El Toterreno genuino apañó. |
Andaba yo el otro día de chachará con un amiguete del curro cuando, en medio de la faena, vimos que nos faltaban piezas para terminar la faena. Ni cortos ni perezosos y lejos de ponernos nerviosos y perder la cabeza, improvisamos cuatro piezas de otros tantos modelos del objeto en cuestión que nos ocupaba y para adelante. Así, con la satisfacción del deber cumplido, dimos cumplida cuenta del día y coincidimos en que ni japoneses, ni alemanes, ni franceses, los garrulos pseudocurrantes más preparados del mundo son los españoles. Así, cómo suena. Ni la constancia alemana, ni la obsesión japonesa por el trabajo. Por eso en España estamos plenamente preparados para llegar, no a seis, sino a diez millones de demandantes de empleo (bastantes menos parados técnicos) sin meterle fuego a nada, trasegándonos unas cervecitas, abusando de la siesta y deseando emplamar, cómo buenos hijos de la patria, puente tras puente en la sapiencia de que seremos capaz de sacar la faena sin renunciar a nuestra idiosincracia.
Especialización pschi pschá, huevos de sobra.
No nos vamos a engañar, al lado de otros paises, siempre hemos sido los analfaburros del sur, más capacitados para cosas poco onerosas pero con muchos más huevos que cerebro. Eso sí, en todo lo qeu nos hemos propuesto, hemos sacado la cabeza, hasta que obviamente, hemos dejado de echarle huevos para echarle cabeza y hemos ido cayendo cómo las fichas del dómino. Primero el Imperio, luego el Estado y por último el país. Así hemos llegado donde estamos, por querer ser modelnos, que duda cabe. Yo creo que, simplemente, un día dijimos de ser buenos y dejar de darle candela al mundo y el mundo nos dió para el pelo. De ahí que al español le salga todo lo planificado hecho una porquería y sólo sea capaz de arreglar las cosas por el metodo patada. Yo mismo arregle mi ordenador metiéndole un puñetazo del quince. Hasta aquello se me reiniciaba y daba error cada dos por tres. Después de tan delicado procedimiento técnico el ordenador va cómo una seda, eso sí, cualquier día va por el balcón, que no me va la tarjeta gráfica.
Así, los españoles pudimos conquistar medio mundo sólo a base de improvisación. Ejemplos los hay a manta. Con ejércitos mal dotados, peor pertrechados y deficientemente pagados, fuimos la primera fuerza militar del mundo hasta que Felipe V nos transformó en el país satélite de Francia y aunque pudimos darles aún para el pelo a los ingleses de manos de nuestro inmortal Blas de Lezo que con poco y malo le dió para el pelo al inglés, el afrancesamiento terminó por amariconarnos y desembocarnos en la Pepa, condenándonos a la libertad que tan contraproducente se ha rebelado para el espiritu improvisador español. Sómos buenos cuando la presión nos tritura, pero si se nos deja de la mano de Díos nos dispersamos, apagamos y marchitamos cómo una flor sin agua. De ahí que cuando no había paga para los Tercios se les dejara saquear alguna ciudad de herejes y siempre, durante esos dos siglos, pudimos darle para el pelo a ejércitos mucho mayores y mejor pertrechados sólo con tener hambre, mala hostia y capacidad de improvisación.
Así que...
Algo ha debido de quedarnos de esa idiosincracia tan española. De esa picaresca característica que fue marca de la casa en el siglo de oro. No sólo sómos capaces de improvisar en las peores y más adversas circunstancias, además sómos experimentados expertos del trapicheo y consumados desarrolladores tácticos del escaqueo. Por eso en nuestro país da lo mismo que la tasa de paro llegue al cincuenta por ciento. Mientras en Alemania una tasa porcentual de parados coresponde a los parados reales, aqui es que más de dos tercios está cobrando el paro y trabajando en negro. Eso es tan evidente cómo que todos conocemos algún caso y aquel que no lo hace pues le pasa cómo en el Cortijo Grande, en el cual el que es tonto, se muere de hambre. No quiero con ésto menospreciar a mis compatriotas, sino rendirles sentido homenaje por ser capaces de sobrevivir en las peores condiciones. Condiciones en las que cualquier experto en supervivencia se vería en un brete sino fuera de raza pura hispánica.
Por eso cuando hable con mi amiguete no tuvimos por menos que asentir. Allá donde un japon´des se haría el Hara-kiri si se le pierde el muellecito M-574 de la pieza Z-M34E del sistema pollafrita, nosotros buscaríamos un alambre, o un cablecito, o algo que aguantara por que ya lo dice el refrán, mientras va y viene, avío tiene. Y si al cliente no le funciona, al menos tu has presentado trabajo lo mejor que has podido, que tampoco tienes la culpa de que con los recortes la empresa lo pida todo contado y sin repuesto. Así si se te pierde algo o se te rompe alguna pieza sólo te queda recurrir a eso que tenemos insertado en el gen prototípico español y que nos permite salir airosos metiéndole un canuto de plástico a una salida de gasoil, improvisar un sellado profesional con un trozo de esparadrapo o tapar una grieta con lo primero pastoso y de cierta consistencia que encontremos en el trastero. ¿Qué haría la industria aeronaútica sita en Andalucía Occidental sin esa capacidad tan española de improvisar apaños de urgencia?
Español y chapuzas a mucha honra.
Y es que un sábado que andaba yo aburridete, me empapé de un reportaje sobre cómo Ikea hace sus muebles y pensé que, hacer eso en España, sería tan factible cómo ver a los suecos correrse una juerga desde jueves a domingo, parando tan sólo para cambiarse de ropa. Vi un reportaje tambien muy cuco de cómo se fabrica un Porsche, donde un carrito robotizado con todas las piezas necesarias para llevar a cabo su labor, seguía al operario hasta que éste lo dejaba vacío. En ese momento el carrito cogía carretera y manta y era sustituido por otro. Aquí la cosa sería más bizarra, con un gachón empujando un carro lleno de piezas pedidas a mocho y con esa capacidad tan nuestra de improvisar sacariamos tres coches de las piezas destinadas a uno, del mismo modo que de un mueble de Ikea, montamos la estantería sproonjek y nos sobran tornillos, baldas y piezas cómo para montarnos nuestra propia bomba atómica. Un espirito relativo, emprendedor para el trapicheo y sobre todo innovador en la improvisación sin la que seriamos de todo menos españoles.
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