La esencia de la Navidad. |
Ahora que la actualidad política está aletargada, los escándalos financieros andan cómo algo lejano y la cosa está en todos los sentidos apalancada, es hora de relajarse un poco y disfrutar, en la medida de lo posible, de lo que es la Navidad. No es que yo sea muy navideño, en absoluto adoro ese empalago de adornos, músicas villancicarias y mucho menos esa fraternidad y empalago de buenos deseos que el resto del año brillan por su ausencia. Más bien pienso que ese derroche local en lucecitas y adornos que dañan más la vista que contribuyen a ensalzar el advenimiento del Niño-Dios es algo que se puede obviar y destinar ese dinero, en los tiempos que andamos a programas en favor de los desdichados que no pueden gozar, siquiera, de un pedazo de turrón en éstas fiestas. Sé que puedo resultar obvio, anquilosado e incluso pesado, pero ya digo que a mi éstas fiestas, en precario, me parecen incluso algo hipócritas cuando, siendo una costumbre de raigambre puramente religiosa se usa de excusa para pillar una tajada del quince.
Atracones.
Por ello, no puedo dejar de desear que todo el mundo, independientemente de sus circunstancias, pueda pegarse el atracón en éstos días fríos, donde muchas personas tienen que celebrar la Onomástica de Jesus, previa y estratégicamente colocada por la Iglesía Católica en la fiesta romana del Sol Invictus o Solticio de Invierno, tendidas y cubiertas de cartones en algún cajero automático. Eso con suerte, otros tendrán que conformarse con arrebujarse en sus harapos en algunas ruinas infectas de cualquier pueblo de mala muerte. Es algo que te hace pensar y no ya porque sea el típico tópico navideño del pobre que hay que recoger para darle de cenar cómo prueba de nuestra buena voluntad, sino porque muchos de esos desgraciados no son ya inmigrantes de Rumanía o el Magreb, sino porque son, en gran medida vecinos o personas cercanas que se han quedado en la calle merced a una situación económica que todos hemos provocado y que ha venido a comerse por los píes a todos aquellos débiles que no se hayan preparado parar la acometida.
Hay que tener presente siempre que éstas fiestas son más costumbre que algo verdaderamente inmerso en nuestra idiosincracia. El espiritu navideño de otros tiempos se ha ido diluyendo en el espíritu consumista que los americanos y su mejor invención, el capitalismo, nos han legado cómo método expansionista del imperialismo estadounidense. Hoy en día los atiguos ritos de la Navidad, la misa del Gallo, los mantecados caseros, los villancicos, los aguinaldos, han quedado enterrados por la nueva oleada de Papa Noeles enviados por Coca Cola Inc para meternos en la cabeza que no hay que esperar a la Epifanía de Nuestro Señor, ésto es, Reyes, para recibir los regalos. Por supuesto, regalos adquiridos en el Corte Ingles y demás grandes superficies y por supuesto, siendo éstos elementos ultra tecnológicos que, por su propia naturaleza, a los dos días estaran completamente desfasados. Unas fiestas que de entrañables han pasado a ser consumistas y discriminadoras, tanto tienes tanto celebras.
Turrones.
Esos dulces tan normales en nuestras tradiciones, inventados para mitigar el hambre con almendras y miel cómo únicos componentes, son perfectos representantes de las fiestas por cuanto son dulces y duros a la vez, representando la cara y la cruz de nuestras Tradiciones, firmemente ancladas en la historiagrafía cristiana de la cual recelamos y de la cual rajamos cada vez más. Por lo visto es más moderno y progresista afianzarse en abrir los brazos a todas las confesiones foráneas y rechazamos lo que ha forjado el país en que vivimos en uno de sus pilares básicos, el de las creencias de la población. Yo reitero mi poco gusto por éstas fiestas, si acaso soy más afín a la celebración de la Semana Santa por su carácter popular y artísitico sin parangón. De éstas fiestas lo único que me gusta son los días de asueto que pillo en el trabajo y que me permite, Dios Mediante, dedicarme a actividades cómo volcarme en analizar y escribir artículos de los que leeis cada día. En sí pienso que no son demasido entrañables y que, si acaso, son familiares por imperativo legal, cómo los de Amaiur.
Por ello el turrón y los mantecados son sólo reflejos de una época ya pasada de la que sólo queda esa imperiosa necesidad de juntarse con la familia para conjurar el desapego de todo el año, gastar lo qeu no tenemos en pillar una indigestión monumental y en alimentar la cuenta de resultados de los grandes almacenes en los que nos gastamos la extraordinaria en regalar cosas que, en gran medida, querríamos para nosotros. Todo ello para alimentar la tenebrosa cuesta de enero que hoy en día ya se extiende hasta febrero en una sinrazón sin igual que se extiende a dobles gastos para dar cohartada tanto a Papa Noel cómo a los Reyes Magos. Eso sí, con la paradoja de obviar que es la celebración de la Natividad, el nacimiento del puntal básico de la más importante de las Religiones en el mundo y tratando de ocultar belenes y villancicos tradicionales en favor de árboles de navidad, de tradición celta y canciones sajonas que nos hablan de forma vacia de la Navidad sin especificar, ni por asomo, que es.
