martes, 10 de julio de 2012

Miguel Angel Blanco, In memoriam. El día que España se estremecio.

Han pasado quince años. Quince años que todos hemos vivido. Con mejor o peor suerte, pero hemos gozado de una vida regalada por la naturaleza que algunos animales, no sé llamarlos de otro modo, en su día, hace tres lustros, negaron a un joven de Ermua. Su delito, ser concejal de un partido no nazionalista. Su sentencia, de muerte anunciada desde el mismo momento de ser secuestrado. Por entonces teníamos un gobierno medianamente en condiciones que, desde el primer instante negó a los terroristas el acercamiento de presos que exigian para dejar a Miguel Ángel con vida. Su sentencia estaba dictada y sólo era cuestión de tiempo que su asesino, con una beretta del calibre 22 culminara su retención cercenando de raiz, junto con la de una parte importante de la sociedad, su vida y carrera. Miguel Ángel Blanco murió hace quince años porque un gobierno decente, el único en décadas, que decidió no negociar con asesinos, dió carpetazo a unas exigencias que habrían de poner de rodillas a toda una sociedad sólo diez años después.

Vida.

Sin entrar en datos autobiográficos, Miguel Ángel representaba todo los que los asesinos, esos animales cuyo sitio está dentro de una jaula, aislados de una sociedad que no tiene porque aguantarlos ni temerlos, odiaban. Odiaban que un jovén, en el Pais Vasco, tomara partido por lo que ellos consideraban una posición política de partido Opresor. Odiaban que lo hiciera con decencia y sobre todo odiaban, odian y odiaran, que lo hiciera respetando las normas democráticas, por las cuales es el Pueblo soberano y no sus pistoleros, los que aquella tarde de Julio de hace hoy década y media nos quitaron a Miguel Ángel, sentaran las normas del juego. El juego es el mismo, pero hoy la indecencia corre desde la instituciones, aquellas que quiso defender hoy traicionan su memoria sentando en las poltronas del poder a los que representan la ideología de extrema izquierda que parió y dió cobertura a los asesinos que nos arrebataron la dignidad y nos dieron un motivo para clamar que sómos personas libres, que queremos vivir en paz y que la muerte de uno de los otros no hacía sino envilecer a los que provocaban la muerte y quienes lo apoyaban.

Aquel día España perdió definitivamente la incocencia y descubrió de que eran capaces la hienas del abertzalismo. Una doctrina patética que sólo busca establecer una mitología sangrienta por la cual quien no comulga con los dirigentes de la misma deben de ser eliminados. Con la muerte de Miguel Ángel, los Españoles adquiriamos conciencia de que esos seres que ya por entonces llevaban casi treinta años matando, no se iban a detener ante nada. No buscaban crear nada que no fuera una dictadura en la que ellos fueran dirigentes, juez y verdugo. La exigencia, que los presos volvieran al País Vasco, la intención encubierta, que lo hicieran para su readoctrinamiento, fortalecimiento de la banda y evitar una escisión que echara por tierra una estrategia que no florecería hasta tener a dos botarates en la jefatura del gobierno cómo zETaparo primero y Mariasno después. La eta se alzaba cómo temporizador de una muerte anunciaba que movilizó a una sociedad bastante apática hasta el momento y bastante apática después del 11M.

Vida.

La muerte de nuestro héroe, involuntario, a título póstumo, pero que no debe de ser nunca olvidado pues hacerlo, dejarlo caer, no celebrar su obituario sería dar fuerza a sus captores y asesinos, supuso un antes y un después en la manera de entender el terrorismo en España. El después se fue apagando lo mismo que la cera de una vela se extingue, pues los españoles sómos olvidadizos con nuestros héroes mientras la sociedad vasca, aquellos que mantienen vivo el abertzalismo enaltecen con mucho ruido a sus carniceros. Miguel Ángel Blanco murió en vano para todos los que no sienten a España sino cómo una amenaza cuajada de Opresores que nunca existieron. Si lo olvidamos cometemos la misma indecencia que aquellos que gestionando nuestro dinero establecieron una hoja de ruta por la que se criminaliza a la víctima, al asesinado y se enaltece los nobles gudaris de una cultura tan cobarde que debe de matar por la espalda, a traición y con la cara tapada, sin entender de piedad, lógica o simple misericordia.

Tan cobardes que, aún muerto, lo presuponían una amenaza y decidieron profanar su tumba. Derramar sus flores, pintar su lápida. Miguel Ángel reposa hoy en Galicia porque, a pesar de haber muerto, era considerado un enemigo que, cómo tantas otras personas, fueron forzadas a escapar de un País Vasco en el que sólo cabían, con el beneplácito del gobierno traidor del botarate de León y el sieso Gallego, aquellos que mamaran de la teta de Arana y sus cachorros. Miguel Ángel nos debería haber enseñado con su muerte que, sóbre todo, sobre la vida, sobre el patrimonio, están los ideales, la libertad, la dignidad y el respeto. Eso es lo que nos han intentado hacer olvidar todos los que sucedieron a aquel gobierno que, condenando a un vasco que lo era tanto o más que otros que hoy debieran ser considerados escoria en lugar de héroes, salvaguardaban la identidad fallida de un pueblo que basaba sus raices en una tierra manchada de sangre de inocentes con unos combatientes, etarras, tan cobardes que no eran capaces de admitir que sólo eran lo que son. Carniceros Inmundos.

