domingo, 28 de julio de 2013

El guarreo del churrero.

Foto CSPeinado. Guarrea, Guarrea...
Vivo en un pueblo donde el marujeo es algo esencial y sin lo cual, los vecinos, son incapaces de vivir. Dicho en plata, es el típico pueblo donde, al carecer de vida propia, todo hijo de vecino está pendiente de la vida de los demás. Ello lo complementa el hecho de que, cómo buen pueblo de la España más profunda, agónica, culturalmente anulada y socialmente volcada en el clientelismo, el ayuntamiento, en manos de los que llevan arruinando treinta años Andalucía, sólo acomete obras en las antesalas de las elecciones de turno. Ya sabemos que el caciquismo es el estado normal en amplias zonas del país y que incluso entre los más pobres, si la saben chupar de forma conveniente, obtienen del generoso (para los suyos) ayuntamiento, todo lo que desean. Eso, ese estatus de estómago agradecido, de creerse algo cuando son sólamente piojos revividos les otorga potestad para decirte a ti, mierdecilla de a pie que hacer, cuando hacerlo y de que modo hacerlo.


Pipican.

Es mi pueblo, además, uno de los claros ejemplos donde, tener un ayuntamiento gobernado por progres, no es sino sinónimo de estar atrasados y a lustros de la sintonía y concienciación más normal de la sociedad. Es por ello que los animales de compañia en general y los perros en particular son meros estorbos en la población, de tal suerte que, verte merodear con uno por un jardín está bastante peor visto que prender fuego a cien hectáreas de terreno forestal. Los parques tienen vedado el acceso a los animales domésticos y no hay zonas habilitadas con las que ir a que hagan sus necesidades, corran y jueguen. Del mismo modo y a la paradójica vez, hay multitud de animales, presumiblemente con dueño, al llevar collar, que merodean a sus anchas haciendo sus cosas por doquier sin que nadie ataque, por cierto, más que al pringado que va con el bicho sujeto por la correa.

Por último diré que, en mi pueblo, hacer lo que venga en gana en la calle va parejo al hecho de ser mejor o peor mamporrero con el edil de turno. Puedes hacer que te hagan un apartado en un aparcamiento público sin más aval que tu jeta y no dar opción a que nadie ocupe ese lugar, ni bajo subasta ni bajo nada. Es lo que hace el churrero que vive al lado de mi calle. Ocupa con sus remolques, pérgolas e historias medio aparcamiento público y tiene el chambado soltando aceite usado sobre una acera pública al lado de un colegio. No sólo eso, la manchita, más negra que la conciencia de un diputado, está muy cerquita de un registro telefónico, por lo que si sigue soltando mierda en breve veremos unos bonitos y caros fuegos artíficiales decorando toda esa parte del aparcamiento. Y es aquí donde está el quid de la cuestión que con los datos presentados concluyo.

Guarro entre guarros.

El sábado por la noche, tras venir derrengado de trabajar en un bautizo tuve que sacar a mi perro a hacer sus cosas. Al lado del citado aparcamiento, monopolizado y en propiedad, por lo que se ve, del churrero, hay un jardín de cesped artificial plagado de excrementos de perro. Puesto que venía medio ído, saqué al perro, hizo sus cosas y me volví, sin recogerlo, eso sí, porque después de once horas de trabajo no me acordé de la puñetera bolsa. Churrerman me vió y sin tener en cuenta que él tiene más que callar que de porqué hablar, pues al primero que debería llamar la atención es a su vecino de atrás, cuya perra sale a cagar en el mismo punto que lo hizo ayer el mío, cagó un churro muy hermoso al amenazarme con poner el hecho en manos de la policía local. Cosa a la que le animé, diciéndole que después, iría yo a denunciarle a él por manchar una acera, ocupar una zona y llenar de apestoso humo una vía pública que yo también pago con mis impuestos. Ahí acabó la conversación después de tocarme mucho el chirimollo. Y es que ya lo dijo el torero, "Hay gente para tó".

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6 comentarios:

Leona catalana dijo...

Lo de siempre, amigo. El que tiene más que callar, es el que más ladra.

Hablando de perros, el otro día estaba en una terraza con un amigo y este me comentó que detrás mío -carezco de audición-, había un "mierdecica", como yo llamo a esos que no levantan un palmo del suelo, pero se creen leones y no callan, que me ladraba a mí. Me giré. Efectivamente, me miraba con ojos inyectados en sangre y me enseñaba los dientes. ¿Por qué narices, si yo ni sabía que estaba allí? Le solté esto: "¡Calla, gilipollas, que si me levanto te estampo contra la pared!". Mi amigo se descojonaba porque el chucho respondió con más ladridos histéricos.
Cuando nos fuimos, pasando entre las mesas, había un enorme dalmáta, echado en el suelo y perfectamente tranquilo. "¿Ves? -le dije a mi amigo- este dalmáta se puede merendar al mierdecica como si fuera una oliva y sin embargo, pasa de él con elegancia, no se rebaja".

Así son algunos, tanto políticos como churreros guarros, mierdecicas que no levantan un palmo del suelo pero creen tener mucha importancia.

¡Salud!

Lin Fernández dijo...

Vaya churrero mas ecologista,se pone de los nervio por una caquita de perrito,pero el si que contamina de verdad con su nauseabundo pestazo a aceite requemado,un saludazo,

Herep dijo...

Lo que nos cuentas hoy es el pan nuestro de cada día, CS.
Aquí, donde se asienta el Cuartel General, en la tan "evolucionada y excelente" tierra de Arturo Mas I, el clientelismo y el amiguismo con el mandatario de turno es algo que ser respira entremezclado con el oxígeno.
Si ir más lejos, un bar cercano lleva años y años sin pagar ni un duro por las cuatro mesas y sillas que tiene en la terraza, cosa que sí hacen los demás empresarios de la zona... pero... como él es amiguito del alcalde.
¡Fíjate si es amigo que hasta hizo que le pintaran un paso de cebra para no tener problemas al llevar las comandas a la terraza!
Increíble, pero cierto como que 2 y 2 son 4.

Un saludo.

Unknown dijo...

Leona, tienes toda la razón. Muchas veces la elegancia está en la hostia que a priori no se da pero que, con tantísimo gusto soltaríamos. A tres meses vista el Churrero sigue siendo el más guarro del Pueblo y la mancha crece, y crece, y crece...

Unknown dijo...

Agustin, sólo hay que salir un fin de semana en pleno verano. Entre el calor, las moscas y el pestazo a aceite requemado la juerga anda asegurada.

Unknown dijo...

Herep, es algo carácteristico en la España de la picaresca, tan arraigada y nuestra que, por mucho que nos queramos dar de modelnos, sigue ahí, dándonos en la boca cada vez que la queremos obviar.

En todos los pueblos y ciudades hay aprovechados que, con la complicidad de los poderes públicos, que son de todos, actuan en plena jodienda del vecindario. En sí, el pan nuestro de cada día.

Darle Caña a ésto: