Algún día tenía que ser. Y creo que no encontraré mejor ocasión que hoy. Tras muchos días pensándolo he decidido cumplir lo prometido y aquí me hallo, con el teclado en ristre y acordandome de mi abuela Casimira, tan lejos en el tiempo y tan cercana en el recuerdo.
Mi abuela murío cómo había vivido. En Silencio. Sin quejarse. Sólo emitio un breve y tenue gemido cuando la Parca vino a por ella. Cuando en una cama de Hospital la vida se le escapaba rodeada de sus hijos. Nunca me he sentido tan mal cómo cuando me comunicaron por teléfono que mi queridísima abuela había fallecido.
Estaba yo destinado por entonces en Madrid. Sólo hacía dos días que la había despedido en el Hospital. Para entonces ya estaba muy mal. La pesadumbre por marcharme así, sin saber si la volvería a ver con vida, se unía al peso que supone la responsabilidad de pertenecer a una unidad militar de la que no puedes escabullirte salvo causa justificada.
Lamentablemente para mi abuela, la causa fue ella. Un lunes frío de noviembre Dios la llamó a su lado y yo tuve que remover Roma con Santiago para poder acudir a las exequias. A pique de descalabrarnos por el camino y a todo lo que daba el opel astra nos plantamos en Jaén en dos horas.
Mi abuela se había ido dejándome sólo. Ella me habia criado casi con mas protagonismo qeu mi propia madre y yo no me había podido despedir cómod ebiera. Debiera haber estado aquí,a l lado de su cama pero no pudo ser. Y ese sentimiento se cargó en mi almo cómo un lastre que me ha perseguido hasta el día de hoy. Ella ya no está pero me dejo muchísimo más de lo que nunca hubiera esperado conseguir.
Me dejo su vida, su amor y su comprensión. Me dejó su silencio su paciencia y su modestia. De complexión menuda pero grande en alma y sentimiento mi abuela fue en un Talgo directo al cielo de los justos, pues el sufrimiento que había padecido en vida tenía que convertirse, por justicia divina, en gloria al lado de Dios.
No dudo que estará ahi. Cerca de mi. En alma y espiritú y que, cómo que creo que nuestros seres queridos siempre velan por nosotros, tambien creo que ella sigue por aquí, velando por todos los que quería. Tal lo hizo en vida y sin duda lo habrá hecho en la muerte. Fue lo que más quise y un modelo de vida a seguir. Tranquila y sernea, silenciosa y paciente. Todo un modelo de persona que no podrá igualar nadie más.
Abuela, he tardado, pero espero empezar a cumplir con tu memoria en este relato. Un relato basado en la experencia que nos dejaste de supremo amor y cariño desde las noches frías a las cálidas tardes del estío que nos legaste mientras estuviste con nosotros. Un relato de candoroso recuerdo en que te convertiste el día que nos dejaste. Va por ti.
Mi abuela murío cómo había vivido. En Silencio. Sin quejarse. Sólo emitio un breve y tenue gemido cuando la Parca vino a por ella. Cuando en una cama de Hospital la vida se le escapaba rodeada de sus hijos. Nunca me he sentido tan mal cómo cuando me comunicaron por teléfono que mi queridísima abuela había fallecido.
Estaba yo destinado por entonces en Madrid. Sólo hacía dos días que la había despedido en el Hospital. Para entonces ya estaba muy mal. La pesadumbre por marcharme así, sin saber si la volvería a ver con vida, se unía al peso que supone la responsabilidad de pertenecer a una unidad militar de la que no puedes escabullirte salvo causa justificada.
Lamentablemente para mi abuela, la causa fue ella. Un lunes frío de noviembre Dios la llamó a su lado y yo tuve que remover Roma con Santiago para poder acudir a las exequias. A pique de descalabrarnos por el camino y a todo lo que daba el opel astra nos plantamos en Jaén en dos horas.
Mi abuela se había ido dejándome sólo. Ella me habia criado casi con mas protagonismo qeu mi propia madre y yo no me había podido despedir cómod ebiera. Debiera haber estado aquí,a l lado de su cama pero no pudo ser. Y ese sentimiento se cargó en mi almo cómo un lastre que me ha perseguido hasta el día de hoy. Ella ya no está pero me dejo muchísimo más de lo que nunca hubiera esperado conseguir.
Me dejo su vida, su amor y su comprensión. Me dejó su silencio su paciencia y su modestia. De complexión menuda pero grande en alma y sentimiento mi abuela fue en un Talgo directo al cielo de los justos, pues el sufrimiento que había padecido en vida tenía que convertirse, por justicia divina, en gloria al lado de Dios.
No dudo que estará ahi. Cerca de mi. En alma y espiritú y que, cómo que creo que nuestros seres queridos siempre velan por nosotros, tambien creo que ella sigue por aquí, velando por todos los que quería. Tal lo hizo en vida y sin duda lo habrá hecho en la muerte. Fue lo que más quise y un modelo de vida a seguir. Tranquila y sernea, silenciosa y paciente. Todo un modelo de persona que no podrá igualar nadie más.
Abuela, he tardado, pero espero empezar a cumplir con tu memoria en este relato. Un relato basado en la experencia que nos dejaste de supremo amor y cariño desde las noches frías a las cálidas tardes del estío que nos legaste mientras estuviste con nosotros. Un relato de candoroso recuerdo en que te convertiste el día que nos dejaste. Va por ti.
2 comentarios:
vaya.. k bonito.. tu abuela estará orgullosa d ti dnd este aunk solo sea x estas palabras jeje. tais exos unos artistas los peinado sanchez eh!! k nivel!!
Sludos,Marylola
Gracias Marilola por tu comentario. Se intenta hacer lo que se puede pero siempre es poco. Ésto era una pequeña deuda que tenía con mi abuela y aún así siento que me he quedado corto. Se agradece el comentario.
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