Eternidad.

Miguel Ángel Blanco, por mérito propio, por su muerte, por el Espíritu de Ermua que emanaba de su alma, arrancada de cuajo por dos disparos que lo postraban en la camilla donde nos dejaría en muy poco espacio de tiempo. Corto e intenso, cómo la indignación y el sufrimiento que provocaba que un anormal armado se propusiera arrodillar a cuarenta y cinco millones de españoles sólo por una idea, la de una independencia imposible e inasumible comenzada desde el testado de un gobierno fuerte que sería, peradójicamente, el último que tendríamos. Hoy hace quince años y por lo que llevo visto, los cerdos de los abertzales con representación, contra toda lógica, en las intituciones públicas contra las que llevan cuarenta año atentando, se niegan a condenar un asesinato del que son cómplices directos y sonrientes. Son los beneficiados por un sistema tan débil cómo débil fue la resistencia ante lo inevitable de nuestro compatriota. Ellos no serán recordados, el sí, por siempre, y en memoria. No debemos cruzarnos de brazo ante lo inevitable. La única forma de que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada. In Memoriam, por Miguel Ángel. No te olvidamos.

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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Tremendo y aún tendremos que pedirles perdón por haberlos convertido en pobres asesinos.
Saluditos.

Unknown dijo...

Peinado: Sencillamente emocionante y brillante la crónica del asesinato más sentido y más mediático de la historia macabra de ETA, por la espoleta retardada del desenlace final, que todos deseábamos que acabara sin explosión. Un recuerdo también para el casi un millar de muertos de la banda terrorista y para todas sus familias.
Pero no nos hagamos ilusiones: la cizaña medra en campo abonado y el país vasco es abono para la cizaña y la cizalla que corta cabezas (buru). En aquellos años, Arzallus negoció con ETA en secreto por el temor al clamor popular del "espíritu de Ermua" y ETA sigue en candelero, a la expectativa de las próximas elecciones autonómicas, para envenenar con su serpiente la pobre mente de un pueblo que no sabe y no contesta; que abjura de la violencia pero no se atreve a rayar el disco duro que les metió Sabino Arana en el cerebro, a la luz de las velas de una sacristía.
No nos hagamos ilusiones con un pueblo que calla, otorga y consiente el asesinato y la extorsión invocando una "historia especial" en un "destino especial" que ni siquiera ellos saben en qué consisten ambos. Demasiados años de contemplación y demasiados muertos de todas las banderas autonómicas nos hacen pensar que nada se arreglará con negociaciones: para negociar hay que tener voluntad de negociación y las ideas claras, cosa que no tienen los vascones.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Contra E.T.A. pena de muerte.

Lástima de políticos corruptos Y COBARDES.

E..P.. dijo...

Todos los ciudadanos de bien (que somos muchos) vivimos con angustia aquellas horas de unos cobardes e h...de p...que en vez de meterlos 50 años de talego los tendría como mínimo cadena perpetua a trabajos forzados y sin tonterías.

Todos tenemos en nuestro corazón Miguel A. B.

Descanse en Paz.

Saludos Peinado.

Anónimo dijo...

Mientras no acabemos con los avalistas (PNV) los comprensivos (PSOE, nacionalismos y buena parte del arco parlamentario)y los legalistas (T. Constitucional por ejemplo; no podrá descansar ese hombre en paz ni habrá paz y justicia en España.

Herep dijo...

En "La Rebelión de Atlas", de Ayn Rand, la autora deja entreveer que la violencia jamás está justificada, a no ser que se trate de una acción en defensa propia. Más o menos viene a decir que no podemos iniciar una acción de este tipo, pero si es el adversario quien se decanta por tal opción, nuestra respuesta tiene que ser contundente y devastadora.

Eso es lo que ha faltado siempre con el tema de la ETA. Una respuesta devastadora por parte de la parte perpétuamente atacada.

Otro gallo nos cantaría.

Un abrazo, CS. Emocionante recuerdo.

Natalia Pastor dijo...

Nunca olvidaremos a Miguel Ángel Blanco, la angustia de una sociedad y un país ante una asesinato vil y cobarde a cámara lenta.
Han pasado quince años de aquello y el "espíritu de Ermua" se ha diluido como un azucarillo para pasar a la claudicación sin cortapisas ante la franquicia de ETA, como es el caso de Amaiur.
Ver a Errekondo negarse en el Congreso a condenar el asesinato de Miguel Ángel, enerva la sangre y revuelve las tripas hasta la náusea.
Que pena.

Darle Caña a ésto: