrientes heréticas cómo la influencia del Arrianismo en Galicia. Además, tiene de novedoso no sólo la presencia espectral de la que hace gala sino su aspecto cognitivo y el hecho de precisar del concurso del "Viaje Astral" para atraer el espíritu del vivo que debe portar la Cruz de Guia en tanto en cuanto no sea sustituido por otro. En mi ego interno creo que el mito siempre existirá y lo hará mientras haya un gallego aldeano que mire con pavor al bosque justamente tras la puesta de sol.
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9 comentarios:
Había un extraordinario artículo sobre el tema escrito por el gallego más humoritas de todos los tiempos : Fernandez Florez.
En mi parecer lo de la Santa Compaña es una más de las manifestaciones de creencias ANIMISTAS. Parecido a esto haía, ya no creo que nadie cra en ello, la creencia en tierras vascas de que la NOCHE es de los muertos y que los vivos que van por el bosque de noche son atrapados y conducidos por la Luna (Ilargia o luz de los muertos) para llevarlos a la Cueva de Mari, diosa máxima de la religión animista vasca.
También en Africa las tribus primitivas tienen creencias similares o animistas. El vagar de las almas por las noches.
Peinado,bonito relato,
Sí bonito relato, a mi me gustaron mucho y me llamaron mucho la atención los cementerios. En cada sitio si podía visitaba el cementerio, es increíble como los tienen.
Ahora ya lo que ven mucho por allí son ovnis, por lo que se ve la cosa es ver cosas cuanto mas raras mejor. ¿No se inventarían esto los contrabandistas y los monjes pasa salir a hacer sus cosicas a los montes?, jajaj.
Saluditos.
¿Cuanto hay de verdad y de mentira? No lo se. En todo el norte existen infinidad de mitos y leyendas. Unos con orígenes en remotos pueblos de los que aún se conserva parte de su cultura; otros sencillamente por las mismas características de la tierra, muy dada al enclaustramiento durante al menos la mitad del año.
Lo que si se por experiencia propia es que en todo el norte, especialmente en la zona de poniente, no todo son leyendas: Pasar pasan cosas en ocasiones de difícil explicación...
¿Superstición o influencia del medio ambiente? No lo se, pero lo cierto es que allí se da muchísimo mas que en otras zonas.
Javier, es curiosa esa obcecación en pensar que las almas sólo pueden circular en la noche. Supongo que elmismo miedo a lo desconocido, impregnado de la oscuridad, el silencio y la tenue luz del cielo, hacen que las seseras crean ver algo donde no hay nada. Pero ya se sabe, aunque no se crea en ellas, haberlas, haylas.
MAMUMA, un relato al que sin duda estarás acostumbrado en muchas y variadas versiones. Si hay algo que me sorprende de todas éstas cosas son los miles de matices que se les puede impregnar según quienes las cuenten.
Zorrete, lo de los OVNIs dicen que es porque allí queman todos los alijos de droga que aprenden y claro, los vapores... Pero sí, es cierto, yo he estado principalmente en la Costa de la Muerte y es impresionante algunos camposatos directamente asomados sobre el Atlántico. No sé cuanto de verdad o de mentira habrá, pero si eres un amante de lo Oculto no lo dudes, Galicia es tu tierra.
Lobo, es cierto lo que dices y yo añadiría si podría ser causa de la poderosa sugestión de unos paisajes, cultura y ámbito imbuidos en las tenebrosas tradiciones celtas en su inicio y en las poderosas fuerzas que, a través de los tiempos, han conducido a todos los pueblos hasta Finisterre.
La Santa Compaña (principalmente en Galicia) y la Güestia (más típica de Asturias) son mitos de probables raíces celtas muy difundidas por el norte de España (según Menéndez Pelayo).
En Asturias si alguien veía a la Güestia por la noche debía dibujar un círculo e introducirse en él; en la población asturiana de San Juan de Beleño, era seguro también agarrarse a un xatu (ternero macho).
A los componentes de la Güestia, en Asturias, se les hacía recitando versos:
"Cuando nós éramos vivos
andábamos a estos figos (higos),
y ahora que somos muertos
andamos por estos huertos.
¡Andar, andar,
hasta el tueru (tronco) de la figar (higuera)!
Como se puede comprobar, la tradición es muy parecida en ambas regiones y lo único que cambia es el nombre y algunos detalles.
Muy interesante, Peinado.
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