Que se acabe pronto...
Por todo ésto y sin perjuicio del gusto supremo e incluso orgásmico que dichas fiestas, vacías de contenido original tengan en según que elementos, deseo a quienes las gocen o las padezcan que de todo hay, nunca mejor dicho, en la viña del Señor, que las sobrelleven lo mejor posible. Yo lo intento evadiéndome con cosas que no me recuerden demasiado el acometimiento que las fiestas hacen en el ánimo de cualquiera que las viva. No aprecio de ellas más que la cesta de navidad de la empresa y la paga extraordinaria que, dicho sea de paso y en el momento en que escribo, aún no me ha llegado a la cuenta, con lo que tendré que apuntar esa incertidumbre cómo algo más a desdeñar de las presentes fechas. Por lo demás son fechas deprimentes, en las cual un año da paso a otro recordándonos que sómos carne pútrida que estamos de paso por el mundo y que, día a día nos acerca a la eterna compañía que no nos gusta. Espero sinceramente que, al que le guste asumir y disfrutar de todos los parámetros que hacen empalagosas a éstas fiestas las disfruten profundamente que lo que es yo estoy deseando que se acaben pronto.
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28 comentarios:
Querido amigo, digo y mantengo que:
“Se cambia de año, se cambia de sueños, se cambia de objetivos, se cambia de aspecto y por fin se cambia de Gobierno. Pero jamás, jamás se cambian los buenos amigos.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!”
Vicente L.
En si la Navidad tendria que ser.Una comunion entre tu y tu espiritualidad,Pero en estos tiempo de consumismo Zombies.es pedirle pera al olmo.un saludo y buen 2012.
Yo nunca he visto o sentido la Navidad como algo religioso, sí como folklore y como la escusa perfecta para reunirte con la familia, para disfrutar de los seres queridos que, por una u otra causa, están ausentes el resto del año.
El problema es que el tiempo, pasa, las personas queridas se van a ese lugar de donde jamás volvió nadie y, entonces, lo que otrora te pareció estupendo ahora te da nostalgia y te sientes mal.
Este año mi decoración navideña y mis celebraciones se ha limitado al mínimo, no he cocinado para 15, tan sólo para los 5 que somos en casa porque no tengo el cuerpo para jotas pero, eso sí, he hecho unos mantecados que están para quitar el sentío, aunque he de reconocer que no los hago sólo en Navidad y que, para mí, la cocina es una gozada y una válvula de escape que me compensa de mi actual limitación para otras muchas cosas.
Besos y Feliz Todo el Año.
Los buenos deseos son muy de agradecer, pero como bien dices, mejor sería usar ese dinero en ayudar de verdad a los millones de desahuciados por el sistema; además sería una inversión de futuro en seguridad y evitar la marginalidad.
Como bien dices esta situación la hemos provocado entre todos, pero no todos somos responsables; un Estado se organiza para conducir al pueblo, para prever y corregir los excesos, para encauzar los esfuerzos individuales y hacerlos colectivos; y en ese aspecto el pueblo no es responsable, lo son los que tienen el mandato (y bien cobran por ello) de gobernarnos.
Saludos
Veo que después de un breve parón has empezado fuerte jeje, me alegro.
Saludos y ¡FELICES FIESTAS!.
Para mí la Navidad que pase lo más rápido posible, además de no gustarme me sienta como a un cura dos pistolas. Saludos C S Peinado.
La Navidad se vive o no se vive, dependiendo de si se es creyente,practicante y con fe.
A partir de ahí la Navidad tiene todo su sentido y esencia, por lo que celebramos es la venida del Niño Dios con lo que ello conlleva, y no una orgiástica bacanal consumista ni pantagruélicas comilonas regadas con alcohol.
De acuerdo en casi todo.
Hay que ver la parte positiva, aun para aquellos que no saben ni lo que se celebra y los que omiten su origen intencionadamente:la reunión de la familia; los turrones -aunque ya hay más chocolate que miel y almendras- por mantener la tradición, y sin olvidar la epifanía por lo que a los niños, aunque también la está deteriorando el consumismo.
afecta
Estoy con Natalia, allá cada cual pero en casa siempre han sido unas fiestas que además de conmemorar el nacimiento de Jesús, sirven a las familias para reunirse y celebrar estos días juntos.
Es el hecho del nacimiento lo que celebramos y da igual el solsticio o el equinocio, se come turrón, se habla, se discute..al calor de una cena cuyo simbolismo es la unión de la familia.
