martes, 5 de julio de 2011

Cuando la batidora se jode, es hora de cambiarla.

El abuelo Paco fregó la olla en el setenta y cinco. Cosa de las melenas y esa otra cosa que tenía la tromboflebitis que creo que nadie había oido mencionar hasta aquel momento y que, bueno, le permitió morir en una cama, muy lejos de sus amiguetes Hitler y Mussolini que ya sabemos todos cómo se fueron para el barrio de los tristes. Debía de ser una noche fría, la cascó a las cinco de la mañana, según el parte médico, pero se caldeó de inmediato con la fuerza de cientos de corazones que, hasta el mojino de la dictadura, se aceleraban al tiempo que el corazon del ferrolano se iba deteniendo. Aquel día el champán corrió por todo el país, la Paz estaba acosada entre periodistas y curiosos y del Bosch y Tejero ya estarían dándole al coco para pegar el zambombazo. La batidora del Régimen tenía las horas contadas. Las pilas de la misma se acababan conforme se redactaba el último parte médico firmado por el equipo habitual. El Movimiento no se había meneado mucho pero ahora era seguro que se iba para el desguace. España se iba despertando en una realidad que habia dejado cuarenta años atrás, e iba a cometer los mismos errores. Aunque claro, por aquel entonces no lo sabían. Lo sabemos ahora que vemos la cosa desde otra perspectiva.

En mi ignorancia, quizás la situación actual, me parezca demasiado a la prebélica del treinta y seis. No en la forma, pero si en el contexto. Es decir, si la República, forma de gobierno incompatible del todo con el sentir del español medio la cagó fundamentándose en el buenismo, ¿Qué nos hacía pensar que ese mismo buenísmo iba a dar mejor lustre a la actual democracia? Mmmm, creo que nada, fue un movimiento centrífugo, el que nos impelió a rebatir la fuerza de cuarenta años de movimiento centrípeto. Es decir, una fuerza igual pero de sentido inverso al centralismo que siempre, por sistema, ha imperado en España. Yo comprendo que en aquellos momentos la cosa estaba muy caldeada. Pero vamos, de ahí a la teoría del "Café para todos" en el país mas cainista del mundo era una temeridad. Se pueden hacer reformas, se puede remodelar el país, pero siempre desde la cordura y el sostenimiento del Estado, lo que aquí se hizo en el setenta y ocho con la Constitución fue cómo intentar apagar un incendio con gasolina.

Anno Mil Setecientos y pocos. Felipe V hace planes ante el desparrame ocasionado por el Archiduque Carlos que se pira hacía Austria donde es el heredero, dejándo a España en manos del Borbón. El chico, que viene recomendado por su abuelo, Luis el Solete, está mosca con los territorios que han apoyado en la Guerra de Sucesión a su contrincante. Hasta entonces la Confederación Española (No debemos olvidar nunca que España era un conjunto de reinos más parecidos a los Estados Unidos de América que al Imperio Británico), había estado cuajadita de fueros, privilegios, contrafueros y prebendas. Vamos, que para ir de Madrid a Barcelona, a parte de tener muchísima fé, pues el Ministerio de Obras Públicas, cómo hoy en día, dejaba mucho que desear, tenía que hacer más papeleo que el copón, pues para pasar de Castilla y Aragón te era más difícil que de Castilla a Francia, ahí queó. Así las cosas y cómo Aragón había apoyado al austriaco, Felipe borró de un plumazo los fueros y privilegios, igualó todo el territorio a excepción de lo que era Navarra y el señorío de Vizcaya que lo habían apoyado a él y así comenzó, ta ta ta chán, el centralismo en España, de Madrid al cielo.

Si algo funciona debídamente bien, ¿Para qué cambiarlo? Si tienes un país centralizado, con una fuerza de orden público que hace su trabajo, si todos los territorios contribuyen y reciben de manera proporcional y solidariamente, para que carajo lo vas a cambiar. Si tienes un puñetero enjambre de territorios arrejuntados por la gracia de Castilla que, en cuanto les des la mano te comen hasta la oreja, ¿para que puñetas les das pie, via autonomía al soberanismo? Ains, dos siglos de centralismo que nos fue relativamente bien, el imperio se iba a ir al carjo de todas maneras y va la república y se carga el invento. El sistema autonómico ha fracasado y estamos haciendo el primo porque el sistema nació ya viciado. Esto no se puede hacer en tres días y fue precisamente lo que pasó. Tantas fueron las presiones y tanto el por saco d eunos y otros que la Constitución consagró el Estado Autonómico cómo se hace todo en éste país. Vamos a ver cómo sale y sino va bien ya lo cambiaremos.

No es la primera vez que hablo sobre éste particular. Supongo que no será la última. Es un tema recurrente que me gusta sacar sobre todo cuando parece que sarna con gusto no pica. Y es que el principal problema de nuestro ¿País? es el derroche autonómico. Ésto unido a la duplicidad de la administración, la deslealtad institucional y la flojera Estatal da lugar a un extraño chomiplog de nación que, más que ejemplo a seguir es ejemplo a exterminar. No estoy en contra de un estado de las características del nuestro. Es más, creo que bien llevado es un ejemplo de descentralización de libro, pero es del todo ineficaz a nivel efectivo. Cada comunidad autónoma se comporta cómo una taifa. Cada Taifa parece odiar a las de su alrededor.  Éste odio parece llevar a una absurda competencia para pillar más cacho dando lo mínimo factible. A cambio de eso, el ciudadano sólo recibe servicios de media o baja calidad mientras el techo de gasto, astronómico, no deja de crecer, lastrando la economía de la comunidad, del Estado y en consecuencia, de los que pagan los impuestos, nosotros.

Ésto hay que regularlo señores. Que el dinero público es muy tentador y los políticos ya nos han demostrado que no son de fiar. En cuarenta años de democracia hemos avanzado enmuchas cosas pero en otras estamos cómo con el abuelete, más vale apretarse los machos o en lugar de la Champion League de las Naciones mas Desarrolladas vamos a pasar a engrosar el primer puesto de los países más irracionales a nivel económico y social. Sino al tiempo.

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2 comentarios:

Herep dijo...

Buenas C S Peinado,

Certero analisis de la situación residual en la que está quedando nuestro país por culpa de los politicastros autonómicos.
El problema es... ¿quién va a atreverse a meterles mano? ¿Raj(ad)oy? ¿Esperanza?

A veces todo esto me recuerda el mito del Ave Fénix... en el que para que renazca de nuevo, antes tiene que sucumbir hasta la destrucción.

Pero bueno... ahí estaremos.

Un saludo, compare.

P.D. Me dijiste que te agregara al blog... ¿no lo estas ya?

José Antonio del Pozo dijo...

Hola, CS: bien desarrollado el contraproducente y costosísimo desmadre de las taifas. Descomposición a ojos vista. Un suculento blog, si señor.
Saludos blogueros

Darle Caña a ésto: