Introducción a su vida.
Ésta claro que al referirnos al mundo de la Semana Santa, al menos en Andalucía debemos admitir que la plástica barroca es la preponderante. Así ha sido desde que la Semana Grande cogió carrerilla durante el siglo XVI, cuando Sevilla era la puerta de América y la ciudad más cosmopolita de Europa merced a los ingentes envíos y tránsito de mercaderías porcedentes y destinadas a las Indias. Y debemos congratularnos por ello, que España fuera el país más católico del Mundo y que éstas imágenes estuvieran a la hora del día, gracias a lo cual nos han llegado piezas de valor incalculable. Además, nos pongamos como nos pongamos, un cristo bizantino pega menos en un aprocesión entre inciensos y aromas de azahar, en la primavera incipiente de la Madre Andalucía que un pájaro en un desfile. Es cierto, sin embargo que en muchos lugares de nuestra querida geografía no se tiene presupuesto para una imagen de las características del siglo de Oro, cómo tambien lo es que la lucha fraticida de mediados del XX y los años anteriores nos privaron de gran parte de nuestro patrimonio histórico-artístico de carácter religioso. Pero también es cierto que aún nos queda muy buena imagínería y que ésta ha servido de muestra a los artesanos cofrades en al actulaidad, por lo que cuando pensamos en Semana Santa pensamos y sentimos en barroco hasta la médula.
Por eso, y en mí modesta opinión, dentro de éste movimiento artístico, debemos referirnos al Conocido como Dios de la Madera, que no es otro que Juan Martínez Montañés. Dudo mucho que alguien pueda rebatir que si hay una figura que actúe como Buque insignia en cada corriente artística, en el barroco semanasantero pueda ser otro que Montañés. Para estudiarlo a fondo, nos basaremos en los estudios de reputados profesores, tales como Hernández Díaz, de la Universidad de Híspalis. Conocedor del gran maestro y que clasifica sabíamente en cuatro periodos ampliamente distinguibles la trayectoria del Maestro. Aunque de forma general no duda en ponerlo como pilar del barroco en cuanto a “artista protobarroco, por estética, arte y espiritualidad”. Su cuarta etapa como el gran artista que es, es la que nos sitúa como “Barroquismo en la apoteosis final 1630-1643”. Por entendernos, el Maestro se mueve durante su vida entre el Manierismo tardío y el Barroquismo exageredado antes de irse para el valle de los tristes.
Debemos dar gracias a que no fue un artista anónimo de los que abundan tanto en aquella época, un negro por así llamarlo. Su vida está perfectamente documentada, cómo prohombre de las artes plásticas que fué y és y a ello podemos asirnos para, a parte de conocer su vida, conocer y describir tanto al Siglo de Oro, en lo bueno y rico como en lo malo y miserable. Para entender en toda su extensión lo peculiar que es este periodo en la Sevilla del XVII. Pero todo no se queda en casa. Hay muy buena y extensa biografía del maestro de Alcalá la Real. De los libros mas tardíos referimos los de José Hernández Díaz, antes referido, Juan Martínez Montañés 1568-1649, publicado en la Ciudad mariana en 1987 o los muy amplios publicados al amparo de la generosa exposición tenida en Madrid en el 69 bajo el titulo Martínez Montañés (1568-1649) y La escultura andaluza de su tiempo con motivo del cuarto centenario de su nacimiento.
Así, el Maestro se va revalorizando en el tiempo, sobre todo desde el desempolvamiento tardío del Barroco ya en nuestro siglo. No debemos olvidar que ahora esta muy chachi y tanto recargado pone los vellos de punta pero hasta no hace tanto y en particular la talla en madera posteriormente policromada se veía en su tiempo y siguientes olvidada y desprestigiada. Digamos que se entendía cómo un tanto pretencioso y un estilo que valía más olvidar y desdeñar que mantener y venerar tal y cómo se hace hoy. No en lo general pero al menos sí en lo cofrade. El maestro por tanto está documentado casi hasta por la ropa interior que usaba. Sabiéndose que vivió casi toda su vida en Sevilla. Pero no nacío allí, sino en la jiennense Alcalá la Real donde vivío de crío pasando a posteriori a Granada donde se formó junto a Pablo de Rojas, del que hablaremos en otro especial. Ésto agrega una nota de curiosidad al mito. Juan Martinez Montañés es venerado cómo un gran maestro que dió a Sevilla un patrimonio cultural y plástico sin parangón. Ésto es muy laureado enla Ciudad de la Giralda, pero sei se menciona el origen de Montañés es posible que respondan con un "Nadie es perfecto".
Montañés le daba a todos los palos de manera desigual. No deja de sorprender que perteneciera a varias Cofradías y Hermandades religiosas al tiempo que se veía entremezclado por feos asuntos judiciales relativos a homicidios y pleitos de todo tipo por asuntos gremiales. Mucha espada y mucho duelo al amanecer tras la catedral, como podéis suponer. Se casó cuatro veces y tuvo una prole de doce hijos, a tres por montada. Cuatro de sus vástagos llegaron a religiosos, muy de boga en la época, como ahora futbolista. Su padre era bordador y como Montañés no se fiaba mucho de sus antecedentes, pagó por hacerse una limpieza de sangre y nobleza. Como un lavado de cutis de la época pero en pergamino y con blasones hasta las cejas.Lo que era la vida del cristiano viejo, que era lo mejor mirado en la época y que se veía muy huntado si parecíase ser judío o morisco.
