Con éste son ya tres los artículos que escribo hoy. En cierto modo ahora me queda mucha tarea por delante. No he querido mirar atrás, pero hace más de un año que no he escrito aquí, en este mi, vuestro blog. Hace mucho tiempo que no comparto nada, que no levanto la liebre, que no provoco la reflexión. Y el caso es que dejé de escribir sin más, sin pensarlo siquiera. Un día decidí dejar de darle al teclado y lo hice. No pensé porque dejaba de hacerlo. No pensaba si a alguien le importaría. Sólo lo dejé.
Es curioso que, conforme pasa el tiempo, nuestras ganas de hacer algo, de progresar en algo, si no se cultivan, se extinguen. Conozco gente de la que tengo una sana envídia. Sus ganas de hacer cosas, sus ansias en cualquier ámbito en que se sumergen son increibles. Su fuerza de voluntad me cautiva pero por alguna extraña razón (pereza principalmente)no puedo compararme a ellos, ni tan siquiera someramente, pues empiezo con muchas ganas pero, inevitablemente estas decaen, se hunden inmisericordemente en el océano de la vagancia más profunda.
De hecho ahora estoy escribiendo y no se cómo ni de donde saco las ganaspara hacerlo. No, no comprendo cómo mis dedos están tecleando, en éste instante en que el Barça se enfrenta al Real Madrid en la televisión en la semifinal de la Liga de Champiñones. No acierto a aventurar de donde extraigo las fuerzas para que, tecla tras tecla los carácteres formen palabras y éstas, acómpasandose en pausadas frases sirvan para expeler el hálito de mis infundias internas en borboteos de lexico contundente tras meses y mesesde una total desidia literaria.
Es comprensible que mi blog, cómo otros miles de bitácoras a lo largo y ancho de la Red de redes, no despunte más de lo imprescindible que, en mi caso, es poco o nada. No le faltará razón a aquel o aquellos que leyendo con lástima mis palabras me digan que me dedique a otra cosa pues me esta vedado el mundo de las letras no por falta de estilo o conocimiento del uso de la lengua sino por simple incapacidad para enhebrar dos o mas dias de escritura. Cosas veredes.
No quiero acabar sin disculparme por la pedante estampa que, a ratos, exhala este artículo ni la fina ironía que, intercambiándose por la futil y exonerante bazofia con que en tiempos impregné este y otros blogs pretende ser nuevo sello en mi impronta a nivel lingüistico que no literario pues, para ésto último, aún no tengo nivel ni, por supuesto, ganas, que las ganas hay que cultivarlas y las penas, con pan, son menos.
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