Que tiene su parte triste porque se recuerda a los que ya no están y rememoramos esos días felices de nuestra infancia que ellos llenaron de luz y sueños. Nosotros, igual con nuestros hijos..
Lo siento por aquellos que las vivan por y para el consumismo, no saben lo que se pierden.
No me gustan nada y las veo consumistas y parece que son los únicos días del año en los que comemos, pero también les doy la razón a estas dos comentaristas, que igual no sé ver el verdadero sentido, o no me lo han enseñado. Es ponerse en los zapatos de cada cual también.
Saludos!
La Navidad es una fiesta religiosa que, a falta de creyentes, se vuelve cualquier cosa. Es como la Semana Santa, más o menos.
¿Cuántos conocidos tenemos que, sin ser creyentes... o, al menos eso suelen decir... viajan a Sevilla para asistir a la madrugá? Yo, muchos.
Al final, todo se relativiza y todo se pervierte, convirtiéndose la fe en un negocio.
Lo que celebre cada cual, tanto da. Lo importante es saber qué está celebrando uno y qué representa esa convicción en él.
Un abrazo, CS. Que pases Felices Fiestas.
Las Navidades cuando eres niño e inocente todo es fiesta,ahora ya de adultos lo único es, a veces frustración si no estás alegre y consumismo que nos derrite los bolsillos.
Un saludo.
La Navidad es una fiesta más donde religión y consumo son su prioridad, aunque es más el consumo.
Personalmente para mi son un mes más como otro cualquiera, más en paro, ni alcohol, ni turrón,...nada, eso si desear felices fiesta no es malo y más si se hace de corazón, creo que una cosa es diferente a otra, aunque no te gusten o no creas son fiestas y se felicitan con buenos deseos, sin más.
En mi casa no hay arbolito, ni belen, ni nada religioso.
Todo una contrariedad según se mire, la diferencia es en como se felicita, no es lo mismo feliz navidad que felices fiestas. Una es expresión más de creyente y la otra es más de fiesta y la fiesta es también los Domingos,jajajaja.
Pues eso el que se pegue el atracón que se lo de y buen provecho y el que no será mayormente porque se cuida o también es que no puede.
Eso si que no falte la salud.
Un abrazo.
Cada vez la navidad es menos navidad, es la gallina de los huevos de oro para los comerciantes y el desplume para el resto...
el otro día hablaba con unas amigas el tema de Papa Noel, como de pocos años a esta parte está accabando con nuestros reyes magos...
Hallowen, Papa Noel...estamos a un paso del pavo de acción de gracias...
Un saludo
Bien dicho Vicente, sin duda son cosas que, teniéndolas en cuenta, nunca se olvidan.
Por eso la deploro Agustin y sólo celebro que, el día siete por fin, se ha acabado.
Es lo que pasa con todo ésto María, conforme pasa el tiempo te vas hartando de lo mismo y al final queda lo mínimo, el nucleo familiar básico que, con el tiempo, incluso tambien desaparecerá.
En mi opinión, Lobo, el sistema desprecia a los pobres nacionales y ensalza a los extranjeros. ¿Por que? No lo se, pero es patético.
Pues sí Viriato cómo corresponde a mi forma de ser, lo mismo paro de golpe que arranco en demasía. Cosas veredes dijo Don Quijote a Sancho.
Tranquilo Rafa, pasa rápido pero deja mal regusto. Luego estás unas semanas sin saber si ha pasado o tiene aún que llegar. Hasta San Antón, pascuas son.
Eso, Natalia, sería en esencia. Pero la cristianidad de la Navidad está anticuada para nuestra progre sociedad y es una fiesta cosumista por antonomasia.
Yo no soy santo de la devoción navideña desde hace muchos años, quizás porque la asocio a la recolección aceitunera que me gusta aún menos. Quien sabe, hay gente para todo.
Un saludazo.
Urdanautorum. Ahí la has dado. Me pongo ciego de turrón de chocolate y en efecto es de lo poco bueno que hay. No soy yo muy familiar y me empalaga tanta reunión, tanta comida y tanta chominada.
Candela, pues en tonces yo soy de los raros porque a mí eso me carga muchísimo y soy de los que le gusta acabar cuanto antes.
ion-laos, nada es verdad, ni nada es mentira, todo viene según el color del cristal con que se mira.
No es equivalente Herep, la Semana Santa, cuando menos, es una manifestación artísitica indescriptible... La Navidad no es más que gasto y ver a la familia en un ritual anual que a muchos nos cansa y hastía.
Lo has dicho perfectamente El Canto de la Luna. Pura desidia que nos carcome al mismo ritmo que los euros se escapan de nuestro bolsillo.
E..P.. sobre gustos nohay nada escrito. Sólo deseo que quien desee celebrarlo lo haga y no lo lamente después.
Hormiga, para mi la Navidad es un periodo más del año, uno de esos que hace frío y estás deseando que pases para que empiece de nuevo el solecito y los días más largos.
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