No creáis que solo esculpía cristos super imponentes. Retrató a Felipe IV al tiempo que Velázquez aunque esto ha quedado misteriosamente silenciado por la historia oficial. Tampoco le faltaba el trabajo vía gubia y tas. Se harta de hacer imágenes y retablos para Sevilla, Andalucía e Incluso las Indias Occidentales, que por entonces nos pertenecían, casi como ahora, que tenemos mas sudamericanos que en sus países de origen. Pacheco, su coleguita de fatigas (el esculpía y este policromaba) lo elogia tanto como lo tumba al abarcar el Montañés competencias gremiales que no le eran propias, llegando a proferir el pintor que, aunque sus admiradores lo tuvieran por Dios, el sabía de buena tinta que era humano y metía la pata como todo hijo de vecino. El Profesor Hernández Díaz nos lo muestra como un torbellino creativo divino que, sin embargo era irritable, violento y con amplio camplejo de superioridad cómo un humano. Carácteristicas que tanto le ayudaban para sacar adelante un obra genial como para pretender que los demás eran pura escoria. Tenía talante organizativo y directivo aunque también era algunas veces ciertamente depresivo. Aparte era de una virilidad enorme, con lo que surgía un más pronunciado contraste si cabe. Machote y religioso. ¿Como se come eso?
Las aguas bautismales mojaron su testa un soleado, por decir algo, dieciseís de marzo de mil quinientos sesenta y ocho. La parroquia de Santo Domingo de Silos fue la agraciada con el premio gordo. Su papá, el bordador Juan Martínez y su mamá Marta González. Lo apadrinan el licenciado Gil Fernández, Provisor y doña María de Mendoza, mujer de Francisco Aranda Corregidor de la Abadía. El padre tenia buenas influencias y posición acomodaticia, en lo que Juanito se educó. Quizás empezó a dibujar y colorear en el taller de su padre. Cosa requerida por otra parte en el gremio de bordadores. No como ahora que cualquiera hace cualquier cosa. En su caso mató dos pájaros de un tiro. El nene se entretenía y aprendía a la vez. En mil quinientos ochenta, la familia rula de casa y se afinca en Graná. Alli lo meten en el taller de Pablo de Rojas, donde aprendió a dar gubiazos a diestro y siniestro. Después se pierde la pista hasta mil quinientos ochenta y siete. La documentación se apolilló en ese periodo, mala suerte. Es que por entonces las polillas eran una plaga y no había bolas de naftalina. Tiene diecinueve tacos y vive ya en Sevilla y su vida la retomamos en el momento que se va a casar con Ana de Villegas, hija de un ensamblador y de su madre, ambos de Toledo afincados en la Ciudad de la Giralda. El caso es que no perdió el tiempo y puso a prueba su famosa virilidad, dejándola en estado cinco veces, cinco. Después tres de los frutos de su unión conyugal se fueron para el convento. Un año después de casarse consigue la Carta de Examen que le permitía actuar como escultor autónomo. Debío pensar “sus vais a cagar” y nos cagamos. Actúa como arquitecto y escultor con los resultados por todos conocidos.
Como debía de tener una preparación de la ostia y sin tener titulo universitaro, ojo, el colega se monta un super taller que, hacia mil quinientos noventa, ya funciona a pleno rendimiento. Su chabolo, de amplio prestigio y que cuenta con varios oficiales y aprendices. No por menos, al año de establecerse como guachiescultor ya curraba piedra, madera y marfil. Se expande su valia por toda Andalucía y América. De referir son las ocho tallas de vestir para la Virgen del Rosario de la provincia de Chile. Todo esto sabido de buena tinta y debidamente documentado. Es de esta época, al principio del XVII, cuando realiza ese impresionante Cristo de la Clemencia que hoy podemos observar, admirar y babear en la Capilla de los Cálices del Primer Templo Metropolitano de Sevilla. Estaba ya al cien por cien y se atrevía con todo. Tenía fama y buenas relaciones con las Órdenes religiosas y Hermandades de la Ciudad así como con el policromador Francisco Pacheco. Hacia mil seiscientos cuarenta se ve ya viejuno y tiene que empezar a pasar curro a otros escultores como Felipe de Ribas. Tal es su perfección que su barroquismo se puede admirar en las esculturas y relieves de la parroquia de San Miguel de Jerez de la Frontera, en Cádiz.
Musió en veranito. Cuando los sevillanos se iban para Punta Umbría el se fue a la fosa. Más concretamente el dieciocho de junio de mil seiscientos cuarenta y nueve con, ojo, ochenta y un años, que para mi los quisiera. El año antes manda para Lima una imagen de san Francisco Javier y en mil seiscientos cuarenta y siete hace traza de un retablo para la Capilla de los Reyes de la Catedral de Puebla de los Angeles en Méjico lindo. Aquí vemos que no ha cambiado nada. Los buenos profesionales de este país, si quieren avanzar en la vida tienen que buscarse las habas fuera.
Esta es, a grandes rasgos, la vida del Genial Dios de la madera. No solo la suya sino la prototípica vida de los muy bien remunerados y admirados escultores sevillanos del Barroco.
En la siguiente entrega os enseñaremos la base de su arte y su concepto plástico de la escultura.
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