Con mi proverbial dejadez y mi injustificable desidia en el presente medio no he podido ocuparme del analisis de la actualidad cómo debiera hacerlo. Hace unos años, mi hermano tuvo el volupto de viajar al país del Sol Naciente. Estuvo en el país del Trono del Crisantemo y es ésta última acepción la que, por lo que significa en Occidente, me ha venido ésta noche a la cabeza para abordar lo inabordable. El ocaso Nipón.
Dicen que si lo que ha pasado allí hubiera sucedido en España nuestra respuesta hubíera sido caótica pero eficaz. ¿Cómo? Direis. Si, la capacidad organizativa japonesa ha servido para que el país se haga una piña y piense ya en la reconstrucción. Una increible organización, la precisión que les caracteriza, la frialdad con que acometen los desafios y el orgullo por su país ha demostrado al mundo que, si bien una potencia mundial puede hundirse en segundos, la dignidad está por encima de todo y no tardará en recomponerse de la manera más eficaz y rápida. En España, hundidos cómo estamos primero habríamos tenido el bochornoso espectáculo de nuestros políticos tirándose los trastos, después la vergonzosa práctica para acaparar y especular y, por último la rapiña, la improvisación y el pasotismo que nos caracteriza. Mientras haya cerveza y fútbol, cómo si el Mundo se parte por la mitad. Produciremos menos pero los japos pierden la cabeza por venir aquí, por algo será.
Fuera de coñas, pues no es mi objetivo reirme de las desgracias ajenas, sino ser constructivo y solidario, debo decir que, Japón, por la parte que le toca ha demostrado el señorío y la preparación que debe de tener una Potencia Mundial. No ya por la parte económica sino por la dignidad que su pueblo ha demostrado en todo momento a lo largo de ésta crisis. Desde la inmensa catastrofe que supuso el terremoto y posterior tsunami a la gestión de la crisis nuclear con gente entregada a tales menesteres más allá de lo que se podría exigir a cualquier profesional en cualquier trabajo que se precie. Japón, sumido en una crisis economica sin precedentes ya antes deque la actual crisis mundial se cebara con todos los demás ha demostrado que no desea que, en modo alguno esa crisis se extienda a una crisis social que podría minar con todo su Historia y su dignidad.
Una acción del todo encomiable con los normales errores en política que tiende a minimizar lo inminimizable y una total y absoluta cooperación del primer al último japonés han provocado la admiración del mundo y por supuestísimo la de este que suscribe. Éste que, desde éstas líneas y desde mi corazón y total solidaridad quiere dejar constancia de su total adhesión a la causa del pueblo japonés en su cruzada. Un camino dificil que le supone la reconstrucción no sólo de su economia, sino de su tejido social y cultural, apoyado, de ésto no me cabe la menor duda, por todos los pueblos del mundo.
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