Cuando las circunstancias aprietan, las cosas no tienen porque torcerse. Básicamente hay que seguir la corriente hasta que ésta nos lleve a buen puerto. ¿De qué nos sirve ir a contracorriente si lo único que conseguimos es demorar lo inevitable? En todo lo que podamos hacer en la vida, lo ideal es hacerlo de inmediato, sin pensarse si viene bien o mal el hacerlo. Total, si ha de llegar, que llegue cuanto antes. Ya sea una movida guapa o el hecatómbico fin del mundo. No hay que arrepentirse nunca más de lo que no se ha hecho en la vida, pues de lo que ya se ha dado cuenta, se ha llevado a cabo y por fin, se ha cagado de pleno, pues bueno, ahí está, olorosa y nauseabundamente.
Las cosas en la vida no son ni mucho menos fáciles. Sí así fuera, no sería vida sino una serie de cosas ajenas a éstas y más cercanas a la útipía celestial. En el ámbito vital de nuestra sociedad lo fácil es demodé. ¿Que quieres?¿Triunfar? Pues aprietate el culo, estudia y sobre todo preparate para hacer unos buenos ejercicios juerguisticos bucales en prepucios más poderosos que el tuyo. Todo ello con el fin último de avanzar en una vida que, sutilmente cruel, realistamente cabrona, nos espera con puñaladas traperas tras cada esquina. la vieja táctica de la zancadilla traidora y el porretazo según vas cayendo.
Avanza, avanza y con ella el tiempo. Sabedlo ignorantes lectores, que no es la vida ni el tiempo quien pasa sino nosotros, mortales cachos de carnes con inspiración de inteligencia limitada los que poquito a poco nos vamos poniendo mustios, nos entregamos a la senectud y finalmente fallecemes agónicamente entre nuestras propias miserias, ya sean corporales o mentales, que nadie está libre de pecado. No debe de avergonzarse uno de ello, pues básicamente estamos hechos de la misma materia que nuestros excrementos. Sólo que a ellos los creamos nosotros y sin ellos no podemos vivir. Las plantas menos. Menos aún alos animales que de ellas se alimentan y vuelta a empezar el ciclo.
Circunstancias favorables, las mínimas, en contra la mayoría. Eso es la vida y es lo que la hace emocionante. Correr el riesgo de vivir es algo que todos deberíamos hacer aunque sea una vez en ésta tediosa, miserable y a menudo sin sentido historia que es la existencia. Sino ¿Qué nos queda? Empezar un blog y ver cómo se puebla de artículos de relleno que muchas veces no tienen ni píes ni cabeza y al final se pueblan de sinsentidos que rulan de un lado para otro ocupando un espacio totalmente inutil que podría servir para otras muchas cosa. Vida, circunstancias y mucho, mucho bicarbonato, es lo mejor contra la indigestión.
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